Cortocircuito
La obligada incomparecencia de Finch oblig¨® a los brit¨¢nicos a modificar por completo su planteamiento
El infortunio quiso que, justo cuando Fanfarlo est¨¢n m¨¢s cerca de dar con la singularidad de un discurso realmente aut¨®nomo (sin obviar deudas, claro), Valencia fuese la principal damnificada de una dolencia que su bajista Justin Finch ven¨ªa arrastrando desde hace d¨ªas, y que eclosion¨® con una intervenci¨®n quir¨²rgica en el hospital La Fe, en plena noche de concierto. Y es que hay contratiempos (en este caso un pu?etero quiste) que pueden acabar resaltando casi letales para el espect¨¢culo, si no se solventan a tiempo. La obligada incomparecencia de Finch oblig¨® a los brit¨¢nicos a modificar por completo su planteamiento, deparando una descafeinada versi¨®n de su henchida fanfarria habitual. Y si bien es cierto que era esta su tercera visita en un par de a?os, aquello debi¨® saber a cuerno quemado a quienes se acercasen a verles con el animado candor de la primera vez. El discreto pr¨®logo a su actuaci¨®n lo hab¨ªa puesto el d¨²o londinense Lilies On Mars, cuyo breve set comenz¨® record¨¢ndonos a Cranes pero acab¨® derivando en cierta monoton¨ªa.
El concierto de Fanfarlo se torn¨®, con la base r¨ªtmica amarrada por la ausencia del bajo y la levedad de una percusionista nueva en oficina y obligada a emitir un mero contrapunto sin fuerza motriz, en una suerte de unplugged, una faceta b¨¢sicamente desenchufada en la que algunos de los temas clave de su discograf¨ªa exhibieron una belleza alica¨ªda, como una estampa de naturaleza muerta. El contraste fue m¨¢s acusado en aquellos que, como I¡¯m a Pilot, basan su r¨¦dito en la explosividad de un primer disco que por algo les granje¨® comparaciones con Arcade Fire, pero tambi¨¦n se hizo notar en cosas como Let¡¯s Go Extinct o Landlocked, que diluyeron a la fuerza esa tonalidad de pop sint¨¦tico ochentero que tan estimulante resulta en su nuevo ¨¢lbum. Haciendo de la necesidad virtud, el tono de socorrida excepcionalidad de la noche depar¨® incluso alguna in¨¦dita versi¨®n, como esa Andalucia de John Cale cuya letra tuvieron que abordar a trav¨¦s de la pantalla del m¨®vil, en una deslavazada toma.
Aunque, tentativas probatorias al margen, tampoco ser¨ªa de ley hacer la vista gorda ante los arrestos de un cuarteto que tir¨® de casta para, por lo menos, dejar el buen sabor de boca de una magn¨¦tica We¡¯re The Future (uno de esos temas que se defienden solos) con Leon Beckenham sentado frente a un piano en el que fue relevado por el propio Simon Balthazar, al mando de Vostock, I know You Are Waiting, rareza en su discograf¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.