Rus hincha el b¨ªceps
El presidente de la Diputaci¨®n de Valencia ha mejorado su cartel
Cuando Alfonso Rus irrumpi¨® en la pol¨ªtica auton¨®mica su cartel personal era sumamente tosco, ordinario y, sobre todo, r¨²stico. Si es que todo ello no significa lo mismo. Era un ripio que flotaba sin estilo ni forma, como si fuera una balsa de riego, en la selecta piscina en la que braceaba con prosopopeya el elenco principal del PP valenciano. Solo se trataba de un estrafalario tendero de todo a cien, g¨¢rrulo y con ¨ªnfulas de tocar la bater¨ªa, que buscaba relieve social en el pescante de una carroza de Ferrari. Sin embargo, ahora Rus parece casi Pericles. Lleva unas gafas de im¨¢n colgadas en el pescuezo como si fuera a firmar unos protocolos con Emilio Bot¨ªn y exhibe un peleado escorzo de gimnasio. Incluso intenta dilucidar como si hubiese hecho la mili con Anax¨¢goras. Y todo, sin sacrificar su sustantividad, la que lo ha hecho c¨¦lebre y tanto agradecemos en los medios de comunicaci¨®n: cada vez que abre la boca sigue dando no menos de cuatro titulares.
?Qu¨¦ ha ocurrido? Es evidente que el presidente de la Diputaci¨®n de Valencia y alcalde de X¨¤tiva ha mejorado sensiblemente su cartel, y no solo en el aspecto y la coreograf¨ªa. En un momento de bancarrota sist¨¦mica, Rus mantiene la caja de la Diputaci¨®n en n¨²meros negros, paga a 30 d¨ªas a los proveedores, acude al rescate del naufragio municipal o pone en marcha planes (con dinero) para crear puestos de trabajo. Adem¨¢s, frente al mutismo ovino del presidente Alberto Fabra, planta cara al Gobierno central y desaf¨ªa a la cresta de su partido en Madrid. Sin duda, Rus ha progresado, pero no es menos cierto que el escenario en el que trataba de hacerse sitio ha sido arrasado y las referencias que lo encog¨ªan se han derrumbado. El combinado de calamidades cultivado en el PP valenciano (por el sacrificio de lo fundamental en el altar de la pompa, por la prol¨ªfica hemorragia judicial) ha desplazado el eje de rotaci¨®n del partido. Los polos se han derretido y, ante el deg¨¹ello integral, Rus ha emergido como uno de los hitos m¨¢s s¨®lidos de la organizaci¨®n.
Sin negar capacidad a Rus para conquistar esa posici¨®n, incluso mejorarla en lo sucesivo, uno de los principales factores que ha contribuido a transformar sus estigmas en activos es que en ese nuevo escenario pol¨ªtico, cocido por la crisis econ¨®mica, lo normal se ha convertido en extraordinario. Que Rus, al menos por ahora, no est¨¦ afectado por la corrupci¨®n y mantenga la caja a raya, que conforman preceptos b¨¢sicos de la gesti¨®n p¨²blica, ahora se valoran como si se tratase de un m¨¦rito excepcional. Lo cual da tambi¨¦n una idea del punto de podredumbre alcanzado en la Administraci¨®n bajo la gesti¨®n de su partido. Rus constituye la excepci¨®n m¨¢s visible en esa regla que ha llevado a la c¨²pula del PP al banquillo y ha intensificado la agon¨ªa econ¨®mica de la Generalitat m¨¢s all¨¢ del castigo impuesto por el desfavorable sistema de financiaci¨®n.
Pero su efigie sacando pecho por lo obvio, presumiendo ante los suyos de lo que los suyos no han sido capaces de lograr, tambi¨¦n subraya en fosforescente el estado de desolaci¨®n (y voracidad) en el que vive su partido ante la inminente refriega electoral. Su fulgurante ascensi¨®n, por encima de todo, es la confirmaci¨®n del fulminante fracaso de Alberto Fabra ante el reto que le impuso Mariano Rajoy de remontar el vuelo de un partido que Camps, embriagado de s¨ª mismo, elev¨® a lo m¨¢s alto (electoralmente) para despe?arlo en su ¨¦xtasis m¨ªstico.
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