Una banda en ascensi¨®n y otra que ya lo ha dicho todo
La noche del viernes encumbr¨® a The National y destron¨® a Pixies
Era el momento de afirmarse como faro de una generaci¨®n, pero el concierto que ofrecieron en el Primavera Sound los mostr¨® como una cerilla, s¨ª, con el f¨®sforo muy gordo, pero cerilla al fin y a la postre. En un concierto m¨¢s bien fr¨ªo, Pixies pasaron por el festival que busca sentido tambi¨¦n en la memoria como un nombre que vive precisamente en el recuerdo, en un pasado glorioso en el que fueron lo que precisamente no parecen ser hoy, una banda din¨¢mica, en¨¦rgica, poderosa, tersa y contagiosa. Ante una multitud, sin duda menor que la que acompa?¨® a The Arcade Fire en la noche del jueves, Pixies pasaron por el festival que los reconociera hace 10 a?os en un concierto triunfal como un p¨¢lido recuerdo de la banda que fueron. Enmendaron la plana The National, grupo que se impuso en la noche gracias a su rock con estudios.
Dada la distribuci¨®n de los escenarios principales del Primavera Sound, muchos espectadores asientan sus reales en la enorme explanada donde se ubican el escenario Sony y el Heineken, lo que en t¨®pica clave masculina parece un paradigma del ocio: cerveza y tele. No hace falta m¨¢s, acaba un concierto, caminas unos 100 pasos, meramente cambiar de postura en el sof¨¢ considerando las medidas del recinto, y ya se encuentra uno encarado ante el otro escenario. Pues bien, pareciera que Black Francis, l¨ªder de Pixies, hubiese pasado los ¨²ltimos a?os bebiendo cerveza delante de la tele. Por ella ha debido de enterarse de que los j¨®venes ya no son como los de su ¨¦poca y por eso ha fichado a una bajista con las pintas de indie vistas por el escaparatista de un gran almac¨¦n, con flequillo y todo tap¨¢ndole los ojos como si fuese a tocar con Los Planetas, banda que por cierto lo hizo en uno de los escenarios de marca, de televisi¨®n para m¨¢s se?as, del festival. Por la tele, probablemente, Francis se ha enterado de que el enfado cotiza al alza, as¨ª que en alguna de las canciones de su ¨²ltimo disco se pone estupendo y entona como si hablase, aunque le queda m¨¢s bien una homil¨ªa que un discurso incendiado. En fin.
La cosa es que su concierto s¨®lo interes¨® a las primeras filas, que eran las captadas por las c¨¢maras de televisi¨®n. El resto de la multitud se mantuvo educadamente ante el escenario sinti¨¦ndose aludida al inicio con Bone machine y de tanto en tanto con alguno de los ¨¦xitos interpretados por la banda, Velouria, Here comes your man, Where is my mind, et¨¦tera. Cuando sonaban las del nuevo e innecesario disco del grupo era el momento de activar la conversaci¨®n, ir a la barra a practicar portugu¨¦s con los camareros, mirar el perfil nocturno de la Diagonal o, como hac¨ªa una pareja de padres ingleses de mediana edad, educar a sus hijas sobre los h¨¢bitos y normas de comportamiento asociados al consumo de m¨²sica en directo. Era como ver a un cormor¨¢n ense?ar a sus cr¨ªas a pescar. Fue la imagen m¨¢s edificante del concierto, la que explica porqu¨¦ en otros pa¨ªses se compran discos y, al margen de disponer de m¨¢s renta, sus aficionados son capaces de viajar para ver a sus grupos favoritos.
Mientras el concierto de Pixies se desarrollaba, con el asombroso efecto de que hasta los cl¨¢sicos parec¨ªan piezas nuevas sin apenas recorrido, vulgarizadas por una ejecuci¨®n casi notarial, inanimada, la multitud se iba deshilachando hacia otros escenarios, aunque en buena medida lo hizo al situado en la misma explanada, para disponerse de cara a The National. Y lo cierto es que la previsi¨®n no jug¨® a favor en este caso, pues la banda de Matt Berninger despleg¨® un espect¨¢culo visual m¨¢s disfrutable en la distancia que en la proximidad del escenario. Claro que ver de cerca la gestualidad atribulada de Matt, trajeado, curv¨¢ndose doliente sobre el micro, luciendo una gafas muy favorecedoras de montura negra y movi¨¦ndose con la pausa propia del intelectual sensible dispuesto a compartir su aflicci¨®n con la multitud, es un activo que muchos no quisieron eludir. Por ejemplo Justin Vernon, convidado a cantar en Slow show con la banda, que tambi¨¦n invit¨® a Paul Maroon de The Walkmen.
Dando un repaso a su rock de personas que se toman en serio hasta bajar la basura, The National mantuvieron a la multitud ante su escenario, abducidos por la voz de bar¨ªtono de Matt cantando un repertorio lleno de cl¨¢sicos. The National es una buena banda para que los adultos se acerquen al rock sin lamentar la ausencia de cabello o la falta de aquella cazadora de cuero tirada al llegar a los cuarenta, pues tienen aire concentrado, moderado tono ¨¦pico, canciones bien construidas en lenguaje de rock adulto, que no melifluo, y un intelectualismo formal asequible que no distancia sino que connota sabidur¨ªa y buen gusto en quien escucha piezas como Whers is my girl, Conversation 16 o Mistaken for strangers. De hecho fueron los triunfadores de la noche por encima de los propios Pixies, marcando la diferencia entre una banda que ya lo ha dicho todo y que deber¨ªa saber que lo mejor ya ha quedado atr¨¢s y otra en ascensi¨®n y con un techo a¨²n por marcar. Matt no parece beber mucha cerveza ante la tele, o si lo hace, es a escondidas y s¨®lo para mirar series.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.