?Por qu¨¦ la industria?
Con su desaparici¨®n, se pierde algo m¨¢s que miles de puestos de trabajo. Se pierde, sobre todo, la autoestima de un pa¨ªs
La ca¨ªda continuada del peso que el sector industrial ha tenido en el PIB, y en el empleo total, a lo largo de estos ¨²ltimos treinta a?os, ha llevado a numerosos economistas a mitificar el papel que el sector servicios tiene en el desarrollo de las econom¨ªas avanzadas. El argumento m¨¢s utilizado es que si dicho sector representa ya m¨¢s del 70% de ambas magnitudes en la mayor¨ªa de ¨¦stas, parecer¨ªa obvio que es ah¨ª en d¨®nde est¨¢ la clave del crecimiento y el empleo futuro.
Pues bien, no es as¨ª; o, mejor dicho, no es as¨ª del todo. El peso del sector servicios en la econom¨ªa crece tanto, fundamentalmente por dos razones: la primera de ellas es que los precios en el sector servicios aumentan m¨¢s r¨¢pidamente que los de la industria y la agricultura, a causa la escasa competencia que ¨¦stos encuentran en los mercados locales e internacionales; pero tambi¨¦n (segunda raz¨®n) por la dificultad que muchos de ellos tienen para incorporar avances tecnol¨®gicos, y por tanto, lograr mejoras en la productividad para responder a la presi¨®n de la demanda. La consecuencia de todo ello es que los servicios s¨®lo pueden crecer creando empleo. No es una virtud, es una necesidad.
Por el contrario, como la industria, provee los bienes, b¨¢sicamente, a trav¨¦s de aumentos en su productividad, est¨¢ m¨¢s expuesta a la competencia internacional, y, adem¨¢s, tiende a externalizar una buena parte de sus actividades, su crecimiento no lleva aparejado aumentos significativos de precios, ni implica la necesidad de crear empleo. El resultado es que el peso del sector servicios parece crecer mucho, mientras la industria sigue el camino inverso.
El problema de esta visi¨®n equivocada del desarrollo, es que impide concentrarse en lo verdaderamente relevante del mismo; a saber, que su fortaleza depende de la cantidad de materia gris, conocimiento, innovaci¨®n (o, como quiera llam¨¢rsele), incorporada a cada unidad de producto o servicio. Lo que diferencia a un pa¨ªs desarrollado, de otro que no lo es, no es la magnitud del porcentaje del sector servicios en el PIB y el empleo, sino la radiograf¨ªa interna de los productos y servicios ¡°fabricados¡±. Cuanto m¨¢s porcentaje de conocimiento e innovaci¨®n haya en ellos, m¨¢s valor a?adido se obtendr¨¢, y m¨¢s renta per c¨¢pita tendr¨¢n sus habitantes. No, no estamos en la ¡°era post industrial¡±, sino en la ¡°era del conocimiento¡±. Parece lo mismo, pero no lo es.
Dicho lo cual, existen otros aspectos de la actividad industrial que merecen ser consideradas. Como por ejemplo, que ¨¦sta sigue siendo la principal fuente de generaci¨®n de I+D+i, as¨ª como la principal demandante de tecnolog¨ªa, sin olvidar que la "mentalidad industrial" en los empresarios es una de las principales vacunas contra la especulaci¨®n comercial y financiera, y el dinero f¨¢cil; entre otras cosas, porque transforman productos y piensan a largo plazo.
Con la desaparici¨®n de la industria, se pierde algo m¨¢s que miles de puestos de trabajo, o el declive de algunos territorios. Se pierde, sobre todo, la autoestima de un pa¨ªs. Y aqu¨ª, en la Comunidad Valenciana, lo sabemos muy bien, porque lo hemos vivido muy de cerca. ?Hasta cu¨¢ndo?
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