El retorno del viejo cham¨¢n
El brasile?o Hermeto Pascoal demuestra en Barcelona que a sus 77 a?os sigue siendo uno de los grandes del jazz y la m¨²sica callejera
Hac¨ªa mucho tiempo que Hermeto Pascoal (Rapiraca, Brasil, 1936) no pisaba un escenario barcelon¨¦s, demasiado. El reencuentro se produjo el lunes en la sala Apolo de la mano del Mas y Mas Festival y no pudo ser m¨¢s reconfortante. Pascoal segu¨ªa ah¨ª, m¨¢s vivo que nunca y rebosando ideas, como de costumbre. Una maravilla. Realmente, no se puede pasar tanto tiempo sin noticias en vivo de personajes tan importantes y atractivos de la escena musical ajena a modas y listas de ventas.
Con su pinta de viejo cham¨¢n (sin duda lo es) Pascoal, a sus 77 a?os, volvi¨® a ejercer en Barcelona su ceremonia de exaltaci¨®n de la creatividad desbordante a medio camino entre el misticismo m¨¢gico y la explosi¨®n l¨²dica. M¨²sica brasile?a, sin lugar a dudas, clavada en la tierra, pero volando alto entre destellos jazz¨ªsticos y ecos de mil m¨²sicas callejeras. Una propuesta que es un verdadero canto a la vida y que atrapa al espectador al primer acorde.
HERMETO PASCOAL
Mas y Mas Festival
Sala Apolo
Barcelona, 29 de julio de 2013
Comenz¨® su grupo marcando ya las l¨ªneas directrices por las que iba a discurrir todo el concierto: ritmos enrevesados, rozando siempre la disonancia pero terriblemente penetrantes, calurosos y coloristas que transportan a uno de inmediato, aun sin quererlo, a un Brasil de pura enso?aci¨®n, ese Brasil (real o no) al que Pascoal nos tiene acostumbrados. Su aparici¨®n, luciendo su barba blanca y un ancho sombrero de cuero, fue recibida como una necesidad y el escenario comenz¨® a moverse en un baile fren¨¦tico que dur¨® poco m¨¢s de una hora. Sesenta minutos cambiantes en los que se pas¨® de lo m¨¢s ¨ªntimo y cercano al delirio embriagador. Pascoal ante su teclado, o tocando la mel¨®dica o el acorde¨®n, controlaba hasta el m¨ªnimo detalle (?parte de la m¨²sica la hab¨ªa escrito esa misma ma?ana en el hotel!). A su lado, familia y amigos (su grupo es eso, en realidad: su mujer canta, su hijo toca las percusiones y en el resto de integrantes alguno, como el bajista Itiber¨º Zwarg o el bater¨ªa Marcio Bahia, llevan m¨¢s de tres d¨¦cadas con ¨¦l) parec¨ªan disfrutar tanto de la ceremonia como el entregado p¨²blico.
Al final, nadie quer¨ªa marcharse. El Apolo en pleno estuvo aplaudiendo durante 10 minutos hasta que consigui¨® arrancarle algo m¨¢s de m¨²sica, algo m¨¢s de magia, a un Pascoal que, cargado de buen humor, se arranc¨® con un exuberante pasodoble free a modo de despedida.
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