Los idus de marzo
En 1857, un grupo de obreras textiles se ech¨® a la calle en Nueva York reclamando mejores condiciones de trabajo
Los idus, que ca¨ªan a mediados de mes, eran fechas de buenas noticias, pero no siempre: un 15 de marzo asesinaron a Julio C¨¦sar. Ma?ana celebramos una nueva edici¨®n del 8 de marzo, del d¨ªa internacional de la mujer consagrado a conmemorar que en esa misma fecha, pero en 1857, un grupo de obreras textiles se ech¨® a la calle en Nueva York reclamando mejores condiciones de trabajo, aunque tambi¨¦n recordamos que un centenar muri¨® en un incendio probablemente provocado. Desde entonces la cuesti¨®n de la mujer ya no fue igual, ni en Estados Unidos ni en ninguna otra parte del mundo. Incluso en los pa¨ªses musulmanes, que para el imaginario colectivo son los prototipos de la discriminaci¨®n de la mujer, resulta patente la creciente presencia femenina en las movilizaciones sociales ¡ªpiensen en la plaza de Tahrir¡ª y su lenta, pero imparable, asunci¨®n de derechos similares a los de los hombres. Fuera de Afganist¨¢n o de Arabia Saud¨ª, ya no se acepta en ninguna parte del mundo que la mujer se quede con la pierna quebrada y en casa. Han salido del hogar para que ellos no les digan lo que tienen que hacer y es una decisi¨®n irrevocable.
?En todas partes? En un rinc¨®n de Hispania hay una aldea que resiste todav¨ªa. No me imagino qu¨¦ habr¨ªan podido contar los reporteros si en vez de lanzarse a la calle junto al Hudson lo hubieran hecho a orillas del Turia siglo y medio m¨¢s tarde. Porque en Valencia tambi¨¦n se lanzan las mujeres al carrer y no pocas, son miles y miles. Las llaman falleras. Pero no reclaman nada. Al contrario: parecen haber aceptado pasivamente que las cubran de refajos de seda y que les planten un inc¨®modo peinado en la cabeza. Tampoco hablan: saludan moviendo mec¨¢nicamente la palma de la mano mientras exhiben una sonrisa estereotipada de felicidad que obligatoriamente dar¨¢ paso a una llorera en la crem¨¤. Dicen sentirse felices as¨ª, pero no hay constancia de que lo hayan decidido por s¨ª mismas. Pertenecen a asociaciones cuyos consejos de gobierno est¨¢n integrados mayoritaria, cuando no exclusivamente, por hombres. Vedlos ah¨ª tan satisfechos, cortando calles en una ef¨ªmera excitaci¨®n que remeda el sue?o infantil de llegar a ser guardia de la porra o discutiendo sobre los m¨¦ritos y dem¨¦ritos de cada ¡°monumento¡±¡, mientras sus compa?eras limpian el casal para que brille como los chorros del oro. Es el reparto de papeles tradicional en el que los valencianos se reconocen desde que eran ni?os y ni?as. Pero que algo sea tradicional no quiere decir que sea bueno, tan solo que resulta m¨¢s dif¨ªcil cambiarlo. Por fortuna hay otros escenarios, aunque no brillen como exponentes del ¡°orgullo¡± valenciano. Hoy mismo se celebra en la Universitat de Val¨¨ncia un homenaje a Rosario Domingo, que fue su primera doctora ¡ªen la estela de Marie Curie, que se doctor¨® en Par¨ªs en 1903. Pues no en vano es la UV la tercera universidad de Espa?a y ocupa un honroso puesto en la lista mundial. Y hablando de tesis doctorales: pronto se leer¨¢ la tesis de una doctoranda m¨ªa en la que se comprueba que hay una escas¨ªsima presencia de personajes femeninos en los manuales escolares. As¨ª se crean los estereotipos de la mujer florero. Que no se enteren las comisiones de falla porque son capaces de pedir que los listados de falleras mayores se incluyan en la nueva asignatura de Cultura valenciana popular. Tendr¨ªamos las cifras m¨¢s altas del mundo junto a la realidad m¨¢s retr¨®grada. Eso s¨ª que ser¨ªa humor fallero; y bien negro.
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