A Mr. Scrooge tampoco le gustan las Fallas
Vestirme de valenciano para mi madre deb¨ªa ser un acto tan emotivo como cuando la Pantoja visti¨® a Chabelita con el traje de faralaes
Para que el no tenga el gusto de conocerlo Mr. Scrooge es el personaje odioso y ego¨ªsta que Charles Dickens cre¨® como ant¨ªdoto a ese tiempo de felicidad y buenos sentimientos que se conoce como la Navidad. Cuando llegan las Fallas, a algunos, entre los que me incluyo, se nos despierta como un for¨²nculo insumiso el Mr. Scrooge que llevamos dentro.
Este Mr. Scrooge o cara B mis¨¢ntropa me ha sobrevenido con la voz cristalina de Vicente Ram¨ªrez por los altavoces del casal anunciando el desembarco de la fiesta fallera. Vicente Ram¨ªrez viene a ser como una versi¨®n descafeinada o un suced¨¢neo de El Titi pero con peluqu¨ªn y sin chaquetilla de lentejuelas. La Generalitat de don Alberto Fabra podr¨ªa ir encargando una medalla de reconocimiento a este empresario valenciano y ejemplar que ha sabido aunar la coentor, nuestra sensibilidad m¨¢s genuina con el negocio y dejar para posteridad ese gran complejo de ocio que es la sala Canal. Hasta el Consell de Cultura deber¨ªa promoverlo como paisaje protegido junto con La Casa de los Caramelos, la Orxateria Daniel y la casa natalicia de Don P¨ªo.
Mientras la voz de Vicente Ram¨ªrez me sigue anunciando la alegr¨ªa de la fiesta intento hacer un acto de terapia regresiva a la b¨²squeda de mis perdidas ra¨ªces falleras. Alg¨²n recuerdo que invoque en m¨ª ese tiempo de felicidad por decreto que anuncian los Idus de Marzo. Me ayudo -en la rememoraci¨®n- con El Fallero cantado por Bernardino y Son Grup como fondo musical y me traslado al estudio del fot¨®grafo en la calle Russafa acompa?ado de mi madre y vestido con el traje de torrent¨ª. Vestirme de valenciano para mi madre deb¨ªa ser un acto tan emotivo o trascendental como cuando la Pantoja visti¨® por primera vez a Chabelita con el traje de faralaes.
Vuelvo a intentarlo, a ver si tengo m¨¢s suerte y la terapia regresiva me conduce a un tiempo m¨¢s cercano y con televisi¨®n en color. Elijo como banda sonora emocional esta vez a Antonio Amaya cantando Noche de fallas que siempre me ha parecido una de las canciones m¨¢s osadas del cancionero espa?ol aunque solo sea por ese estribillo que dice ¡°me quemaste, me quemaste, como a un mu?eco de Fallas¡± que resume esa combinaci¨®n de sadomasoquismo a la que estamos tan acostumbrados los habitantes de la capital del Turia cuando llegan las fiestas pirot¨¦cnicas.
Esta vez el t¨²nel del tiempo me ha dejado en una de aquellas veladas de frenes¨ª progre de la Falla King Kong -otra medalla de reconocimiento esta vez por parte de la Junta Central Fallera por haber puesto color y moda a la fiesta- con la Orquestra Sardineta que animaba Mari¨¤ Albero que ahora hace justo un a?o que se nos march¨® a bailar por otros mundos de Dios. A Mari¨¤ Albero le cabe el honor de haber dejado uno de los trabajos m¨¢s bellos y festivos sobre poetas valencianos (Carles Salvador, Enric Soler i Godes, Francesc Almela i Vives, etc) con el titulo de Records de Val¨¨ncia y la compa?¨ªa de La Rondalla de la Costa. Don Manuel Tom¨¢s y el Culturarts que preside no estar¨ªa mal que organizaran una reedici¨®n del disco como homenaje al m¨²sico valenciano desaparecido que no ha tenido ni una palabra de reconocimiento por parte de las instituciones auton¨®micas de este lado del Ebro.
Ya puestos, en este vaiv¨¦n emocional y regresivo tambi¨¦n me podr¨ªa haber dejado caer en una de aquellas noches locas y libertarias de finales de los setenta y aquel Marxador que Rafael Garc¨ªa Montserrat instal¨® en el Teatro Micalet y que vio desfilar por primera vez el Paquito Chocolatero una madrugada de fallas por las calles de Valencia con la Banda de m¨²sica de L¡¯Olleria. O aquel duelo hist¨®rico e irrepetible entre Joan Monle¨®n y La Xampany de falleras cantando La Horchatera valenciana. O el regreso de aquellos 4 Z ahora con Llu¨ªs Miquel al frente iluminando la noche mientras nos contaba la historia de un preso que escrib¨ªa a una tal Marie y en la biblioteca de la prisi¨®n pasaba el tiempo leyendo a Joan Fuster¡
A la vista que mi ejercicio de terapia regresiva me est¨¢ poniendo demasiado sentimental tirando a mo?a invoco el fantasma de Mr. Scrooge como ant¨ªdoto. En su lugar me llega el olor de fritanga de la churrer¨ªa de la esquina. Mi magdalena proustiana. ?Feliz Navidad, Mr. Scrooge!
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