La superioridad moral de la izquierda
Intenten recordar leyes sociales impulsadas por la derecha
No se acaban de poner de acuerdo en su tesis central. Unos d¨ªas se empe?an en argumentar que ¡°la vieja divisi¨®n izquierda y derecha ya no existe¡± y, a la semana siguiente, elaboran un cuadro completo para demostrar que ha terminado la superioridad moral de la izquierda.
Es verdad que la denominaci¨®n izquierda y derecha solo designaba el lugar en el que se sentaban los delegados que defend¨ªan los privilegios reales de los que se opon¨ªan y que un lugar geogr¨¢fico no determina tu forma de pensar ni la coherencia de tus actuaciones. Tambi¨¦n es cierto que nadie est¨¢ construido de una pieza, sin contradicciones. Hay personas de la izquierda incoherentes o ego¨ªstas y personas de la derecha pol¨ªtica que practican valores de solidaridad.
Pero hagamos un ejercicio sencillito de utilidad. Desde la llegada de nuestro pa¨ªs a la democracia, intenten recordar una o varias leyes que afecten a derechos sociales, a la igualdad de oportunidades, a la creaci¨®n o la ampliaci¨®n del estado del bienestar, a la justicia social, que haya sido elaborada o impulsada por partidos u organizaciones de la derecha. Repasen detenidamente: la universalizaci¨®n de la seguridad social, la universalizaci¨®n y ampliaci¨®n de la ense?anza, la igualdad entre hombres y mujeres, el reconocimiento de derechos de las personas homosexuales, la ley de dependencia, los sistemas de protecci¨®n social¡ Ni uno solo de ellos ha sido impulsado por gobiernos de la derecha en nuestro pa¨ªs o por sus organizaciones sociales.
Por el contrario, a la chita callando, aprovechando la crisis econ¨®mica, mientras usted y yo comentamos el ¨²ltimo episodio de corrupci¨®n o de descr¨¦dito de los pol¨ªticos, se est¨¢ reformando todo el edificio institucional propio de un estado de bienestar en funci¨®n de unos valores que se asientan en el poder del dinero, la divisi¨®n social y el quebranto de la igualdad de oportunidades. No hay una sola ley importante que no est¨¦ siendo convenientemente talada, disminuida o simplemente aniquilada. La justicia gratuita ha dejado ser tal y ahora si, por ejemplo, quiere pleitear contra las cl¨¢usulas abusivas de los bancos, prepare 300 euros para la primera demanda. La seguridad social ha dejado de ser universal y se ha expulsado a m¨¢s de 700.000 inmigrantes. El aumento de las pensiones deja de estar ligado a su indicador real que es el coste de la vida. Los derechos de las personas con dependencia han dejado de ser vinculantes y se han convertido en potestativos. En la educaci¨®n se impone el criterio de excelencia al de igualdad y se aumenta el poder religioso en las aulas¡ Hasta 30 leyes centrales para nuestra vida est¨¢n siendo modificadas en una operaci¨®n que ya no se puede llamar reforma, sino demolici¨®n.
Para el triunfo de esta operaci¨®n se requiere la liquidaci¨®n del patrimonio moral y ¨¦tico de la izquierda. Necesitan como el agua el sindicalista corrupto, el pol¨ªtico de izquierdas trinc¨®n. Anoten como la lupa inquisidora no encuentra, o mejor no busca, conductas delictivas en las organizaciones sociales de la derecha. F¨ªjense en la benevolencia que se aplica a las conductas delictivas de los empresarios y c¨®mo empieza a ser ya una preocupante toma de partido ideol¨®gica.
Pero lo anterior no pretende disminuir la responsabilidad o la condena moral de pol¨ªticos o sindicalistas de izquierda que realmente se hayan enriquecido o malversado caudales p¨²blicos. Todo lo contrario. El da?o que han producido va mucho m¨¢s all¨¢ de su penalizaci¨®n legal. Sea cual sea su condena, no pagar¨¢n el da?o que le producen a la izquierda y al movimiento obrero en este pa¨ªs. Han rasgado ese delicado tejido construido con el sacrificio de miles de hombres y mujeres que han dedicado sus vidas a la defensa de causas justas, al progreso de la gente m¨¢s sencilla, a la conquista de derechos que nos han hecho m¨¢s libres. Hombres y mujeres, ideas y valores que son ahora m¨¢s necesarios que nunca. En cuanto a los otros, si se demuestra su culpabilidad y su enriquecimiento personal, ni una l¨¢grima por ellos. Malditos sean.
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