Dos generaciones de artistas ante la presencia y la ausencia
El ciclo de exposiciones con obras de la colecci¨®n propia se cierra con 11 piezas de seis artistas
El Museo Guggenheim Bilbao expone desde hoy once obras de dos generaciones de artistas contempor¨¢neos, Elssie Ansareo, Manu Arregui, Jos¨¦ Manuel Ballester, Prudencio Irazabal, Dar¨ªo Urzay y Juan Usl¨¦, que juegan en sus obras con la presencia y la ausencia. Son obras procedentes de los fondos propios del Guggenheim Bilbao, que se han agrupado en dos ¨¢mbitos bien definidos: uno para la figuraci¨®n y otro para la abstracci¨®n. Con esta selecci¨®n se cierra el ciclo de exposiciones tem¨¢ticas de obras de la colecci¨®n propia del museo, que cuenta con 128 piezas de 73 artistas.
En el apartado figurativo se encuentra la obra de Elssie Ansareo (M¨¦xico, 1979)? El baile de las fl?neuses, un gran mural de doce paneles fotogr¨¢ficos en el que los personajes de una familia posan en un entorno de luces y sombras. Ansareo realiz¨® este mural en blanco y negro, como muchos de sus trabajos, lo que intensifica la sensaci¨®n de imagen congelada. Un color, el negro, que usa, seg¨²n ha comentado, porque "es el color que vemos cuando cerramos los ojos".
Manu Arregui (Santander, 1970) presentada dos v¨ªdeos. Irresistiblemente bonito, tiene como eje central a Vanesa Jim¨¦nez, una muchacha con una gran minusval¨ªa, conocida como la ni?a de los huesos de cristal. La obra se compone de dos proyecciones de v¨ªdeo enfrentadas: una de ellas muestra la grabaci¨®n de la persona real, mientras que en la otra se presenta la imagen virtual de Vanesa como si fuera su reflejo. Arregui ha explicado que este juego entre imagen real y virtual le permite indagar en la dualidad entre la persona y el personaje que muestran los medios de comunicaci¨®n.
El otro v¨ªdeo de Arregi es Con gesto afeminado, completado con una escultura. En este trabajo, Arregui parte de una pel¨ªcula de 1935 sobre los Ballets Russes, con un sustrato homosexual obvio, que destaca para cuestionar la hegemon¨ªa de la masculinidad.
Jos¨¦ Manuel Ballester (Madrid, 1960) expone tres obras en las que juega con el espacio vac¨ªo y las huellas que dejan las personas, ausentes de sus cuadros. Ballester reinterpreta obras maestras del arte. As¨ª, en 3 de mayo, evoca el cuadro de los fusilamientos de Goya dejando en la escena ¨²nicamente un charco de sangre en la tierra, iluminado. En su visi¨®n de Las Meninas, Ballester tambi¨¦n prescinde de los personajes limitando la atenci¨®n del espectador a las obras de arte que aparecen en el cuadro, la luz y la propia composici¨®n. El m¨¢s inquietante es la enorme y tenebrosa versi¨®n de La balsa de la medusa, basada en un lienzo de Th¨¦odore G¨¦ricault, que representa las horas posteriores a un naufragio en el que m¨¢s de cien personas navegaron durante d¨ªas en una balsa improvisada. La fotograf¨ªa de Ballester muestra los restos de la balsa, pero carente de presencia humana.
La parte de la exposici¨®n centrada en la abstracci¨®n enfrenta dos versiones de?En una (Microverso) fracci¨®n, una en rojo y otra en azul c¨®smico, de Dar¨ªo Urzay (Bilbao, 1958). Urzay presenta en estos dos trabajos un viaje del macromundo al micromundo; de lejos, sus cuadros parecen un espacio gal¨¢ctico, pero al acercarse se transforman y se ve algo parecido a unas venas o unas neuronas. El pintor ha explicado que la obra de arte es un objeto f¨ªsico al que se suma la distancia hasta la obra, de manera que ¨¦sta es "lo que crea el espectador a partir de fragmentos", sumando lo que ve de cerca y lo que ve de lejos.
El santanderino Juan Usl¨¦ (Santander, 1954) presenta dos versiones de su serie So?¨¦ que revelabas, que se caracterizan por franjas horizontales de pinceladas verticales de pintura negra que se repiten met¨®dicamente, creando la sensaci¨®n de movimiento lento o palpitante. Por ¨²ltimo, el alav¨¦s Prudencio Irazabal (Puentelarr¨¢, 1954) expone Sin t¨ªtulo #767, formada por cuatro paneles de un intenso color rojo.
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