M¨ªnimos exigibles
La orquesta de Les Arts no tuvo su mejor d¨ªa y los cantantes tampoco
Ser¨ªa il¨®gico exigir el mismo nivel a los cantantes profesionales que a aquellos cuya formaci¨®n todav¨ªa se est¨¢ completando, como sucede con los integrantes del Centro de Perfeccionamiento Pl¨¢cido Domingo. Pero tambi¨¦n es cierto que, cuando se abren al p¨²blico las puertas de la sala, son exigibles unos m¨ªnimos de calidad que preserven el legado de los grandes compositores. Se trataba, en este caso, de Mozart y su Cos¨¬ fan tutte, representada estos d¨ªas en el teatro de c¨¢mara del Palau de les Arts. Es esta una obra que une a la dificultad de las arias (Come scoglio de Fiordeligi es el ejemplo m¨¢s conocido) la abundancia y complejidad de los n¨²meros de conjunto. En estos se requiere un ajuste y empaste perfecto entre los participantes, adem¨¢s de una gran finura en la plasmaci¨®n de los controvertidos sentimientos de los protagonistas.
Al comenzar la representaci¨®n se anunci¨® que Marina Pinchuk cantar¨ªa a pesar de encontrarse indispuesta, pero lo cierto es que apenas se la oy¨®, con lo cual no solo perjudic¨® a su personaje, sino a los d¨²os, tr¨ªos y concertantes en los que participaba, que quedaron totalmente cojos. Por suerte, tras el descanso, Mar¨ªa Kosenkova asumi¨® su parte en lo vocal, desde un ¨¢ngulo, mientras Pinchuk sigui¨® encarnando, en la escena, a Dorabella. Kosenkova asumi¨® con gran dignidad la sustituci¨®n, y todo el edificio pareci¨® enderezarse un poco a lo largo del segundo acto.
Cos¨¬ fan tutte
De Mozart. Centro de Perfeccionamiento Pl¨¢cido Domingo.
Direcci¨®n musical: Marco Guidarini. Direcci¨®n esc¨¦nica: Isabel Hondersin. Solistas vocales: Jinkyung Park, Marina Pinchuk/Mar¨ªa Kosenkova, Mattia Olivieri, Valentino Buzza, Rosana Herrera y Daniel Stefanov. Coro y Orquesta de la Comunidad Valenciana.
Palau de les Arts. Valencia, 26 de junio de 2013.
Pero este no fue el ¨²nico problema. Tanto Fiordeligi como Ferrando presentaron unos registros muy desiguales, con agudos crispados y alg¨²n que otro problema de afinaci¨®n. Guglielmo result¨® m¨¢s seguro y homog¨¦neo, aunque tambi¨¦n su parte es menos comprometida. Despina, con la voz un poco estridente, result¨®, sin embargo, un puntal vocal y esc¨¦nicamente firme. Don Alfonso cumpli¨®, sin m¨¢s. Con tales mimbres, no es dif¨ªcil imaginar el resultado cuando varias voces simultaneaban su actuaci¨®n.
Para acabarlo de arreglar, la orquesta de Les Arts no tuvo su mejor d¨ªa, y aqu¨ª no puede hablarse de principiantes: se trata de la tantas veces se?alada como mejor agrupaci¨®n espa?ola, cincelada cuidadosamente por Lorin Maazel y Zubin Mehta. Por eso extra?¨® sobremanera este Mozart ¨¢cido, de pobre din¨¢mica y ajuste problem¨¢tico, y cabe preguntarse por las causas, ya que la responsabilidad no es s¨®lo ¨Caunque tambi¨¦n- de la batuta.
?Acaso empieza a percibirse la enorme disminuci¨®n de plantilla que los recortes y la falta de perspectivas est¨¢n propiciando? ?Acaso la OCV solo se esfuerza cuando tiene delante a grandes figuras? ?El exceso en el n¨²mero de refuerzos se traduce ya en falta de cohesi¨®n? ?Est¨¢n minando a los m¨²sicos la inseguridad y las intrigas que, desde el principio, se han gestado contra ellos? Este Mozart, desde luego, no es su mejor defensa. Se tratar¨ªa, por el contrario, de tocar como lo han hecho siempre ¨Cen el ¨¢mbito de la excelencia-, y de luchar por completar una plantilla cuyos criterios de selecci¨®n no fueran, desde luego, muy distintos a los seguidos por Maazel. Por la sencilla raz¨®n de que dieron ¨®ptimos resultados y, cuando algo funciona bien, no hay motivos para cambiarlo.
La nueva producci¨®n visti¨® a los personajes con trajes modernos, lo cual hace ya varios lustros que dej¨® de ser novedad. A Don Alfonso se le priv¨® de su experiencia, cinismo y autoridad, present¨¢ndolo casi como un compa?ero de Ferrando y Guglielmo. Estos solo aparecieron disfrazados ¨Ccon trajes de esgrima- unos minutos, con lo que resultaba poco cre¨ªble que las chicas no los reconocieran. En cualquier caso, algo de eso ya se le reproch¨® en su d¨ªa al binomio Mozart-Da Ponte. Un reproche que, de alg¨²n modo, supone no haber comprendido a fondo el Cos¨¬: no es tan solo una comedia de enredo, sino una turbadora visi¨®n que muestra la tendencia a dejar las cosas del amor tal como est¨¢n, a¨²n cuando se haya demostrado que de otra forma, muy posiblemente, quiz¨¢ estuvieran mejor.
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