Sin padrinos
Es muy improbable que prospere un proyecto independentista sin apoyos exteriores relevantes
A finales de la d¨¦cada de 1980, Josep Antoni Duran Lleida, que ya era el principal dirigente de Uni¨® Democr¨¤tica de Catalunya (UDC), visit¨® Eslovenia, entonces todav¨ªa una de las rep¨²blicas que integraban la federaci¨®n yugoslava, para trabar relaciones con el reci¨¦n creado partido democristiano esloveno. Duran se entrevist¨® entre otras personalidades pol¨ªticas con el ministro esloveno de Comercio. En una comida a la que tambi¨¦n asist¨ªan los periodistas que acompa?aban a Duran, el ministro explic¨® que el gobierno esloveno trabajaba aceleradamente para conseguir la independencia. Y que contaba ya con algunos apoyos muy importantes. El de la Rep¨²blica Federal de Alemania, en particular.
Esto suced¨ªa un par de a?os antes de que se hundiera la Uni¨®n Sovi¨¦tica. La reunificaci¨®n de Alemania era menos que una improbable eventualidad de la que apenas se hablaba. Un sue?o. Hab¨ªan pasado siete u ocho a?os de la muerte del mariscal yugoslavo Tito y el mapa de las fronteras europeas surgidas de la Segunda Guerra Mundial parec¨ªa inamovible. Yugoslavia ten¨ªa ya, sin embargo, inquietantes dificultades para mantener en pie la estructura estatal federal levantada por Tito en los Balcanes. Nadie cre¨ªa que Serbia, la mayor, m¨¢s poblada y hegem¨®nica rep¨²blica yugoslava fuera a permitir que Eslovenia se independizara.
Es muy improbable que prospere un proyecto independentista sin apoyos exteriores relevantes
Es probable que Duran tenga presente aquella situaci¨®n cuando argumenta ahora que una de las grandes dificultades que se alzan ante el improvisado proyecto independentista de sus socios de Converg¨¨ncia y sus aliados de Esquerra Republicana, es que para llevarlo a cabo no cuentan con complicidades exteriores comparables a lo que para Eslovenia representaba en la d¨¦cada de 1980 una Rep¨²blica Federal Alemana que aspiraba a la unificaci¨®n de las dos Alemanias. Catalu?a no tiene padrinos, dice.
Eslovenia s¨ª los ten¨ªa y se independiz¨® en 1990, tras unas elecciones que arrumbaron al partido comunista hasta entonces gobernante y un posterior refer¨¦ndum que dio el 89% de votos a la creaci¨®n del nuevo estado. Su primer presidente pertenec¨ªa al partido democristiano. Es un peque?o pa¨ªs, con dos millones y medio de habitantes. Representaba el 23% del PIB de Yugoslavia y el 8% de su poblaci¨®n.
Su decisi¨®n desencaden¨® la desintegraci¨®n de Yugoslavia a trav¨¦s de una d¨¦cada de guerras atroces que, en parte, eran la temida continuaci¨®n de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial cuyo recuerdo hab¨ªa persistido, larvado.
La situaci¨®n de Catalu?a tiene poco o nada que ver con la de Eslovenia a finales de la d¨¦cada de 1980. Pero hay dos similitudes significativas. Una es que Catalu?a tambi¨¦n pesa demogr¨¢ficamente poco en el Estado que la cobija, es el 16% del total espa?ol y el 18,4 del PIB. La otra es que, como sucedi¨® en Yugoslavia con el proyecto federal, las ilusiones sobre el modelo constitucional de autonom¨ªas en Espa?a se han desvanecido.
Con sus siete millones de habitantes, Catalu?a elige a 23 senadores. Con sus dos millones y medio, Castilla-Le¨®n, elige a 39 senadores
El Estado democr¨¢tico surgido de la Constituci¨®n de 1977 ha dejado de ser funcional a los ojos de lo que parece ser un n¨²mero creciente de ciudadanos de Catalu?a. Lo que ha sucedido es, entre otras cosas, que as¨ª como la conservaci¨®n de la Yugoslavia post Tito estaba en manos de una ¨¦lite comunista serbia que se quer¨ªa mayoritaria, el estado espa?ol postfranquista est¨¢ en manos de un conglomerado pol¨ªtico-burocr¨¢tico-conservador y centralista de cultura castellana firmemente decidido a mantener su hegemon¨ªa. Aunque quiz¨¢ sin darse cuenta del alcance de sus palabras, esto es lo que explicaba la semana pasada la vicepresidenta Soraya S¨¢ez de Santamar¨ªa cuando expon¨ªa sus proyectos sobre c¨®mo deber¨¢ administrarse el Estado.
Ambas cuestiones, la relativamente escasa demograf¨ªa catalana y el poder del conglomerado pol¨ªtico-burocr¨¢tico del que el PP es la m¨¢xima expresi¨®n, est¨¢n ¨ªntimamente relacionadas. Un dato sobre la composici¨®n del Senado ilustra esta realidad. Con sus siete millones de habitantes, Catalu?a elige a 23 senadores. Con sus dos millones y medio, Castilla-Le¨®n, elige a 39 senadores. Con 2,1 millones de habitantes, Castilla-La Mancha elige a 23 senadores. La distorsi¨®n que muestra la composici¨®n del Senado es un ejemplo de lo que sucede con el conjunto del modelo institucional: est¨¢ pensado para garantizar la permanencia en el poder de la ¨¦lite pol¨ªtico-burocr¨¢tica-conservadora espa?ola. Los independentistas se han convencido de que no pueden mover esto desde dentro. Pero no tienen padrinos fuera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.