Memoria y un conflicto inesperado
La memoria nos trae recuerdos tan inquietantes como ciertas comparaciones del convulso presente
1. Puig Antich. Marzo de 1974. Me levant¨¦ ese d¨ªa gris, m¨¢s gris todav¨ªa en una Barcelona de por s¨ª gris por el miedo y el silencio obligado, con la convicci¨®n de que al militante anarquista se le iba a conmutar la pena de muerte. Pero no fue as¨ª. La noticia nos produjo una especie de escalofr¨ªo. Escalofr¨ªo y una pena infinita. Particularmente, no compart¨ªa el camino que hab¨ªa elegido Puig Antich para combatir la dictadura. Pero su asesinato a sangre fr¨ªa nos pareci¨® a muchos la forma m¨¢s inmisericorde y cruel de castigar a un chico que eligi¨® tan equivocadamente su m¨¦todo de lucha. Tal vez por ello, por oponerse tan por libre y tan equivocadamente, la gente que estaba org¨¢nicamente encuadrada en la militancia antifranquista hizo tan poco por salvar su vida.
Las razones de Estado por un lado, y las razones de los partidos contra ese mismo Estado por otro, aceleraron uno de los ¨²ltimos cr¨ªmenes pol¨ªticos del franquismo. Este crimen, todav¨ªa impune, sumi¨® a mucha gente en una especie de tristeza generacional. Si no con sus m¨¦todos de llevar a cabo sus ideas, s¨ª nos solidariz¨¢bamos con los ideales de Puig Antich. Y seguramente tambi¨¦n con su insobornable juventud.
Ese d¨ªa de tanta pena, no atin¨¦ nada m¨¢s que a meterme en el cine Provenza en sesi¨®n matinal. Pon¨ªan El jard¨ªn de los Finzi-Contini, una pel¨ªcula basada en la novela de Giorgio Bassani que Vittorio De Sicca hab¨ªa filmado en 1970. Era un film sobre el fascismo italiano y su activa colaboraci¨®n con el exterminio de los jud¨ªos italianos. Por todo ello, cuando leo que alguien todav¨ªa repite como un loro que Barcelona era entonces una ciudad tan radiantemente cosmopolita, se me ponen los pelos de punta. Un r¨¦gimen mataba a sangre fr¨ªa con garrote vil a un ser humano y todav¨ªa tenemos que soportar frivolidades de ese calibre.
2. El misterioso ¡®mas¡¯ de la doctora Pla. Leyendo el otro d¨ªa el reportaje que Jos¨¦ ?ngel Monta?¨¦s dedic¨® a la finca del barrio del Guinard¨® conocida com¨²nmente como Mas Ravellat-Pla y al uso p¨²blico que se har¨¢ de ella, incluida su extensa parcela con jardines, tom¨¦ de pronto conciencia de que Monta?¨¦s hablaba de un paisaje urbano que tiene que ver con mis ¨²ltimos treinta y cinco a?os de vida. Se da la circunstancia de que vivo justo en frente de esa finca. Todos los d¨ªas, cuando salgo de mi casa, mi mirada se cruza primero con Mas Ravellat-Pla y luego, un poco m¨¢s abajo, con el mar. Durante muchos a?os esa casona fue un misterio. No solo para m¨ª, tambi¨¦n para la mayor parte del escaso vecindario. Durante a?os escuch¨¦ diversas versiones de la finca y sus ocupantes. Cuando me dirig¨ªa al club municipal del Martinenc, que casi comparte territorio con el mas, ten¨ªa que pasar forzosamente por el frente de la entrada. Casi a diario ve¨ªa a una mujer menuda y encorvada acompa?ada por alguien de menor edad que parec¨ªa ayudarla. Su aspecto era tirando a deprimente, descuidado y no demasiado limpio. Tambi¨¦n a veces entraba gente y alg¨²n que otro veh¨ªculo.
Este crimen (el asesinato de Puig Antich), todav¨ªa impune, sumi¨® a mucha gente en una especie de tristeza generacional
Mi servicio de inteligencia barrial, formado por el churrero y la due?a de una papeler¨ªa, hoy desaparecida, me dieron una informaci¨®n valiosa. Tal se?ora era la due?a de la finca. Con el tiempo supe que coleccionaba muebles antiguos. Pero sobre todo, supe que era m¨¦dico. Una de las primeras mujeres que se licenci¨® en Medicina en Catalu?a. Detr¨¢s de este misterio se revelaba otro mayor. Su padre, Ram¨®n Pla Armengol, fallecido en Barcelona en 1958, due?o de la finca, hab¨ªa sido m¨¦dico e investigador de la tuberculosis. Pero adem¨¢s tuvo una faceta pol¨ªtica muy comprometida con la Rep¨²blica.
Fue miembro de la secci¨®n catalana del PSOE hasta su expulsi¨®n, pasando a formar parte en 1936 de Esquerra Republicana. La Guerra Civil lo oblig¨® al exilio primero en B¨¦lgica y luego en M¨¦xico. A todo esto, su hija y su mujer se trasladaron a Burgos, ciudad que parece fue querencia ideol¨®gica de la segunda. En los a?os cuarenta, N¨²ria Pla termin¨® sus estudios de Medicina en Barcelona. Se cas¨® con un fiscal franquista, mientras su padre en el exilio mexicano fundaba la editorial anarquista Minerva. Unas palabras suyas me hicieron reflexionar sobre c¨®mo pudieron sobrellevar padre e hija su abismo ideol¨®gico: ¡°No s¨®c un reaccionari per¨° declaro que la paraula progr¨¨s no m'emociona el m¨¦s m¨ªnim quan no va acompanyada de fets que signifiquin un augment de benestar per als homes¡±.
3. Ucrania. A Un espejo en Crimea, art¨ªculo que Llu¨ªs Bassets public¨® en este mismo espacio el lunes pasado, sumo el de Manuel Castells en La Vanguardia el s¨¢bado, Revoluci¨®n en Ucrania. Nada m¨¢s que agregar. Bueno, s¨ª. Cuando hace unos d¨ªas, en pleno enfrentamiento entre el Maid¨¢n y la polic¨ªa, con los primeros muertos en las calles de Kiev, a Artur Mas se le ocurri¨® hacer alguna optimista comparaci¨®n entre aquel pa¨ªs y el proceso catal¨¢n, a m¨¢s de uno nos invadi¨® una profunda inquietud. Comprendo perfectamente la inmediata indignaci¨®n de Duran i Lleida al respeto. Ucrania: ?aviso para algunos capitanes?
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario.
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