Sinfon¨ªas de Morante y Manzanares

La corrida acab¨® como empez¨®: mal. Con un toro, el que abri¨® plaza, devuelto por inv¨¢lido, y otro, el sexto que se lastim¨® la pata delantera izquierda, cuando la tarde apuntaba a final apote¨®sico. Entre medias, muchas cosas. Porque en esta s¨¦ptima de Fallas hubo de casi todo y casi todo lo que hubo fue bueno. Muchas cosas que contar, en fin.

Primero, los capotes de Morante y Manzanares, respectivamente. Dos sinfon¨ªas. La primera la interpret¨® Morante al segundo, nada m¨¢s pisar albero el toro. Mecido el capote en las ver¨®nicas, pierna contraria ligeramente adelantada, y media enroscada: estall¨® la plaza. Acto seguido, Morante llev¨® el toro al caballo con suaves lances. Tan sutiles como est¨¦ticos. La segunda sinfon¨ªa estuvo a cargo de Manzanares, en el bonito colorado que salt¨® en ¨²ltimo lugar. Tambi¨¦n de entrada, lances a pies juntos, dos chicuelinas de mano muy baja y media con las dos rodillas en tierra. Segundo estadillo de la plaza. No par¨® ah¨ª la cosa. Para llevar al toro al caballo, una genial larga cordobesa y lances tipo delantal. No hab¨ªa acabado de rugir la plaza, cuando vibr¨® otra vez.

De esos dos conciertos capoteros a lo dem¨¢s, alguna distancia. O no tanta. No tanta porque la faena de Manzanares al tercero fue, as¨ª mismo, otra composici¨®n. Gran calidad en el toro, aunque de fuerzas justas. Manzanares, sin obligar, lo embebi¨® en dos series con la derecha que ya cantaron el ¨¦xito, Un cambio de mano en el ¨²ltimo derechazo y un pase de pecho de remate, lanzaron la obra. La izquierda la manej¨® con igual parsimonia. Con aires de solemnidad. Tuvo ritmo la faena y la duraci¨®n justa. La que ped¨ªa el toro.

Una oreja, sin petici¨®n mayoritaria, para Morante del segundo de la tarde. Con la plaza puesta y dispuesta tras lo del capote, Morante mont¨® una faena intermitente. Con grandes momentos, pero aislados. Ninguna serie tuvo remate, pero en todas hubo momentos muy art¨ªsticos.

Y otra oreja para Finito del cuarto. Con el cl¨ªmax de la tarde venido a menos, Finito paso a paso logr¨® levantar el ambiente. Se trabaj¨® mucho esa faena,muy est¨¦tica, pero demasiado larga.

Morante se puso el mono de trabajo en el quinto. Cosa rara en torero artista, pero los artistas, a veces, se toman ciertas licencias. Porfi¨® y viaj¨® muleta en mano por casi todo el ruedo en b¨²squeda de la bravura perdida de un toro descastado. Mucha voluntad, pero sin brillo.

Finito no levant¨® pasiones en su primer envite, ante el insignificante animal que hizo de primero bis. Y Manzanares, con todo preparado para un apoteosis final, vio como al tercer muletazo el coloradito sexto se tronchaba una pata y abrevi¨®.

La corrida de Juan Pedro Domecq, justa de presencia y fuerzas, con un muy buen tercero.