Hagan juego, menores
Dentro de poco tiempo, si un algo sobrenatural no lo remedia, en Catalu?a tendremos un Eurovegas. Probablemente el ¨¢rea de entretenimiento bobo, endeudamiento y ludopat¨ªa m¨¢s competitivo de Europa. En Catalu?a parece que no nos merecemos tener m¨¢s librer¨ªas ni m¨¢s cines, ni m¨¢s bibliotecas p¨²blicas. En Catalu?a, sus gobernantes no tienen que agilizar sus neuronas para buscar fuentes m¨¢s imaginativas de creaci¨®n de riqueza. Estos mismos gobernantes han decidido que a esta comunidad le falta esparcimiento y sitios m¨¢s o menos acotados en plan pa¨ªs subdesarrollado para el descontrol tur¨ªstico.
Por lo que he podido comprobar en TV3 y en los medios escritos, nuestros gobernantes auton¨®micos se muestran muy satisfechos con lo que se nos avecina: un inmenso parque para vaciar los bolsillos a gente adinerada (y a otra con no tantos posibles) y cuidando siempre que quienes se beneficien de ese cepillado legal, aporten a las arcas p¨²blicas solo un 10% de sus ingresos, en lugar de la horquilla que ahora va del 20% al 55%.
Al mismo tiempo que se rebaja el impuesto sobre el beneficio del juego, se recortan los medios para luchar contra los incendios
No he entrado nunca a un casino. Mejor dicho, s¨ª, entr¨¦ una vez a uno, por simple curiosidad. Y ni fu ni fa. Si no hubiera casinos en Catalu?a no los extra?ar¨ªa, como tampoco extra?ar¨ªa los bingos si tambi¨¦n no los hubiera. Otra cosa es el fundamento enigm¨¢tico del juego. Lo que se esconde detr¨¢s de cada jugador. Una vez entr¨¦ a un bingo, tambi¨¦n por curiosidad, y siempre me qued¨® grabada la mirada de algunos jugadores, solo de algunos: una suerte de ruego, de esperanza indescifrable. Pero este es el costado metaf¨ªsico del asunto, su fil¨®n literario, su atractivo inexplicable. En general, una vez restada la l¨ªrica, todo lo que rodea al juego se mueve entre lo turbio, la alienaci¨®n (o, lo que es lo mismo, el funcionamiento del fetichismo del dinero a pleno rendimiento) y esa sempiterna sensaci¨®n de que alguien muy listo se est¨¢ enriqueciendo a costa de gente muy ingenua, enferma o tocada con esa codiciosa quimera de que la suerte alg¨²n d¨ªa les sonreir¨¢.
En toda esta cuesti¨®n, sobresalen por lo absurdo dos noticias. Una, que la Generalitat permitir¨¢ a los visitantes solicitar cr¨¦dito en las mismas ventanillas del casino para, una vez esquilmados, seguir siendo esquilmados (si no he entendido mal, por qu¨¦ si no, para qu¨¦ se les iba a prestar dinero a los perdedores). La otra noticia, adem¨¢s de absurda y sumamente peligrosa, es que los menores podr¨¢n entrar a los centros de juego. Lo podr¨¢n hacer acompa?ados, se supone que por sus padres, abuelos o t¨ªos. Esta noticia, adem¨¢s de atragant¨¢rseme, me desconcierta. ?Entrar¨¢ un menor para que el mayor que lo acompa?e le ense?e los m¨¢s imprevisibles lances del azar? ?O hay que dejar que los menores se vayan enganchando al sano ejercicio de jugar y perder (y ganar, pero sobre todo perder) para ir reemplazando al personal en retiro y seguir manteniendo el meganegocio?
?Entrar¨¢ un menor para que el mayor que lo acompa?e le ense?e los lances del azar? ?O hay que dejar que se vayan enganchando al sano ejercicio de jugar y perder?
No se dice nada de otras antirregulaciones, pero no me extra?ar¨ªa nada que luego, como ya se analiza que podr¨ªa suceder en el Eurovegas madrile?o, comenzara a revisarse la ley antitabaco. Todo esto se supo (hace ahora cinco d¨ªas) el mismo d¨ªa en que el diario Ara publica que uno de los socios de BCN World tiene vetada su presencia en EEUU por su supuesta vinculaci¨®n con la mafia.
Pues bien. Tambi¨¦n el mismo d¨ªa este diario publica otra noticia inquietante firmada por Clara Blanchar. La direcci¨®n de la empresa de la Generalitat Forestal Catalana, que depende del Departamento de Agricultura, presenta un ERE para despedir a 90 de los 274 que tiene empleados para la protecci¨®n del medio ambiente, es decir, bosques y r¨ªos. Es decir, prevenci¨®n de incendios. Seguramente actividades excesivamente buc¨®licas para malgastar en su mantenimiento. Nada, comparado con las ingentes ganancias (al lado de la chatarra que recoger¨¢ la Generalitat) de unas ruletas en plena actividad recreativa, mucho humo de tabaco, alcohol y chavales dando sus primeros pasos como aprendices.
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.