Creciendo
Arctic Monkeys son una banda abierta, consciente de la necesidad de evoluci¨®n y armada con una determinaci¨®n para explorar nuevos caminos
Error: Arctic Monkeys no son una banda estacional aferrada al sonido que les hizo populares. Otro error: Arctic Monkeys no son una banda liderada por un pasmado que se mira los zapatos y pasa por escena como quien despacha un trabajo rutinario. ?ltimo error: vincular la prosperidad de la banda de Sheffield al mantenimiento a ultranza de sus postulados. En un concierto entretenido, variado y ambicioso, los que pudieron parecer flor de un d¨ªa despacharon un repertorio que los sit¨²a como una banda abierta, consciente de la necesidad de evoluci¨®n y armada con una determinaci¨®n para explorar nuevos caminos que deja atr¨¢s los miedos al cambio. Podr¨¢n gustar o disgustar, pero el cuarteto que el s¨¢bado en la noche triunf¨® en Badalona no es de los que se limitan a mirar lo conseguido.
La mayor parte del repertorio expuesto form¨® parte de su ¨²ltimo trabajo, un AM donde la banda reitera que su post-punk nervioso y tenso ya no es ¨²nico argumento. Canciones escoradas hacia el rock, melod¨ªas de pop tradicionales que necesitan un cantante, no s¨®lo alguien que diga r¨¢pido, aproximaciones a la m¨²sica negra y guitarrazos setenteros sonaron no como una impostura o una hu¨ªda hacia delante de una banda que necesita renovarse, sino a la consecuencia razonable de quienes entienden que el mundo de la m¨²sica no tiene un solo sendero. S¨ª, las piezas cl¨¢sicas del grupo ¨CBrianstorm, Teddy Picker, Crying Lightning, Fluorescent Adolescent, etc¨¦tera- recibieron su cuota de entusiasmo, pero piezas que escapan al patr¨®n inicial de la banda como One for the road, Comerstome, Piledriver Waltz o la excelente Fireside fueron recibidas con entusiasmo por una audiencia que ya santific¨® al nuevo encendedor: las pantallas de los m¨®viles en modo linterna han matado al mechero para mostrar ternura en las baladas.
Y el remate a todo este espect¨¢culo, alumbrado por un vistoso aunque sencillo juego de luces, fue un Alex Turner en plan estrella que cuando dejaba la guitarra compon¨ªa unas estampas que ped¨ªan un fot¨®grafo atento. Decenas de posturitas bien construidas, con flexibilidad corporal y elegancia, dejando su cuerpo listo para ser visto, bien contone¨¢ndose, bien peinando el tup¨¦, dejaron bien a las claras que Alex tiene virutas de escenario corri¨¦ndole por las venas. Dirigirse al p¨²blico en catal¨¢n y despedirse con un brioso Visca Catalunya acab¨® por demostrar que Arctic Monkeys no son un grupo de ni?atos atropellados por la fama. Despu¨¦s podr¨¢n gustar o no, pero su propuesta es de lo m¨¢s sensata y efectiva. Algunos, usando la palabra de moda m¨¢s peligrosa del momento, dir¨¢n que se han reinventado. En realidad Arctic Monkeys est¨¢n creciendo.
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