Crisis, a?o VI
A¨²n no sabemos si esa luz que algunos perciben al final del t¨²nel, no es sino la linterna de Montoro a la b¨²squeda de nuevos impuestos
Cuando 2013 concluya, llevaremos ya seis a?os instalados en una crisis econ¨®mica de alcance todav¨ªa desconocido; al menos, para dos generaciones completas de valencianos. Hasta el punto de que a¨²n no sabemos si esa luz que algunos perciben al final del t¨²nel, no es sino la linterna de Montoro a la b¨²squeda de nuevos impuestos con los que calmar a los mercados, o sencillamente, el vag¨®n de cabecera de otro tren que se empe?a en circular en direcci¨®n contraria.
Pero, al margen de que asumamos que la enormidad de los problemas a resolver deja muy escaso margen de maniobra para una comunidad aut¨®noma como la nuestra, insignificante en t¨¦rminos macroecon¨®micos, y maniatada por niveles inasumibles de deuda, bueno ser¨ªa detenerse unos instantes a reflexionar sobre d¨®nde est¨¢bamos a comienzos de 2008, y d¨®nde estamos ahora, en 2013, y, ya, de paso, preguntarnos si hemos hecho algo m¨¢s que esperar a Godot mientras los a?os pasaban sobre nuestras maltrechas haciendas. Porque si bien, de las crisis c¨ªclicas de car¨¢cter coyuntural, se suele salir m¨¢s pronto o m¨¢s tarde (a poco que la demanda recupere el tono perdido), de las crisis estructurales como ¨¦sta, que afectan a los cimientos mismos del sistema p¨²blico, productivo y financiero en su conjunto, solo se puede salir de manera sostenida en el tiempo, asumiendo cambios sustanciales en el dise?o y los esquemas de funcionamiento de todos ellos al mismo tiempo.
Sobre este ¨²ltimo, el financiero, muy poco puede hacerse, puesto que ya ni siquiera existe algo que merezca el calificativo de ¡°sistema financiero valenciano¡±. Un logro que, al menos en parte, debe atribu¨ªrsele, con todo merecimiento, a los sucesivos dirigentes pol¨ªticos de esta comunidad; gobernantes, todos ellos, de gran carisma, y dotados de una visi¨®n estrat¨¦gica tan sutil, que a¨²n hoy resulta incomprensible para el com¨²n de los mortales.
Por lo que respecta al sistema productivo, ?qu¨¦ puede decirse que no sepamos? Sin diagn¨®stico ni estrategia, simplemente, permanecemos a la espera de que la tormenta amaine en el exterior, para averiguar cu¨¢les son los restos del naufragio que permanecen en tierra, confiando en que algunos de ellos, sin saber muy bien por qu¨¦, alumbren un nuevo ciclo de crecimiento sobre la base del viejo paradigma preexistente.
Pero lo que resulta m¨¢s sorprendente es la clamorosa inacci¨®n mostrada por tales dirigentes ante un sector p¨²blico (auton¨®mico y municipal) tan ineficiente como sobredimensionado, lleno de organismos in¨²tiles e instituciones vac¨ªas de contenido, creadas al margen de los servidores p¨²blicos por antonomasia que son los funcionarios, quienes, a la postre, son los que acaban pagando los costes de su pasividad e incompetencia.
O sea, que podemos seguir responsabilizando al mundo exterior de todo lo que nos pasa, pero existen algunas de ellas, y muy sustanciales, de las que ni el gobierno central, ni Merkel, ni el BCE, ni siquiera Lehman Brothers, tienen la culpa.
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