Golpe a la arquitectura
Cuando falleci¨® Chillida ya se atisbaban los rizos engominados, las f¨®rmulas uno, las visitas del Papa, las regatas y las espectaculares construcciones in¨²tiles
Se cumplen por estos d¨ªas 11 a?os de la muerte de Chillida, el maestro del vac¨ªo. Nada hace pensar que nuestros incultos gobernantes entendieran sus esculturas. Ya por entonces confund¨ªan el vac¨ªo con la desaparici¨®n de todo y con la nada. Y lo siguen haciendo.
Por aqu¨¦l tiempo Espa?a entera se preparaba para una borrachera de golf, p¨¢del y ladrillo, y se fraguaba la estafa de los bancos y uno de los mayores descalabros de nuestra historia macabra. El machote que ahora corre ocho kil¨®metros al d¨ªa en un alarde chulesco para alguien tan falso patriota que se escaque¨® de la mili y no los corri¨® cuando le tocaba como hicimos todos, tonteaba con Estados Unidos y Reino Unido a ser el tercer as de la baraja guerrera mientras sembraba de mentiras todo un vol¨¢til y et¨¦reo mercado inmobiliario enga?ando a tontos y listos. En esto no estaba solo, le acompa?aba su amigo Rato. Tambi¨¦n le acompa?aban los amiguitos del alma valencianos y los que se quer¨ªan un huevo.
En Valencia se empezaban a cocinar lo que despu¨¦s solo ser¨ªan putrefactas paellas que acabar¨ªan indigestando hasta a los est¨®magos m¨¢s agradecidos. De la trama G¨¹rtel a¨²n no se sab¨ªa nada, pero ya se atisbaban los rizos engominados de todos los que adornaban la boda del amo de los negocios patrios, de las f¨®rmulas uno, las visitas del Papa, las regatas y las espectaculares construcciones in¨²tiles. Fue una ceremonia de imputados en la que corr¨ªa el champ¨¢n del caro, las l¨¢mparas de Aladino, los sobres envenenados, los trajes de ping¨¹ino y otros de a diez mil la pieza que a¨²n estamos pagando.
Pasaron los a?os, se construyeron m¨¢s pisos que en la vida, todo el mundo se endeud¨® comprando casa, dos coches y un apartamento en la playa, mientras en la sombra se frotaban las manos los hombres de negro a sabiendas de la trampa que nos tend¨ªan. Cuando la ruleta acabase de girar sab¨ªan que nadie iba a llevarse el premio y que todo se lo iba a quedar la banca.
Despu¨¦s de divertirse observando el desenfreno, alguien decidi¨® que ya era bastante, se levant¨® del sill¨®n de mando tapizado con piel de esclavo y con su gran puro incendi¨® el globo de los sue?os. El pinchazo hizo caer de la inestable barquilla a todo el pasaje d¨¢ndose el batacazo del siglo. Luego pasaron la escoba, recogieron los restos del desastre, lo acumularon en el basurero del banco malo y, tras repartirse primas, bonos y patrimonios desahuciados, pidieron dinero s¨®lo para su causa y as¨ª volver a empezar la partida. Pero no acaba ah¨ª la andanada.
El nuevo juego se ha hecho m¨¢s liberal que nunca. Anclados en tortuosas ra¨ªces religiosas con las que nos la envainan por la misma puerta del infierno, aquellos seres funestos reparten sobres con billetes y tijeras para, con la excusa de la competitividad y la reactivaci¨®n de la econom¨ªa, recortar sueldos, camas, becas y derechos, y privatizarlo todo. Tambi¨¦n hacen desaparecer la asignatura de ¨¦tica. Deben pensar que si a ellos no les sirve de nada para qu¨¦ demonios le va a servir al resto. El bienestar se ha quedado s¨®lo en sus feudos.
Pero a¨²n as¨ª no tienen bastante. Una vez concluida la mascarada todav¨ªa queda lo pen¨²ltimo. Con la ignorancia y la falta de moral en sus azadas, ahora se dedican a cultivar el vac¨ªo de la arquitectura, que para ellos solo debe suponer el s¨ªmbolo de su poder¨ªo. Aprovechando las vacaciones de agosto el gobierno pretende consumar, cual si de un golpe de estado se tratara, la destrucci¨®n de la arquitectura y su milenario oficio.
Rizando el rizo de los cabellos pringosos de aquella fiesta de la infamia, ahora el gobierno de la naci¨®n quiere sembrar un gran vac¨ªo arquitect¨®nico diluyendo las competencias de los arquitectos entre todos aquellos que al menos sepan lo que es un ladrillo. Da lo mismo lo que sean, da lo mismo para lo que hayan sido preparados, da lo mismo lo que hayan estudiado. Con tal de que sepan lo que es el cemento o lo que es el vidrio, ya consideran desde el ministerio de econom¨ªa que est¨¢n capacitados para hacer arquitectura.
En la Espa?a de hoy el ¡°Elogio del Horizonte¡± del escultor vasco representa la paradoja de lo que quisimos alcanzar y se qued¨® a mitad de camino. Acorralados en ese gran vac¨ªo sin horizonte ni perspectiva digna, por todas las costuras se deshilacha la tela de saco que nos legaron los de los corruptos ropajes tras dejarnos abatidos y perdidos en el laberinto de su urdimbre mientras los banqueros y sus secuaces del gobierno no paran de engordar y atenazarnos con sus potentes brazos.
No entienden ni quieren comprender el significado de lugar, cultura, vac¨ªo, ni, por supuesto, lo que es la arquitectura. Desde su est¨®lida poltrona nuestros indignos gobernantes, que no debieron entender bien los vac¨ªos de Chillida, s¨®lo est¨¢n obsesionados, obedeciendo a quien les dirija, en ningunear el oficio de arquitecto y sumir a la sociedad entera en un gran vac¨ªo de una arquitectura sin arquitectos.
Vicente Blasco Garc¨ªa,
Arquitecto y profesor de Construcci¨®n de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia.
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