Transparencia
A d¨ªa de hoy, es imposible saber cu¨¢nto dinero ha costado el retrato del rector Rodr¨ªguez Mar¨ªn.
Semanas atr¨¢s, la Universidad Miguel Hern¨¢ndez inaugur¨® su Galer¨ªa de los Rectores, destinada a exhibir los retratos de quienes han dirigido la instituci¨®n. Como la Miguel Hern¨¢ndez es una universidad joven, la galer¨ªa consta, por el momento, de un ¨²nico retrato, el del profesor Rodr¨ªguez Mar¨ªn. El cuadro lo ha pintado un retratista famoso, es decir, cotizado: el alcoyano Jos¨¦ Miguel Rom¨¢n. Ante esta circunstancia, era natural que los periodistas se interesaran por el coste de la obra, sobre todo trat¨¢ndose de una universidad p¨²blica. Pero los esfuerzos de los periodistas han resultado vanos. A d¨ªa de hoy, es imposible saber cu¨¢nto dinero ¡ªdinero p¨²blico¡ª ha costado el retrato del rector Rodr¨ªguez Mar¨ªn. El hecho tiene su miga porque el actual rector, Jes¨²s Pastor, no se cansa de repetir, en cuanto se le presenta la ocasi¨®n, que la Miguel Hern¨¢ndez es un ejemplo de transparencia informativa.
Esta conducta de Pastor, ?no es la misma que observamos en el Gobierno valenciano? En pocos lugares oiremos hablar tanto de transparencia a unos gobernantes como en la Comunidad Valenciana. Por desgracia, esa voluntad de limpieza, una y mil veces expresada, apenas obtiene resultados en la pr¨¢ctica. Basta que un diputado de la oposici¨®n reclame un documento, para que el Consell esgrima al momento una circunstancia u otra que le impide mostrarlo. En unas ocasiones ser¨¢ la cl¨¢usula imprevista de un contrato; en otras, un olvidado art¨ªculo legal en el que no hab¨ªamos reparado. ?Que el diputado X, en el perfecto uso de sus derechos, pretende saber cu¨¢nto nos han costado las carreras de F¨®rmula 1? De inmediato, el Gobierno le responder¨¢ que esos contratos est¨¢n sujetos a cl¨¢usulas de confidencialidad que impiden su publicaci¨®n. ?Qu¨¦ le vamos a hacer! Bien saben los se?ores diputados de la oposici¨®n que el se?or Ciscar desear¨ªa darles toda la informaci¨®n que demandan, pero no puede hacerlo porque las leyes se lo proh¨ªben. ?Cu¨¢nto debe sufrir este hombre al que las leyes impiden hacer la pol¨ªtica transparente que desear¨ªa!
Pero, no nos enga?emos. Por mucho que el se?or Ciscar, o el se?or Fabra, hablen de transparencia, se trata de un ideal ret¨®rico que no pretenden alcanzar. De otro modo, se hubieran aplicado a ello desde hace tiempo, pues la tarea no es tan complicada y en otros lugares se realiza sin problemas. La transparencia no tiene otro misterio que el respeto a los ciudadanos y a las reglas de la democracia. Ciscar y Fabra pueden llenarse la boca hablando de transparencia, pero el hecho es que les resulta m¨¢s c¨®modo gobernar sin ella, pues as¨ª burlan el control del Parlamento. La transparencia crea una obligaci¨®n con los ciudadanos; pero la realidad es que el pol¨ªtico desea que los ciudadanos molesten lo menos posible. La transparencia limitar¨ªa su discrecionalidad y ?qu¨¦ ser¨ªa del Gobierno valenciano sin discrecionalidad!
No quisiera que el lector me malinterpretase y llegara a pensar que no considero al presidente Fabra y al consejero Ciscar unos perfectos dem¨®cratas. Nada de eso. Tampoco tengo dudas de que el rector de la Miguel Hern¨¢ndez sea un dem¨®crata cabal. El problema es que tanto unos como otro son dem¨®cratas a la espa?ola. Y la democracia espa?ola, quiz¨¢ porque el aliento del pasado a¨²n ti?e nuestras costumbres pol¨ªticas, es una democracia poco transparente. Cualquier ciudadano ingl¨¦s o norteamericano puede acceder a documentos, de hace treinta o cuarenta a?os, sobre la historia de su pa¨ªs y los historiadores hablan sobre ellos con perfecta naturalidad; en cambio, aqu¨ª resulta imposible que un investigador acceda a los archivos de la guerra del 36. Transparencia, s¨ª, pero a la espa?ola.
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