Bailar
La pol¨ªtica es una forma de baile. Lo que no se puede es bailar a cara de perro
Bailar pasa por ser la forma m¨¢s antigua de cortejo que se conoce, pero su aprendizaje puede llevar toda la vida. Aqu¨ª todo el mundo cree que moverse al son de la m¨²sica es una cuesti¨®n de contar los pasos y ya est¨¢. Pero la cosa requiere mucho m¨¢s conocimiento de causa. Hay que balancearse en equilibrio, ondular el¨¢sticamente la cintura, tender una mano al partner, dar un paso al frente cuando toca, procurar no perder el ritmo y si se pierde, saber encajarlo con gracia, encogiendo los hombros que es la ¨²nica forma de salir airoso de cualquier traspi¨¦s y recuperar el paso al vuelo con una sonrisa. La pol¨ªtica es una forma de baile. Lo que no se puede es bailar a cara de perro. Por eso la mayor¨ªa de los pol¨ªticos son tan malos bailarines.
?Se imaginan a Rajoy arranc¨¢ndose por soleares? No crean que se trata de un asunto de izquierdas o de derechas. Saber bailar no es s¨®lo una cuesti¨®n de ideas, sino de instinto. Se tiene o no se tiene. Ah¨ª est¨¢n por ejemplo los socialistas de Alicante y Elche tir¨¢ndose zarpazos a la yugular en medio del ruedo para mayor regocijo de sus adversarios. Enric Morera y M¨°nica Oltra tampoco son precisamente Ginger Rogers y Fred Astaire, para qu¨¦ nos vamos a enga?ar, aunque mantienen el tipo. En este pa¨ªs falta mucha escuela de baile. Su¨¢rez s¨ª era un gran bailar¨ªn, como demostr¨® bailando con lobos, pero en su caso se trataba un don innato que iba mucho m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica ya que supo encajar los golpes bajos de la vida, volviendo al anonimato solo y sin montar bulla despu¨¦s de abandonar la fiesta.
En general puede decirse que el baile es una actividad social que exige principios, educaci¨®n y algo de o¨ªdo. Aunque esto ¨²ltimo est¨¢ por demostrar. La mayor¨ªa de los l¨ªderes pol¨ªticos padecen de hecho una profunda sordera. Hace ya rato que ha cambiado la m¨²sica y ellos contin¨²an con el bolero de Ravel, aplicando categor¨ªas de la Transici¨®n para entender lo que est¨¢ sucediendo en la calle. Y claro.
El desfase es sideral. La gente va, viene, se casa, se divorcia, cambia de ciudad, emprende nuevos trabajos. Investigamos con c¨¦lulas madre, volamos a Marte¡ pero seguimos votando con listas electorales cerradas, como si la pol¨ªtica fuera una cosa del siglo pasado. La prueba es que estamos gobernados por un se?or que es registrador de la propiedad y que en los bailes del casino de Pontevedra dej¨® una huella muy profunda sobre todo por los pisotones que daba.
Bailar requiere cierta ondulaci¨®n del esp¨ªritu que no est¨¢ al alcance de cualquiera. Las pr¨®ximas elecciones europeas tendremos ocasi¨®n de comprobarlo, aunque todos sabemos que los reyes del mambo ya no tocan canciones de amor.
Pero a lo que iba, la democracia no puede salir al ruedo envarada en una camisa de fuerza como en tiempos de C¨¢novas, sino en un traje pr¨ºt-¨¢-porter. A veces todo consiste en saber lanzar con gracia un guante, como Rita Hayworth, pero nunca en poner la otra mejilla. As¨ª que quien quiera recoger la prenda que espabile y el que no, que se atenga a los resultados electorales. Bailar a veces tambi¨¦n puede ser una posdata.
PD: Cada vez hay m¨¢s gente a la que le gusta ir a su aire, huir de los t¨®picos, mantener su criterio personal ante las consignas partidistas, escuchar la m¨²sica que le da la gana y bailar a su ritmo por las calles de esta ciudad que empieza a sonar ya a un mayo libre y soleado.
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