Un a?o refugiados en La Utop¨ªa
El aniversario de la primera corrala de Sevilla coincide con la petici¨®n de desalojo registrada por Ibercaja Las familias piden un alquiler social
Las paredes exteriores del edificio ocupado desde hace un a?o por 36 familias en Sevilla exhiben pintadas de aliento, de rabia, de reivindicaci¨®n (el art¨ªculo 47 de la Constituci¨®n, el que declara el derecho a una vivienda digna, copiado en un muro). Y una que resume la raz¨®n del ¨¦xito de este experimento social que se est¨¢ repitiendo en otros edificios de Sevilla: ¡°Nos tocan a uno, nos tocan a todos¡±. En la corrala La Utop¨ªa cada vecino tiene un pasado, casi siempre lleno de curvas, pero han unido su presente y su futuro en estos dos bloques de cuatro plantas.
Llegaron hace un a?o con el apoyo del 15-M, a cuya comisi¨®n de vivienda hab¨ªan acudido a pedir ayuda muchos de los que hoy habitan la corrala. Los miembros de este movimiento se hab¨ªan fijado hac¨ªa tiempo en aquel flamante edificio terminado de la calle Juventudes Musicales cuyas persianas llevaban dos a?os bajadas. Hab¨ªa pasado por varias sociedades inmobiliarias y a la ¨²ltima, el grupo Maexpa, le atropell¨® la crisis antes de vender las viviendas.
El 15-M propuso ocupar este inmueble a varias familias que les hab¨ªan pedido auxilio y el 16 de mayo de 2012 entraron las primeras. ¡°Yo llevaba dos o tres a?os pidiendo ayuda a Asuntos Sociales y al Ayuntamiento. Y nunca se me escuch¨®. Cuando el 15-M me habl¨® de este edificio estuve cinco meses pens¨¢ndomelo hasta que, hablando con varias familias, nos decidimos. No me arrepiento, ni me voy a arrepentir¡±, cont¨® esta semana ante el defensor del Pueblo y la delegada provincial de Vivienda Aguasanta Quero, de 38 a?os y madre de tres hijos.
Ella fue una de las primeras vecinas que lleg¨® a La Utop¨ªa. Primero fueron 11 familias, luego 20, luego 30. Hasta llenar, en pocos d¨ªas, todas las viviendas. Hoy La Utop¨ªa es un matriarcado de 36 familias. 108 personas, de las que 30 son ni?os y apenas 10, hombres. El resto son mujeres. Casadas, solteras, separadas, viudas. Una ¡°gran familia¡±, como se autodenominan muchos de sus vecinos.
En este a?o han perdido a uno de sus miembros, la inquilina de m¨¢s edad, que muri¨®. Pero en los 12 meses de ocupaci¨®n han nacido tambi¨¦n dos beb¨¦s. David Jim¨¦nez es el padre de uno de ellos, Raquel, de ocho meses. ¡°Hay d¨ªas que le he tenido que cambiar el pa?al a mi hija con un mechero¡±, cuenta David, que, como el resto, alude a la falta de luz y de agua como lo m¨¢s dif¨ªcil de sobrellevar en el d¨ªa a d¨ªa de la corrala.
Sin luz y sin agua han pasado ya las cuatro estaciones. Muchos de los vecinos se han hecho con generadores de luz, estufas y cocinas de gas. El agua la cogen de una peque?a fuente instalada junto al edificio, desde la que acarrean garrafas que suben a las casas escal¨®n a escal¨®n. Montse S¨¢nchez, trabajadora social en paro de 34 a?os, recuerda que, cuando a los 15 d¨ªas de llegar les cortaron la luz, ella le rest¨® importancia para dar ¨¢nimos a los vecinos: ¡°Bueno, sin luz se puede vivir. Sin agua, no, pero sin luz, s¨ª¡±, les dec¨ªa. Al cabo de unos d¨ªas el Ayuntamiento les cort¨® el agua. ¡°Y vimos que tambi¨¦n se pod¨ªa vivir sin agua¡±, recuerda.
La luz s¨ª que puede ser cuesti¨®n de vida o muerte para el marido de Ana L¨®pez, que ha sufrido cuatro infartos, se ha sometido a dos operaciones del coraz¨®n y necesita estar conectado a un equipo de oxigenoterapia para respirar. Sin electricidad, han tenido que volver a las antiguas bombonas met¨¢licas. Ana, de 68 a?os, y su marido, de 71, fueron desahuciados de su vivienda hace tres a?os y medio. Vivieron una semana debajo de una escalera antes de trasladarse a casa de su hija To?i. Pero ¨¦sta se qued¨® en paro, empez¨® a tener problemas para pagar las facturas y los padres se mudaron a casa de su otra hija. Al final, las tres familias se vieron en la calle y todos viven ahora en la corrala. Cuatro adultos, un chico de 19 a?os, y dos ni?os, de 13 y siete.
La Utop¨ªa ha cumplido su primer a?o con la amenaza de desalojo m¨¢s cerca que nunca. Ibercaja, actual propietaria del edificio, ha dado por rota la negociaci¨®n abierta con las administraciones y los vecinos y ha pedido al juez el desalojo inmediato. El banco les ofrece ayuda para que alquilen viviendas en otros edificios de la ciudad, pero los inquilinos a¨²n conf¨ªan en pactar con Ibercaja un alquiler social en la corrala. ¡°No estamos aqu¨ª por gusto, sino porque no tenemos otra cosa¡±, dice Manuela Cort¨¦s, de 66 a?os, que cobra una pensi¨®n de viudedad de 380 euros y vive en el edificio con uno de sus hijos, en paro. ¡°Yo les propondr¨ªa a los responsables del banco que se quedaran con mi paga y se vinieran aqu¨ª a vivir, a ver si lo soportaban. Esto es muy duro¡±, lamenta la mujer.
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