El poder de una sandalia
Mientras se publicita con detalle cualquier actuaci¨®n pol¨ªtica, los mecanismos del poder son en realidad mucho m¨¢s opacos
La airada intervenci¨®n del portavoz de la CUP en la comisi¨®n de investigaci¨®n del Parlament de Catalu?a sobre la crisis de las cajas de ahorros ha encendido el debate entre los que creen que ha traspasado los l¨ªmites de las reglas del juego democr¨¢tico y los que consideran que su gesto al menos ha reflejado el malestar de amplias capas de la poblaci¨®n ante los abusos del poder bancario. En su interpelaci¨®n a Rodrigo Rato, que comparec¨ªa como ex presidente de Bankia, el diputado David Fern¨¤ndez levant¨® su sandalia como expresi¨®n de ¡°desprecio al poder del poder¡±, tras tildarlo de ¡°g¨¢nster¡± y retarle a encontrarse en el infierno. Por su lado, Rato defendi¨® la legalidad de sus acciones y se escud¨® en la imposibilidad de ampliar sus explicaciones por ser parte de un proceso judicial abierto. El actual asesor del Banco de Santander eludi¨® responsabilidades, esgrimi¨® ser solo una pieza de un engranaje m¨¢s amplio y defendi¨® tener menos poder del que se le suele atribuir.
Mientras tanto, los medios de comunicaci¨®n, incluso los m¨¢s cr¨ªticos con la actuaci¨®n del representante de la CUP, han contribuido a confirmar la peque?a parcela de poder del diputado, sabiendo adem¨¢s que el minuto de v¨ªdeo del acto en el Parlament satisfar¨ªa su propia ansia de audiencia y alimentar¨ªa la simplificaci¨®n del debate p¨²blico, con la ayuda del efecto viral de las redes. El debate sobre qui¨¦n est¨¢ da?ando m¨¢s la calidad de la democracia est¨¢ servido. Sin embargo, lo m¨¢s interesante de la sesi¨®n parlamentaria de esta semana es que pone de manifiesto la dificultad de entender qui¨¦n manda y c¨®mo funcionan los mecanismos del poder en la sociedad actual. En el sugerente ensayo El fin del poder, Mois¨¦s Na¨ªm explica que en los ¨²ltimos a?os ha tenido lugar una profunda transformaci¨®n del poder que de estar concentrado en Estados, ej¨¦rcitos y religiones, se ha difuminado en una amplia gama de nuevos actores econ¨®micos, sociales y tecnol¨®gicos que conviven con los detentadores cl¨¢sicos de la soberan¨ªa.
El origen de esta dispersi¨®n se remontar¨ªa a la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y a una globalizaci¨®n que impuls¨® la circulaci¨®n libre de bienes, capitales, ideas y personas. Si el poder cl¨¢sico estaba confinado en unos l¨ªmites (territoriales, demogr¨¢ficos, mentales), la ca¨ªda de todo tipo de fronteras habr¨ªa facilitado el surgimiento de actores de origen, tama?o y vocaci¨®n muy distintos que a partir de ahora vendr¨ªan a competir por una parcela de poder. Esta mayor distribuci¨®n del poder es positiva en la medida en que ha abierto las reglas del juego democr¨¢tico a una pluralidad de actores, pero el poder tiene ahora m¨¢s limitaciones y gobernar se ha vuelto m¨¢s dif¨ªcil, a veces incluso paralizante. Hoy, seg¨²n Na¨ªm, el poder es m¨¢s f¨¢cil de conseguir, m¨¢s dif¨ªcil de mantener y m¨¢s f¨¢cil de perder.
Na¨ªm explica muy bien la contradicci¨®n de un mundo en el que el poder sigue concentrado en algunas manos mientras se esparce en muchas direcciones, pero su relato tiene algo de inquietante, porque revela un escenario en el que todos tenemos un potencial de poder, pero a la hora de la verdad nadie manda ni es plenamente responsable.
Pero que el entramado de poder sea hoy mucho m¨¢s complejo no quiere decir que el poder est¨¦ repartido equitativamente ni que no haya actores que de verdad est¨¦n al mando. En cierta medida, lo que parece es que esta mayor pluralidad de voces, medios y protagonistas consiguiera distraer de la toma de algunas decisiones que se cosen tras los focos. Hoy, en la supuesta era de la transparencia, cuando parlamentos y medios publicitan hasta el ¨²ltimo detalle de las decisiones pol¨ªticas, los mecanismos del poder son en realidad mucho m¨¢s opacos. Los casos de corrupci¨®n m¨¢s escandalosos han mostrado solo la punta del iceberg de connivencias que mueven miles de millones de euros, asignaciones de contratos y decisiones p¨²blicas que se alejan del inter¨¦s general. Aqu¨ª hay mucho poder.
Pero no es necesario recurrir a la corrupci¨®n para tener poder. Tambi¨¦n los gobiernos ejemplares, a pesar de los l¨ªmites y presiones que reciben en sentidos opuestos, siguen teniendo capacidad de intervenir y transformar la realidad. Incluso sin dinero, que todav¨ªa lo hay, los gobiernos pueden marcar prioridades, poner acentos en la direcci¨®n de la sociedad, conseguir que la corriente de decisiones vaya en un determinado sentido. No son gobiernos impotentes. En realidad, tal como lo explica Llu¨ªs Duch, el problema de nuestra sociedad no es la falta de poder, sino la falta de autoridad. La autoridad no se demuestra, sino que se ejerce a trav¨¦s del testimonio de las propias acciones, de la veracidad de las decisiones, del ejemplo. ?C¨®mo recuperar la autoridad? Volviendo a pensar en el largo plazo. Hoy, parece m¨¢s necesario que nunca invertir en educaci¨®n y formar a las mejores ¨¦lites para el ma?ana, devolver el prestigio al entramado de instituciones p¨²blicas y luchar por una sociedad m¨¢s justa en la que el poder est¨¦ repartido de manera m¨¢s igualitaria.
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