Convenciones
Ni los valencianos somos ahora modelo de nada, ni lideramos otra cosa que no sea la imagen del exceso y las corruptelas
Comprendo que en determinados ambientes no se puede pedir a los pol¨ªticos que se comporten con la seriedad y el rigor que les es exigible cuando ejercen su tarea de gobernantes. Todos sabemos que en el calor de un mitin, de una campa?a electoral, o de una convenci¨®n como la que ha celebrado el PP valenciano en Pe?¨ªscola este fin de semana, los l¨ªderes tienen que decir ciertas cosas para inocular algunas dosis de optimismo a un auditorio en ocasiones algo desmoralizado, transmitiendo de paso al p¨²blico en general la imagen de que, digan lo que digan las encuestas, el proyecto pol¨ªtico mantiene el fuerte vigor de anta?o.
Los problemas vienen, cuando a fuerza de repetirlo en voz alta, tanto el autor del discurso, como el auditorio, acaban crey¨¦ndose lo que dicen, ampliando as¨ª la brecha que les separa de la realidad (que ya era mucha antes de iniciarlo). Porque por m¨¢s que sus dirigentes insistan en proclamarlo, ni los valencianos somos ahora modelo de nada, ni lideramos otra cosa que no sea la imagen del exceso, la frivolidad pol¨ªtica y las corruptelas sin fin.
Preguntarse, como ha hecho, por ejemplo, el vicesecretario de Estudios, d¨®nde estar¨ªa la ¡°regi¨®n¡± si no la hubieran presidido Eduardo Zaplana y Francisco Camps, o d¨®nde estar¨ªan los valencianos ahora sin Rita Barber¨¢, es sin duda un muy estimable ejercicio de historia-ficci¨®n, pero, como acertadamente dir¨ªa su colega Acebes, no tiene una respuesta un¨ªvoca: podr¨ªa estar mucho peor, o mucho mejor. Eso nunca lo sabremos. Sin embargo, lo que s¨ª sabemos es que ahora est¨¢ muy mal, y que, a menos que echemos mano, como se ha hecho aqu¨ª a menudo, del ¡°enemigo exterior¡±, alguna responsabilidad habr¨¢n tenido sus dirigentes en todos aquellos asuntos en los que la competencia es exclusiva de la Generalitat. Me parece a m¨ª.
Pero dicho y hecho, el propio vicesecretario record¨® a continuaci¨®n que el enemigo exterior sigue existiendo, advirtiendo de que si el PP perdiera las elecciones en la Comunidad Valenciana habr¨ªa un gobierno de extrema izquierda, que adem¨¢s ser¨ªa ¡°catalanista¡± y que ocupar¨ªan ¡°se?ores que hablan mal de la Comunidad¡±. La ¨²nica diferencia, en este caso, con los discursos antizapateristas anteriores es que ahora, el enemigo exterior est¨¢ dentro, lo que vendr¨ªa a ser, incluso, mucho peor.
Afortunadamente, estaba Floriano, el portavoz, quien suele ser mucho m¨¢s autocr¨ªtico en sus comparecencias, para denunciar que, a pesar de que algunos est¨¢n poniendo palos en las ruedas y quieren que el partido caiga, no lo conseguir¨¢n. Y yo le creo, porque si hay un experto en poner palos en ruedas cuando se est¨¢ en la oposici¨®n, ese es Floriano. Por tanto, de eso, sabe.
Ahora, que lo m¨¢s inquietante fue el cierre de Mariano Rajoy. Acept¨® revisar el modelo de financiaci¨®n tan solo unos minutos despu¨¦s de confesar que ¨¦l no ser¨ªa presidente sin el apoyo de los votos al PP valenciano. O sea: quid pro quo, Clarice. Tanta objetividad, me da miedo.
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