Un respeto, alcaldesa

Si la alcaldesa de Valencia tuviera un m¨ªnimo de respeto por los m¨¢s de 150.000 vecinos que votaron por los partidos de la oposici¨®n con representaci¨®n en el hemiciclo del Ayuntamiento se tomar¨ªa el debate sobre el estado de la ciudad ¡ªal que acude forzada y desganada¡ª con algo de inter¨¦s. Pero hace tiempo que Barber¨¢ perdi¨® la consideraci¨®n a todos los que no piensan como ella. Su soberbia ha ido mucho m¨¢s lejos que sus incuestionables mayor¨ªas absolutas. Una l¨¢stima. Una pol¨ªtica con su dilatada trayectoria ya deber¨ªa haber aprendido que es mucho m¨¢s importante actuar como una dem¨®crata que limitarse a parecerlo. Su desplante para con esos m¨¢s de 150.000 ciudadanos que no la votaron cuestiona sus convicciones democr¨¢ticas que, como a lo soldados de la antigua mili, solo se le suponen.

Una l¨¢stima, insisto, su pasotismo, su indiferencia. Su desprecio hacia los partidos de la oposici¨®n municipal le hacen un flaco favor. Rita Barber¨¢ ha demostrado ser una magn¨ªfica parlamentaria que no se arredra ante nadie (aunque ahora vaya pidiendo ayuda a la Polic¨ªa porque no le gusta lo que escucha en la calle) y que es muy capaz de mantener un debate con cualquiera de sus oponentes, a los que no respeta.

Tantos a?os en el poder absoluto le han hecho olvidar la ¨¦poca que pas¨® en la oposici¨®n en las Cortes Valencianas. Si guardara alg¨²n recuerdo de aquellos a?os, sabr¨ªa que nunca el entonces presidente Joan Lerma la despreci¨®. Claro que Lerma era entonces, y ahora, un dem¨®crata.