¡°Nos falta glamur en el crimen¡±
Claudio Cerd¨¢n pasea su quinta novela por el certamen Mayo Negro El autor habla de Alicante, donde sit¨²a sus ¨²ltimos trabajos, como escenario ideal para el crimen
El Arropiero, un asesino en serie de Barcelona, era analfabeto. El asesino de la baraja se entreg¨® un d¨ªa borracho tras meses sin matar. La supuesta asesina de Isabel Carrasco, la presidenta de Le¨®n, ide¨® un plan de escape consistente en recorrer el centro de Astorga (Le¨®n) con la coartada de haber comprado dulces en una pasteler¨ªa que estaba cerrada. ¡°Lo de Le¨®n parec¨ªa un ajuste de cuentas con una mujer muy poderosa y es algo cutre, hecho a la vista de todos en un puente. Nos falta glamur en el crimen¡± considera Claudio Cerd¨¢n (Yecla, 1981), escritor reci¨¦n llegado del certamen de literatura Valencia Negra al Mayo Negro de Alicante como invitado.
Regresa a lo que podr¨ªa ser su casa, Mayo Negro, un certamen que naci¨® del taller de novela negra de la Universidad de Alicante al que asisti¨® y ya lleva una d¨¦cada de vida propia. Cinco novelas despu¨¦s, tres enmarcadas en el g¨¦nero negro, va cogiendo fondo como escritor, finalista como ha sido del premio Lengua de Trapo, del Silvenio Ca?ada en la Semana Negra de Gij¨®n o en Novela Pata Negra de la Universidad de Salamanca. De apariencia tranquila, con unos ojos somnolientos que parecen luchar por abrirse cuando escucha hablar de corrupciones y cuerpos vomitados por el mar con signos de tortura, temas que le sacan una media sonrisa bajo el bigote.
Alicante, ciudad del crimen
Las ¨²ltimas tres novelas de Cerd¨¢n transcurren en Alicante, donde estudi¨®. Tom¨® conciencia del lado oscuro de Alicante trabajando en el gabinete de prensa Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig. ¡°Hac¨ªa dosieres para los concejales con cosas de pol¨ªtica y acab¨¦ haciendo otro para m¨ª de cr¨ªmenes¡±, recuerda: ¡°Me llam¨® la atenci¨®n que al lado de casa de mi madre, en San Vicente, detuvieran a un narcotraficante internacional y, al poco, en una calle no muy lejana a otro que hab¨ªa llegado a quitarse las huellas dactilares¡±, comenta interes¨¢ndose tambi¨¦n por el cuerpo maniatado y con signos de tortura aparecido no hace mucho en una playa de Torrevieja.
Alicante no es solo entretenimiento y sol. ¡°El delito puede estar en cualquier parte. Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n nos ense?¨® que para escribir estas novelas no deben estar ambientadas en EEUU. Jim Touson ya hizo excelentes novelas rurales¡±, dice de un g¨¦nero en el que tipos fumando a lo Bogart en un antro se han convertido en un clich¨¦ del g¨¦nero.. Cuando crearon la brigada GRECO contra el crimen organizado la primera fue a Madrid; la segunda, a Marbella; y la tercera, a Alicante¡±.
¡°Es cojonuda como escenario del crimen¡±, se relame el murciano antes de detallar las caracter¨ªsticas para el delito de una provincia en la que, realmente, se captura mucho criminal internacional: ¡°La corrupci¨®n debe llamarles. Tiene un aeropuerto internacional, un puerto. En verano se multiplica la poblaci¨®n, gente sin rostro que va y viene. Est¨¢ tambi¨¦n Benidorm que parece Nueva York ¡¡±, describe Cerd¨¢n. ¡°La pr¨®xima no transcurrir¨¢ aqu¨ª¡±, avisa, ¡°me centro m¨¢s en empresario y pol¨ªticos¡±. Y cuando se le advierte que el binomio empresario-pol¨ªtico tambi¨¦n va sobrada la provincia alicantina, contesta con un escueto: ¡°S¨ª, es un disparate¡±.
¡°A los cr¨ªmenes m¨¢s famosos de Espa?a les sale la caspa por todos los sitios, f¨ªjate en la matanza de Puerto Hurraco, dos viejos dando tiros en mitad de la calle de un pueblo¡±, asevera pausadamente el autor de Cien a?os de perd¨®n, una de las recomendaciones para el 2013 de Elemental, el blog de la secci¨®n de Cultura de EL PA?S dedicado a la novela negra. ¡°Nos gusta leer de Hannibal Lecter (el can¨ªbal de El silencio de los corderos), alguien sofisticado, inteligente, pero hay mucho de Torrente en nosotros¡±, y pasa a relatar un robo ocurrido en una gasolinera de Yecla (Murcia) realizado a las ocho de la ma?ana, cuando menos dinero hab¨ªa en la caja, y mientras uno de los ladrones se com¨ªa un bollycao. ¡°Lo peor fue que la Polic¨ªa Cient¨ªfica se dej¨® la caja con las pruebas recolectadas¡±, remata con su media sonrisa.
Cerd¨¢n ve a los criminales como ¡°gente a la que hay que humanizar porque comen, cagan y sufren como todos¡±. Por eso no tiene especial inter¨¦s en que caigan bien, los crea haci¨¦ndoles creer que son m¨¢s listos de lo que realmente son, les pone ante una segunda oportunidad y acaban viviendo una huida hacia adelante en busca de redenci¨®n o recomi¨¦ndose de culpabilidad: un polic¨ªa quemado que atraca un furg¨®n blindado (Cien a?os de perd¨®n), una mala bestia salida de la c¨¢rcel que vuelve a optar por el crimen (El pa¨ªs de los ciegos) o un polic¨ªa dedicado a localizar a ni?os que acaba perdiendo el suyo propio en un parque (Un mundo peor). Nunca es gente enteramente mala o buena.
Que te metan entre rejas es algo sencillo, as¨ª arranca El pa¨ªs de los ciegos. Pero Cerd¨¢n, que presenta sus proyectos ¨Ctambi¨¦n rueda cortos y dibuja c¨®mics- en c¨¢rceles matiza: ¡°Entre rejas te encuentras desgraciados, nunca al profesor Moriarty (en referencia al inteligente rival de Sherlock Holmes). Hay gente que se puede reintegrar, como los que pierden el carn¨¦ por puntos. Pero tambi¨¦n chavales de 26 a?os que tienen un cr¨ªo de 11 y cuando hablas con ellos te cuentan que pasaron la ni?ez viviendo en la parte de atr¨¢s de un coche. No, los criminales no son muy inteligentes. A veces parece que nos escondan a quien la sociedad no quiere ver¡±.
Precisamente, esa caracter¨ªstica innata de la novela negra por mostrar lo peor de la sociedad y contar la realidad tal cual es, es lo que llam¨® la atenci¨®n de Cerd¨¢n como lector y lo que disfruta como escritor. Con un lenguaje directo y seco, huye de las novelas que obvian lo crudo de la realidad. ¡°Luego nos sorprendemos con los cr¨ªmenes machistas, cuando los vecinos dicen que eran una pareja de lo m¨¢s normal o nunca o¨ªmos nada¡±, reflexiona sobre la costumbre humana de ignorar las penurias de la realidad.
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