El t¨ªo Ventura
As¨ª las cosas, dir¨ªa, ?por qu¨¦ no reclamar la vuelta de Portugal a la Corona espa?ola?
¡°?Autonomia?, Tanta com Portugal¡±. Estos d¨ªas de a?o nuevo de tantos revuelos con la cuesti¨®n catalana, se me ha aparecido el esp¨ªritu de Vicent Ventura, el excelente periodista de cuya muerte se acaban de cumplir, estas navidades, quince a?os. De Ventura, m¨¢s all¨¢ de las ideas, siempre admir¨¦ su bonhom¨ªa y su radicalidad, o lo que es lo mismo, la profundidad de su compromiso pol¨ªtico. Un compromiso, que, lejos de las obcecaciones ideol¨®gicas, le hizo transitar desde la Falange antifranquista de Ridruejo al socialismo democr¨¢tico y al nacionalismo catal¨¢n. Lo cual en ¨¦l ten¨ªa un especial m¨¦rito, pues por su car¨¢cter, de natural apasionado y tenaz, podr¨ªa haber desembocado en el inmovilismo, tan com¨²n en la larga noche del franquismo. Ventura siempre se rebel¨® contra la resignaci¨®n del ¡°anar tirant¡±, tan propia de aquellos a?os. Una ostentaci¨®n tan triste de la condici¨®n civil que hoy vivimos con la pareja letan¨ªa de ¡°es lo que hay¡±. ¡°?Es lo que hay? ?Y a ti te gusta? ?No, pero est¨¢s dispuesto a trag¨¢rtelo? Entonces, ?qu¨¦ eres? ?Un hombre o un esclavo?¡±. Algo as¨ª hubiera argumentado el t¨ªo Ventura ante tantos conformistas.
He dicho ¡°el t¨ªo Ventura¡±. La expresi¨®n me ha venido a la memoria, pues Ventura, que nunca tuvo hijos, siempre fue para algunos periodistas de nuestra generaci¨®n una especie de t¨ªo espiritual, miembro como Fuster de una generaci¨®n frontera, que no hizo la guerra pero que, como tantos de nuestros padres, la padeci¨® en carne propia y, lo que es m¨¢s importante, la repensaron, fueron capaces de reflexionar sobre ella a partir de su experiencia y transmitirla a hijos y sobrinos.
Vuelvo a la an¨¦cdota del principio, ¡°?Autonomia?, Tanta com Portugal¡±. La frase era un sonsonete que Ventura repet¨ªa durante los interminables debates de la Transici¨®n sobre el modelo auton¨®mico. Hoy, Ventura hubiera estado encantado de fajarse en el debate catal¨¢n. Seguro que hubiera hecho propia tambi¨¦n la consigna de tantos j¨®venes independentistas: ¡°El catalans no tenim rei¡±. Una frase que a m¨ª, que no soy para nada nacionalista catal¨¢n y que intento no caer en el nacionalismo espa?ol, me fascina, no ya por afecci¨®n republicana, sino por su propia construcci¨®n sem¨¢ntica, por las capas de hojaldre de significados que envuelve, en una rebeli¨®n que abarca desde la Espa?as vencidas del siglo XVIII, por decirlo con Ernest Lluch, hasta las sumisas de nuestros d¨ªas. A Ventura, que fue uno de los primeros europe¨ªstas de la Pen¨ªnsula ¡ªparticip¨® en el llamado Contubernio de M¨²nich de 1962¡ª le habr¨ªa sublevado esa trampa antidemocr¨¢tica, urdida por el PP, seg¨²n la cual la secesi¨®n de la Uni¨®n Europea supondr¨ªa para Catalu?a su salida de la Uni¨®n. ?Por qu¨¦? ?Por pura violencia de Estado, que cual cornudo asesino te mato porque no eres m¨ªa? ?Mandar¨¢ Rajoy a los novios de la muerte de la Legi¨®n, con su cabra al frente, para impedir el refer¨¦ndum?
Por lo dem¨¢s, pese a sus entusiasmos catalanistas, al t¨ªo Ventura tampoco se le habr¨ªa pasado por alto que esta historia del refer¨¦ndum catal¨¢n tiene tambi¨¦n mucho de maniobra de distracci¨®n por ambas partes, como lo tuvo la serpiente de verano del Pe?¨®n de Gibraltar, cuyo ¨²nico saldo, aparte de desviar la atenci¨®n sobre los recortes sociales, fue ocasionar m¨¢s problemas a la econom¨ªa de la zona. As¨ª las cosas, dir¨ªa el t¨ªo Ventura, ?por qu¨¦ no reclamar la vuelta de Portugal a la Corona espa?ola?
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