Mano a mano incoloro, inodoro e ins¨ªpido entre Juli y Manzanares
Descastada, mansa, rebelde e impresentable corrida en Valencia
El Juli puso al descubierto sus intenciones un minuto antes de soltarse el primero. Con paso firme, decidido, a porta-gayola se march¨® a esperar de rodillas al de Domingo Hern¨¢ndez. Una larga cambiada, de trazo limpio. No fue ese primer toro, sin embargo, para muchas florituras. Ya con la capa no tuvo fijeza y busc¨® marcharse a tierra de nadie. Cumpli¨® en varas y sin prometer mucho, pas¨® a la muleta de El Juli. La mayor virtud de la faena del madrile?o fue sujetarlo para que no escapara de la lucha. Lo consigui¨®. No fue labor de altos vuelos: muletazos largos con la pierna contraria, por cualquiera de los lados, siempre muy escondida, descargada. Pero el toro, que siempre intent¨® marcharse, no se fue. Era lo que importaba. El Juli mont¨® la espada y dej¨® una estocada muy desprendida, con derrame. Sin puntilla.
El tercero no fue toro de complacer. Abri¨® la faena con unos doblones, poderosos, para sacar al toro a los medios. Con el toro a rega?adientes, Juli plante¨® una faena tan de pelea como dominadora: a partes iguales. Le costaba al de Domingo Hern¨¢ndez y Juli le obligaba, por las buenas o por las malas. Algo as¨ª como si no quieres arroz, toma dos platos. Siempre muy motivado Juli, con enorme sensaci¨®n de poder. Pero la espada, esta vez, no le fue fiel.
HERN?NDEZ, GARCIGRANDE / JULI, MANZANARES
Cuatro toros de Domingo Hern¨¢ndez y dos, 2?, lidiado como sobrero, y 4?, de Garcigrande. De escaso trap¨ªo, algunos impresentables. El sexto, muy protestado. Descastados y mansos en general, adem¨¢s de complicados y rebeldes.
El Juli. Estocada desprendida con derrame (oreja); tres pinchazos y una casi entera (silencio); pinchazo y estocada ¨Caviso- (oreja protestada).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares. Estocada a recibir algo trasera (saludos); casi entera en dos tiempos ¨Caviso- (oreja con protestas); dos pinchazos y entera tendida y trasera (silencio).
Plaza de Valencia, 26 de julio. 4? de Feria. Tres cuartos. Finalizado el pase¨ªllo se guard¨® un minuto de silencio por las v¨ªctimas del accidente ferroviario de Santiago de Compostela.
El quinto tom¨® dos varas y en las dos se dio sendos y tremendos topetazos con el caballo. Se estrell¨®, literalmente. Pareci¨® tener aire, pero se le acab¨® el gas en cuanto not¨® que ¨¦l no dominaba la situaci¨®n. Era El Juli quien dispon¨ªa. Las series por la izquierda trataron de ser, sobre todo, dominadoras. La empresa no resultaba f¨¢cil. El toro, con un calamocheo antip¨¢tico, trat¨® de robarle en cada pase el arma a Juli. Entre lucha y lucha, porque la faena desemboc¨® en casi una batalla, no campal, solt¨® El Juli alg¨²n monumental natural. El toro para entonces ya buscaba una puerta por donde escaparse. Un improvisado molinete de rodillas fue un chispazo de imaginaci¨®n. El toro, rebelde con causa, acabo por no querer saber nada de El Juli y huy¨® con descaro. Le premiaron a El Juli con una oreja, pero tambi¨¦n se la protestaron. Con raz¨®n.
Uno de Garcigrande sali¨® en segundo turno en sustituci¨®n de una raspa de Domingo Hern¨¢ndez, que de salida fue muy protestada por su escasa estampa y, adem¨¢s, era animal tullido. Devuelto el titular, se solt¨® ese primer sobrero. Con m¨¢s apariencia por bien armado. Se le col¨® a Manzanares en el capote y la primera vara la tom¨® del piquero de puerta. Mala cosa. Suelto en banderillas, a su aire, quiso hacer la guerra por su cuenta en la muleta. Lo intent¨® sujetar Manzanares en los medios, pero visto lo visto, con el toro volviendo grupas hacia tablas, decidi¨® complacerlo. La faena, siempre pausada, sum¨® m¨¢s que rest¨® siempre en terrenos de toriles. Si molestarlo, Manzanares se acopl¨® a la circunstancia a favor de querencia lo puso a prueba por el lado derecho. Siempre con la muleta por pantalla, logr¨® que el toro metiera la cara. Fueron muletazos largos, con mando, pero no siempre con la suerte cargada. Con el toro aculado a tablas mont¨® la espada, y a recibir, la dej¨® enterrada. Al toro se lo llevaron las mulillas sin una cata por el pit¨®n izquierdo.
Un toro de buen estilo en el caballo fue el cuarto, portador del hierro de Garcigrande, que adem¨¢s fue bien picado por Ignacio Mar¨ªa Gonz¨¢lez. Y exigi¨® en la muleta mucha concentraci¨®n. M¨¢s fiero que bravo: muy espabilado. Toro para ponerse en faena. Se puso Manzanares en ello. Doblones a una mano, poderosos, para llevar al toro fuera del tercio. Una vez all¨ª, faena de poder a poder. Torero y toro midieron sus fuerzas, en cuanto el de Garcigrande se despistaba Manzanares se lo llevaba de largo y lograba dominar la situaci¨®n. No fue siempre, sin embargo. M¨¢s lucha sobre la mano izquierda, en esta ocasi¨®n s¨ª que lo intent¨®. Pero no sali¨® bien la cosa: sorte¨® alguna colada y la muleta sali¨® enganchada de los vuelos alguna vez. Un desarme rest¨® puntos. De vuelta sobre la derecha la faena no termin¨® de rematar. Tablas, en fin. En dos tiempos, dej¨® una casi entera. La oreja, un bonito regalo del palco.
La salida del sexto desat¨® la bronca. Sin trap¨ªo, el toro de Domingo Hern¨¢ndez. Pas¨® por el caballo y le pegaron con cierta sa?a. En banderillas camp¨® por donde quiso y como quiso: distra¨ªdo y suelto. No pintaba la cosa en positivo cuando Manzanares tom¨® la muleta. Y no pint¨®. El toro tambi¨¦n buscaba una salida al mismo tiempo que el personal abandonaba el coso. No pasaba nada en el ruedo. Y si pasaba, nada ten¨ªa inter¨¦s.
Un dato: solo El Juli realiz¨® un quite en toro ajeno, en el segundo. Manzanares pas¨® del tema, incluso en sus toros. Mano a mano sin rivalidad. Vac¨ªo antes y despu¨¦s del parto.
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