Un desastre irresponsable
'Sorolla' es un quiero y no puedo que no resiste ser comparado ni con los coros y danzas de anta?o
![Bailarines del Ballet Nacional durante un pasaje de 'Sorolla'.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ULBNO53MBZHJPKBZOD2S4NO4LQ.jpg?auth=15a700304e9448c4798702bc00e8bb65a111a9947b4c0fe3f3967248235f9914&width=414)
Estamos ante un doloroso y grav¨ªsimo problema ¨¦tico y est¨¦tico que trasciende a una producci¨®n fallida. Sorolla es un quiero y no puedo que no resiste ser comparado ni con los coros y danzas de anta?o, que eran mejores y respiraban una cierta autenticidad que aqu¨ª escasea de principio a fin. Ser¨¢ verdad aquella frase de que el pasado siempre vuelve, pero con su peor cara, como un Jano que advirtiera de lo inevitable del juicio justo.
La articulaci¨®n de los elementos de la tradici¨®n folcl¨®rica dentro de un contexto contempor¨¢neo y estilizado debe atender en primera instancia a la sapiencia de esa materia, desde el sost¨¦n musical al estilo, desde el cromatismo al referente antropol¨®gico de cada danza, que por distinto y singular, garantiza la variedad de la presentaci¨®n, sus propias matizaciones y sus particulares veh¨ªculos expresivos. Sin demasiada abstracci¨®n, lo anterior, tan elemental y primario, vale y est¨¢ presente, por ejemplo, en las pinturas de marras. Y claro, eso es la danza, respetarla.
?Es que no hay un control de calidad (moral) en la direcci¨®n del BNC?
Joaqu¨ªn Sorolla se cuid¨® de cualquier exceso, sus citas de la estampa vern¨¢cula, a¨²n dentro de la moda y los modos de su tiempo, atienden a un refinado instinto en la versi¨®n; son elegantes los lienzos gigantes de la Hispanic Society de Nueva York, que permanecen porque esa estampa no est¨¢ sacrificada sino sometida al estilo. Otro extremo que vale para el baile.
Un programa de mano manipulado y poco claro no explica qu¨¦ coreograf¨ªa es de qui¨¦n, dejando en el aire la responsabilidad sumaria del desastre. A r¨ªo revuelto, una obra a ocho manos que no tiene ni pies ni cabeza, que desborda l¨ªmites racionales y epata, con poca cultura en lo espec¨ªfico cor¨¦utico y en lo perif¨¦rico ambiental. El ballet no es el circo. Nunca debe serlo.
La manipulaci¨®n roza lo intolerable cuando ese audiovisual digno de una feria de muestras entra a saco con las pinturas, las trocea y corrige, agrega p¨¦talos que caen incesantes, palomitas que aletean, oleajes, suntuosas cornisas doradas y m¨¢s in¨²tiles efectos especiales domingueros. Incluso la idea de la gasa transparente frontal es ajena: recu¨¦rdese Vienna: Lusthaus (1986) de Martha Clarke.
Hay cuadros enteros que dan desde verg¨¹enza ajena hasta risa floja: esos nazarenos de terciopelo, esos toreros arco iris o esas valencianas psicod¨¦licas y fluorescentes, esos baberos pintados para sustituir las joyas del traje charro salamantino mueven a varias preguntas: ?es que no hay un control de calidad (moral) en la direcci¨®n del BNC? ?Es que se han perdido el norte y los papeles hasta el punto de convocar un equipo por for¨¢neo ignorante de lo que perpetra? ?Va a alg¨²n sitio este intento de falso tipismo que repugnar¨ªa hasta al turista de tablao? ?Alguien que lea m¨²sica oy¨® esta partitura imposible antes de santificarla? Podr¨ªa extenderme en odiosas comparaciones. En el repertorio del BNC est¨¢n las danzas vascas de Guridi, las de Falla, las de Turina, la Galaica de Halftter, todos ejemplos magn¨ªficos que no atronan ni repican sino que acompa?an la danza, la ilustran.
La plantilla, que est¨¢ en un momento de inseguridad, trufado de niveles e incorrecciones manifiestas, se mueve con notoria incomodidad en esta vertiginosa pesadilla de cuadros, un entra y sale marcial que aleja toda modulaci¨®n y que iguala en tabla rasa falsaria unos bailes muy diferentes entre s¨ª tanto por planimetr¨ªa como por estilo. Lo de la jota aragonesa tiene delito. Dura m¨¢s de lo aconsejable: una hora y 45 minutos sin pausa, sin respiro, sin freno.
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