El suburbio, la gran mentira
En Catalu?a hay unas 2.000 urbanizaciones de baja densidad que implican a 300.000 familias
Cada vez es m¨¢s evidente la nefasta herencia del suburbio en todo el planeta, tome la morfolog¨ªa que tome: desde las urbanizaciones de los que se denominaron parcelistas a los mal llamados barrios cerrados de las clases medias, pasando por las interminables hileras de casas apareadas. Y Catalu?a es paradigm¨¢tica de esta lacra de los suburbios monofuncionales de baja densidad y del exceso de segundas residencias infrautilizadas.
Cualquier ruta por nuestro territorio o deriva por Google Maps nos muestra una realidad de suburbios rodeando las ciudades, como los que se sit¨²an detr¨¢s de Sant Vicen? del Horts, Cervell¨® o Corbera, o en Vilanova i la Geltr¨² y la Costa Dorada. Es omnipresente la estructura dispersa de docenas de calles sinuosas y en pendiente, que dan acceso a ristras de casas unifamiliares. Los que eligieron esta opci¨®n como segunda residencia y hoy, cada vez m¨¢s, la utilizan como vivienda habitual, pensaban volver al contacto con la naturaleza y se han encontrado totalmente esclavos del veh¨ªculo privado, en unas zonas sin equipamientos, ni diversidad de usos, ni transporte p¨²blico.
Y es que el suburbio ha sido el mayor enga?o del urbanismo del siglo XX: este espejismo de un pretendido para¨ªso del individualismo capitalista se ha convertido en una pesadilla. El suburbio fue resultado de un modelo rentista y especulativo, que de manera irresponsable dej¨® pendiente la realizaci¨®n de las infraestructuras que hacen ciudad y comunidad, y que la falta de densidad no hace posible. Para muchos el suburbio se ha convertido en una ratonera, de la que es dif¨ªcil salir o recolocar la vivienda en el mercado. Y es que otra de las estafas del sistema ha consistido en hacer creer que todo siempre sube de valor, cuando hoy se infravaloran estas viviendas en urbanizaciones. A pesar de ello, el mito de la casa unifamiliar, tan insostenible, sigue siendo promovido por la publicidad: en su imaginario, el ¨¦xito personal va unido siempre al gran autom¨®vil que entra en una casa unifamiliar.
En Catalu?a hay unas 2.000 urbanizaciones que implican a unas 300.000 familias, la gran mayor¨ªa de tan baja densidad que hace dif¨ªcil e ineficiente que tengan equipamientos de proximidad, como escuelas, mercados y centros de asistencia m¨¦dica, y que se pueda garantizar servicios como la recogida de basuras, la seguridad y el transporte p¨²blico. Hoy las estad¨ªsticas comparativas nos demuestran que este exceso de segundas residencias, urbanizaciones y ciudad dispersa es un s¨ªntoma p¨¦simo que nos coloca a la cola de los pa¨ªses europeos, que han conseguido unas estructuras urbanas m¨¢s intensas y eficaces.
El suburbio ha sido el mayor enga?o del urbanismo del siglo XX: este espejismo de un pretendido para¨ªso del individualismo capitalista se ha convertido en una pesadilla
En relaci¨®n a este fen¨®meno, que se sigue ignorando, se ha publicado el libro Postsuburbia, resultado de un grupo de investigaci¨®n dirigido por Zaida Mux¨ª, editado por Comanegra y financiado por RecerCaixa, con sugerentes dibujos de Hern¨¢n Lleida. Lejos de regodearse en la condici¨®n apocal¨ªptica de dichos suburbios, con muy buenas intenciones el libro se dedica a dar pautas gen¨¦ricas para rehabilitar estas urbanizaciones residenciales monofuncionales de baja densidad: fortaleciendo las redes de proximidad, la mezcla f¨ªsica y social, la vida con autonom¨ªa, la igualdad de g¨¦nero, el sentido de pertenencia y comunidad, el equilibrio medioambiental y la vida sana. Se considera que la especificidad de cada intervenci¨®n vendr¨¢ dada por las circunstancias espaciales propias y por la participaci¨®n activa de la poblaci¨®n. De hecho, este trabajo se basa en el precedente de urbanistas norteamericanos contempor¨¢neos, muchos de ellos dentro del denominado New Urbanism, como Andr¨¦s Duany y Elisabeth Plater-Zyberg, y otros dentro del urbanismo cr¨ªtico, como Dolores Hayden y Mike Davis, que ya llevan a?os trabajando en la cr¨ªtica a los suburbios, los graves problemas de contaminaci¨®n, de baja calidad de vida y de falta de cualidades urbanas que generan. Estos nuevos urbanistas proponen alternativas para densificarlos y hacerlos m¨¢s urbanos, mediante unos talleres r¨¢pidos de participaci¨®n denominados charrettes.
Ser¨ªa deseable afrontar este problema territorial, que solo se puede ir solucionando por partes, ya que comporta una inversi¨®n inasumible. Es la herencia nefasta de la proliferaci¨®n a partir de los a?os sesenta de urbanizadores con pocos escr¨²pulos, a los que no les importaron las consecuencias negativas para las personas, el medio ambiente y los municipios en los que se situaban estas zonas residenciales, y de usuarios ilusos que hoy reclaman sus derechos.
El ge¨®grafo Oriol Nel¡¤lo, ex secretario de Planificaci¨®n Territorial del Gobierno tripartito, tiene valorado que el coste para rehacer y reforzar cada una de estas urbanizaciones estar¨ªa entre 6 y 11 millones de euros. Calculen ustedes mismos lo que costar¨ªa reurbanizarlas todas. Y aunque el actual Gobierno no tiene intenci¨®n de afrontar un problema que ha sido denunciado, incluso, por el S¨ªndic de Greuges, no estar¨ªa mal que se pensase por d¨®nde podr¨ªa empezar.
Josep Maria Montaner es arquitecto y catedr¨¢tico de la ETSAB-UPC
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.