Leyendas urbanas
Se toman decisiones equivocadas, creyendo que no lo son, y as¨ª nos va
La expresi¨®n ¡°leyenda urbana¡± se aplica a aquellos acontecimientos que se dan como ciertos, por el simple hecho de que una amplia capa de la poblaci¨®n cree que son ciertos. Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s genuina de las leyendas urbanas es la imposibilidad material de acceso a la fuente original que gener¨® la noticia, de manera que acaba d¨¢ndose como probada ¨¦sta, por el simple hecho de que ¡°todo el mundo lo dice¡±. La chica de la curva, el armario de Ricky Martin, o la ¡°agria pol¨¦mica con I?aki Gabilondo¡±, no pasar¨ªan de ser meras an¨¦cdotas divertidas, de no ser porque muchas de las decisiones de los dirigentes pol¨ªticos y econ¨®micos, que afectan directamente a nuestra vida cotidiana, se fundamentan en postulados que todo el mundo acepta como verdades cient¨ªficamente probadas, sin que nadie sepa muy bien por qu¨¦. La consecuencia es que se toman decisiones equivocadas, creyendo que no lo son, y as¨ª nos va.
En el campo de la econom¨ªa, por ejemplo, los ejemplos se cuentan por decenas. Ya he mencionado en estas mismas p¨¢ginas la falacia de considerar el n¨²mero de turistas como el principal indicador de ¨¦xito de un destino, cuando en realidad, lo que importa es el gasto medio diario de cada uno de ellos. No creo que resulte dif¨ªcil entender que 100 turistas que gasten una media de 50 euros por d¨ªa, generan menos ingresos (5.000 euros), que 50 turistas que gasten 120 euros (6.000 euros), con la ventaja a?adida de que los costes sobre el territorio son significativamente menores. Como esto se ignora, el resultado est¨¢ a la vista: productos mediocres, turismo masivo, y una costa colmatada de cemento.
Otro tanto ocurre con la identificaci¨®n generalizada que se hace entre competitividad y salarios bajos, como si no hubiera miles de empresas altamente competitivas que pagan salarios muy por encima de la media, y cuyos productos son, igualmente, muy demandados. ?O es que alguien cree que la competitividad de Apple, por ejemplo, se explica por los reducidos salarios que cobran sus empleados de Cupertino, y no por la calidad de sus productos? No, no es que se sea m¨¢s competitivo por pagar salarios bajos. Es que si el producto o servicio que sale de las empresas es mediocre, los salarios tendr¨¢n que ser bajos para poder seguir compitiendo.
Pero hay muchas m¨¢s leyendas urbanas en Econom¨ªa. A saber, que el sector privado siempre es m¨¢s eficiente que el p¨²blico (?la DGT es sector p¨²blico o privado?), o que la sanidad p¨²blica sale m¨¢s cara que la privada (?como en EE UU, quiz¨¢?), o que la desigualdad genera crecimiento, los impuestos lastran el sistema, y el gasto p¨²blico expulsa al sector privado (obviedades que los escandinavos parecen desconocer), o, en fin, que el nivel de empleo depende exclusivamente de la flexibilidad en el mercado de trabajo, y no de la dimensi¨®n y la fortaleza competitiva de las empresas.
Pues nada, sigamos tomando decisiones en la Comunidad Valenciana basadas en verdades econ¨®micas tan s¨®lidas como ¨¦stas, y ya nos veremos dentro de unos pocos a?os, perplejos ante el mundo, y a?orando el esplendor del pasado. Una l¨¢stima.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.