La alergia de Esquerra a Europa
La EFTA es un total dislate como opci¨®n para los catalanes; es un club fracasado y de segunda respecto a la Uni¨®n Europea
Alarma: el unanimismo europe¨ªsta de los catalanismos se ha quebrado. Y, para peor, lo ha quebrado el partido ascendente, Esquerra Republicana. Contra los populismos nacionalistas ultras y xen¨®fobos, Esquerra es partidaria de la inmigraci¨®n. As¨ª lo indica en su programa para el 25-M (p¨¢ginas 22 a 24, www.esquerra.cat). Pero en cambio, se acerca a ellos en su otra caracter¨ªstica com¨²n, la eurohostilidad. Se les acerca peligrosamente. Mat¨ªcese.No cae en el antieurope¨ªsmo chovinista, pero s¨ª en el escepticismo, la indiferencia, el desprecio, la distancia o el ninguneo, a elecci¨®n del lector. Pero ya resulta ins¨®lito presentarse a las elecciones de un club de pa¨ªses poniendo en duda, no la gesti¨®n que lleva a t¨¦rmino, sino el mismo club.
Rompi¨® aguas el diputado Albert Bosch sugiriendo, en reacci¨®n a la rotundidad antisecesionista de varios l¨ªderes europeos, que ¡°al final acabemos escogiendo algo que no nos hab¨ªamos planteado, pero que quiz¨¢ descubramos que no est¨¢ tan mal, como ser Noruega, Suiza o Islandia, pertenecer a la EFTA, que significa gozar de los beneficios del libre cambio sin pagar las facturas de la UE pol¨ªtica... Eso es muy atractivo¡± (Vilaweb, 17 de febrero).
Le sigui¨® al mil¨ªmetro la portavoz Marta Rovira, encandilada porque ¡°en ¨²ltimo t¨¦rmino podr¨ªamos formar parte de la EFTA, gozando de la libertad de circulaci¨®n de personas, bienes, servicios y capital, sin tener que hacer ninguna contribuci¨®n neta a la UE¡± (revista Esquerra Nacional, n¨²mero 217). Y le corea el cabeza de lista Josep Maria Terricabras, para quien ¡°no es un desastre¡± quedar excluido de la UE, ¡°no habr¨ªa ning¨²n problema especial; es m¨¢s, en mucha gente crece la idea de hacerse de la EFTA, el libre comercio¡± (EL PAIS, 17 de mayo). Los de la EFTA, ¡°Noruega, Suiza... no son de la UE, pero tampoco viven mal¡± (El Mundo, 17 de mayo).
Comprende a Suiza, Liechtenstein, Noruega e Islandia, que, a diferencia de Catalu?a y? Espa?a, son pa¨ªses ajenos o apartados del impulso pol¨ªtico europe¨ªsta
La EFTA es un perfecto dislate como alternativa para Catalu?a y los catalanes: por su historia irrelevante, su penoso balance y su vaciedad. La European Free Trade Association es un fracaso hist¨®rico. Fue creada en 1960 como alternativa a las Comunidades Europeas (hoy, Uni¨®n Europea, UE) a impulso del Reino Unido, que no quer¨ªa federarse con nadie, sino solo comprar y vender. Supone, en consecuencia, solo una zona de libre comercio (zlc, sin aranceles internos): menos que una uni¨®n aduanera (zlc con tarifa exterior com¨²n), que un mercado com¨²n (libre circulaci¨®n, est¨¢ndares industriales, reglas de competencia...) y que una uni¨®n econ¨®mica y monetaria. Es, frente a un proyecto articulado de integraci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica, un suced¨¢neo de segunda divisi¨®n. Es mucho menos que lo que tenemos hoy. Para nada algo m¨¢s.
En consecuencia pereci¨®, de facto, como propuesta atractiva (salvo a lo que se ve, para Bosch). Aunque renque¨® de iure. Su balance fue el de un experimento fallido: tanto su creador como la mayor¨ªa de sus socios (entre ellos, casi todos los escandinavos) se alejaron de ella como de la peste para integrarse en la ¨²nica Europa realmente existente (sue?os aparte), la actual UE.
Y al cabo, la EFTA es una c¨¢scara semi-vac¨ªa. Comprende a Suiza, Liechtenstein, Noruega e Islandia. Los cuatro son, a diferencia de Catalu?a y de Espa?a, pa¨ªses ajenos, extra?os o apartados del impulso pol¨ªtico europe¨ªsta y de muchas de las grandes corrientes continentales. No son ni la Europa real ni ninguna otra Europa. Viven bien, eso s¨ª: dos (Suiza y Liechtenstein) gracias a su calidad de para¨ªsos fiscales, el primero, un gran exportador mundial de armas; la simp¨¢tica y solidaria Noruega porque tiene la suerte de disponer de inagotables reservas de petr¨®leo; y la ex¨®tica Islandia por ser un para¨ªso pesquero, aderezado de bancos quebrados. Es decir, la econom¨ªa de Catalu?a no exhibe ni una sola ventaja comparativa similar a las de los cuatro.
Pero es que adem¨¢s la EFTA como tal no es esa especie de Uni¨®n Europea sin v¨ªnculos de Uni¨®n que se nos sugiere. No. La EFTA como tal apenas es nada. Tan poca cosa es que solo se la resucit¨® a principios de los noventa para convertirla en una salita de espera para candidatos a integrarse en la Uni¨®n de verdad, la UE, compartiendo el mercado interior sin fronteras ideado por Jacques Delors. As¨ª se form¨®, mediante un pacto UE-EFTA, el Espacio Econ¨®mico Europeo (EEE).
Es este, y no la EFTA como tal, (tampoco incluye a Suiza), el que constituye un segundo c¨ªrculo (de segunda) en la periferia satelitaria de la UE. Y es de segunda porque, aunque en ¨¦l rigen las cuatro grandes libertades comunitarias de circulaci¨®n (de personas, mercanc¨ªas, servicios y capitales), lo hacen con limitaciones (agr¨ªcolas, pesqueras, y con eventuales restricciones proteccionistas).
Y es, sobre todo, de segunda,desde la perspectiva pol¨ªtico-institucional: quien manda en el EEE es la UE, y no la EFTA. ?Qu¨¦ inter¨¦s tendr¨ªa, pues, separarse de Espa?a y de la UE para acabar relegados a un club de inferior divisi¨®n en el que adem¨¢s sus socios son meros socios pasivos, que deben por tanto obedecer a los del club al que antes pertenec¨ªas?
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