Mosaico deconstruido
Puestos a experimentar en el Palau de les Arts de Valencia, lo pr¨®ximo va a ser degustar un suculento mosaico deconstruido a cambio del trencad¨ªs de toda la vida
Antes de ponerse de moda la cocina de autor, en cualquier lugar de comidas ten¨ªan lo de siempre, huevos fritos con patatas, jud¨ªas con chorizo o potaje de garbanzos. Ahora, hasta en la m¨¢s simple tasca que se las quiera dar de post¨ªn utilizan t¨¦rminos raros y confusos para denominar una ensalada com¨²n de lechuga, tomate rancio y at¨²n. Cuando se quiere dar aires de elegancia a algo que de otra manera parecer¨ªa vulgar, se utilizan palabras que suenen a algo m¨¢s. O que nadie las entienda, as¨ª cuela mejor. Siempre hay vocablos que generan confusi¨®n, pero si adem¨¢s coinciden con conceptos filos¨®ficos o est¨¦ticos, ya no quiero ni contarles. Uno de ellos es deconstrucci¨®n.
En cierta ocasi¨®n, en uno de estos sitios que quieren aparentar, la carta ofrec¨ªa un men¨² de esos inspirados, estilo master chef. Entre las delicatessen, hab¨ªa una muy curiosa: ¡°paella deconstruida¡±. Al preguntar en qu¨¦ consist¨ªa aquello, la respuesta no aclaraba mucho pero sonaba a excelso. Se trataba de un platillo formado por arroz inflado con hojuelas de katsuobushi, ba?ado con caldo de pollo y coronado con una espuma de pimiento rojo. Qu¨¦ cosas. Yo pensaba que la paella era lo que todo el mundo entiende que es. Pero claro, ¨¦sta ten¨ªa su aqu¨¦l, estaba deconstruida. Es decir, destruida. Pero esto suena mal. Lo otro es palabra mayor.
Seg¨²n su definici¨®n, deconstruir consiste en deshacer y descomponer anal¨ªticamente los elementos que constituyen una estructura conceptual para observar y comprender sus partes, y despu¨¦s volverla a recomponer. Un l¨ªo, como pueden suponer. No en vano hay toda una corriente filos¨®fica al respecto que, impulsada por Jacques Derrida en los pasados a?os 60 en Francia, tuvo su apogeo en la d¨¦cada de los ochenta.
En arquitectura estuvo bastante de moda tras el per¨ªodo postmodernista. Como sus seguidores ya no sab¨ªan qu¨¦ hacer para innovar, pusieron su empe?o, entre otros asuntos, en la impredecibilidad y el supuesto caos controlado de la apariencia visual de los edificios, alterando intencionadamente la l¨®gica constructiva tradicional y desmontando cualquier postulado formal establecido con anterioridad. Para entendernos, construyendo a lo loco. Sin ton ni son, como quien dice. En vez de ¡°la forma sigue a la funci¨®n¡±, ¡°la pureza de la forma¡± o ¡°la verdad de los materiales¡±, el nuevo aforismo era ¡°la forma sigue a la fantas¨ªa¡±. Como se imaginar¨¢n, de todo menos barato. Todo un despilfarro, vaya.
Que un arquitecto se dedique a hacer el ganso con su dinero o con el de cualquier particular que lo avale no tiene nada de reprochable. Siempre hay manirrotos y mecenas que no saben qu¨¦ hacer con sus ganancias apunt¨¢ndose a lo que sea con tal de deslumbrar. Hacer lo mismo con dinero p¨²blico ya no me parece tan decente. Cuando se manejan presupuestos que afectan a todos los que los pagamos, hacer ciertos experimentos ya es m¨¢s cuestionable, m¨¢xime si de antemano ya se sabe que el resultado va a ser nefasto.
?Cuando hace un a?o comenzaron a denunciarse las famosas arrugas del buque insignia de la Valencia de ciencia ficci¨®n, todos sab¨ªamos ya desde antes lo que pasaba y lo que iba a suceder con los cerca de ocho mil metros cuadrados de revestimiento de su superficie. Sin embargo, y por lo visto, los responsables de tama?o desaguisado no lo quer¨ªan reconocer. En su af¨¢n por enmascarar el error llegaron a decir que esas arrugas eran simples impresiones ¨®pticas de los cordones de soldadura del soporte del trencad¨ªs. La broma nos est¨¢ saliendo bastante cara. Y eso que, e insisto en ello, el problema m¨¢s preocupante de este edificio no es ¨¦ste sino el de su latente inundabilidad. Pero esto es otro asunto.
Con el mosaico roto y por los suelos, ahora parece sugerirse su sustituci¨®n por placas de aluminio que lo simulen. Puede ser una soluci¨®n. M¨¢s cara todav¨ªa, pero remedio al fin y al cabo. No creo que fuera intenci¨®n del arquitecto sumarse a la moda deconstructivista, pero con tanto construir haciendo y rehaciendo, gastando y volviendo a gastar hasta dar con algo fiable y duradero, acabar¨¢ por sorprendernos con alguna cosa rara como esos chefs que elaboran incomestibles paellas vanguardistas. Puestos a experimentar en el Palau de les Arts de Valencia, lo pr¨®ximo va a ser degustar un suculento mosaico deconstruido a cambio del trencad¨ªs de toda la vida. ?No te gustaba la sopa?. Pues toma, dos platos.
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