Las batallas del Born
El nuevo espacio no debe ser una pieza m¨¢s del engranaje que est¨¢ destruyendo la vida cotidiana de Ciutat Vella
Por fin se ha inaugurado el Born Centre Cultural, despu¨¦s de cambiar el proyecto previsto de Biblioteca Provincial y tras unas obras que han costado 84 millones de euros. Era alarmante haber estado cuarenta a?os sin saber qu¨¦ hacer con la estructura del mercado audazmente salvada de la piqueta.
Este Born CC, ya tan popular, nos ofrece una gran lecci¨®n de historia urbana al poder comprobar c¨®mo la ciudad se va haciendo por superposici¨®n de capas: lo que queda de la Ribera de 1714, que sus propios habitantes fueron obligados a derribar; interpretado y cobijado bajo la cubierta met¨¢lica del mercado proyectado por Josep Fontser¨¦ en la ¨¦poca del optimismo tecnol¨®gico, comercial y burs¨¢til; y rehecho todo con un programa tem¨¢tico en la Barcelona posmoderna.
Es parad¨®jico que estas mismas piedras hoy veneradas hace unos a?os fueran arrasadas en silencio para hacer el aparcamiento contiguo y otras obras en los alrededores. Y no es casual que el cambio de mentalidad hacia estos vestigios coincida con el resurgir de la voluntad de la naci¨®n catalana y con la necesidad de repensar el per¨ªodo hist¨®rico que marc¨® nuestra dependencia de tres siglos de la Espa?a borb¨®nica.
Este volver a resonar los gritos de los catalanes apresados en la sangrienta lucha de intereses entre las monarqu¨ªas europeas en el cambio del siglo XVII al XVIII nos ha de servir para reflexionar sobre los conflictos actuales. Porque m¨¢s all¨¢ de la victoria conseguida al salvar este yacimiento y m¨¢s ac¨¢ de la lucha pendiente por el derecho a decidir, en el espacio del Born se empiezan a librar otras batallas.
Este Born al que ahora podemos entrar libremente ha de ser un lugar de aprendizaje y debate para enriquecernos culturalmente
La primera, que la meditada, pulcra y discreta, clara y elegante intervenci¨®n dirigida por el arquitecto Enric Soria para consolidar el edificio y reforzar su di¨¢fano espacio interior sea valorada y resista toda la parafernalia que se le puede venir encima, empezando por el tedioso montaje del Auca del Born.
La segunda, que el espacio p¨²blico recuperado alrededor tenga realmente un uso ciudadano y no sea este gran vac¨ªo con la se?era gigante y fl¨¢cida, pocos bancos y ning¨²n ¨¢rbol; ni se convierta en una plataforma llena de terrazas de bares, restaurantes y tiendas de degustaci¨®n, el gran peligro que comporta la nueva Ordenanza de Terrazas, a punto de ser aprobada definitivamente con los votos de CiU y PP y la fuerte oposici¨®n de la izquierda.
La batalla social ya es patente en la guerra de pancartas en los balcones ¡ªunas puestas por el Ayuntamiento con los apellidos de los que vivieron all¨ª y otras en contra de los derroteros del Born puestas por los vecinos que viven hoy-, y en la ruidosa cacerolada del 9 de septiembre durante la ceremonia de inauguraci¨®n.
Aqu¨ª confluyen tres protestas: la de los vecinos de alrededor, que llevan a?os luchando contra la estrategia de las obras y la p¨¦rdida irremediable de los valores del barrio; la de los que reclaman las plazas de aparcamiento eliminadas; y la lucha cl¨¢sica de la Asociaci¨®n de Vecinos de Ciutat Vella, la que en los a?os setenta consigui¨® salvar el Born para la ciudad y que ahora ha luchado contra una revisi¨®n del Plan de Usos, aprobada en verano, que ha roto la moratoria de nuevos hoteles y que condena al barrio ya definitivamente a la tematizaci¨®n, gentrificacion y plaga de los apartamentos tur¨ªsticos. Al sacrificar toda la cuidad para aprovechar la coyuntura ef¨ªmera de inversiones, especulaci¨®n y blanqueo de la industria hotelera se ha iniciado la batalla entre la ciudad global, la smart city, y la ciudad real de los que sobreviven en ella.
Este Born al que ahora podemos entrar libremente ha de ser un lugar de aprendizaje y debate para enriquecernos culturalmente. El reto es que sea para las personas y para reforzar la vida del barrio; para que los catalanes piensen, debatan, creen y difundan; y para que los visitantes aprendan sobre nuestra historia.
Que no sea un palacio para los intereses partidistas de los pol¨ªticos, ni un mausoleo para el sentimentalismo, ni una mina para el negocio de la industria tur¨ªstica global. El Born no puede ser una pieza m¨¢s del engranaje que est¨¢ destruyendo la vida cotidiana de Ciutat Vella, sino que ha de ser el lugar m¨¢s p¨²blico, inclusivo y pedag¨®gico de Barcelona. Nosotros somos los testigos y, por lo tanto, somos responsables de lo que vaya a ser.
Josep Maria Montaner, arquitecto y catedr¨¢tico de la ETSAB-UPC
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