Musculosos y atronadores
Depeche Mode ofrece en Barcelona un show modesto con un desmesurado empuje de bater¨ªa
Con las canas, gimnasia y m¨²sculo. Ese parec¨ªa el relato que discurr¨ªa bajo el poderoso concierto que Depeche Mode ofrecieron en la noche de ayer en un repleto Palau Sant Jordi de Barcelona. Puntuales como una factura, los m¨²sicos aparecieron en escena a las 21.30, y como si se tratase de rememorar costumbres de anta?o, los cinco aparecieron juntos, caminando por el escenario sin prisas, dejando que s¨®lo Dave Gahan se contonease como queriendo seducir a personas de toda y cualquier inclinaci¨®n sexual. Welcome to my world,primera pieza de su ¨²ltimo disco y motivo de la gira, abri¨® un repertorio trufado con ¨¦xitos servidos con una potencia que apart¨® detallismo como quien espanta moscas a manotazos. El empuje fue el protagonista de un concierto que no pasar¨¢ a la historia de las giras del grupo.
El programa de la noche no se apart¨® de lo que la banda inglesa ha venido ofreciendo a lo largo de su dilatada gira mundial, media docena de piezas de Delta Machine y m¨¢s de medio recital dedicado a la memoria, viva, del grupo. Eso s¨ª, todo el repertorio se sirvi¨® con el bater¨ªa machacando las piezas con el vigor de su instrumento, cosiendo con el bombo piezas cuyos arreglos en disco se ve¨ªan atropellados por el empuje de los parches. S¨ª, hab¨ªa tres sitiales con teclados, uno de ellos el de Martin Gore, quien de tanto en tanto abandonaba los sintetizadores y se ce?¨ªa la guitarra, pero el sonido que mandaba era la bater¨ªa. As¨ª Precious son¨® bastante desmaquillada de encanto, y su ¨²nico inter¨¦s descans¨® en el muestrario de inquietantes canes est¨¢ticos que ocuparon las tres pantallas que dominaban el escenario.
A prop¨®sito del mismo cabe decir que no brill¨® por su originalidad escenogr¨¢fica. Completamente di¨¢fano, todo descans¨® en unas pantallas cuyas proyecciones tampoco destacaron en su conjunto por motivo alguno. De hecho dio la sensaci¨®n que se quiso complementar el m¨²sculo de las canciones con metros cuadrados para que Gahan luciese palmito ¡ªlo hace de muerte, ciertamente¡ª, agitase las nalgas de espaldas al p¨²blico ¡ª?cielos, que vaiv¨¦n!¡ª, e izase el micro como las estrellas de estadio en pleno subid¨®n de testosterona. El escaso toque sensual del show lo puso un tenue maquillaje corporal que incorporaba dispersos puntos de brillo que refulg¨ªan bajo los focos, un maquillaje de ojos especialmente negro en el caso de Gahan y, por supuesto, su chaleco ¡ªlos tatuajes en los brazos no casan con la manga larga¡ª.
El primer bloque del concierto ofreci¨® piezas nuevas ¡ªAngel y Should Be Higher¡ª con ¨¦xitos como Black Celebration o Policy Of Truth. El cierre fue bastante trist¨®n, con un par de baladas/siesta cantadas por Martin Gore que, eso s¨ª, libraron al gent¨ªo de la bater¨ªa, reservada para su posterior reaparici¨®n estelar en Behind The Wheel. A partir de este punto se inici¨® el descenso hasta meta, a toda velocidad y bajo el empuje de temas como Question of Time, Enjoy the silence, Personal Jesus, Just Can`t Get Enough, I Feel You y , ?oh locura colectiva!, Never Let Me Down Again. Punto final para un concierto forzudo, bastante obvio, est¨¦ticamente muy por debajo de lo habitual en Depeche Mode y, en suma, indicio llamativo de que el grupo se hace mayor. El m¨²sculo lo ense?an o los muy fuertes o aquellos que ya han comenzado a dejar de serlo.
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