Esperando a Felipe VI
Que se diga ahora desde instancias del PP que la marcha de Duran es una "noticia fatal", resulta un acto de hipocres¨ªa pol¨ªtica
Si Duran Lleida ha dejado para el 20 de junio, el d¨ªa despu¨¦s del nombramiento del pr¨ªncipe Felipe como Felipe VI de Espa?a, pronunciarse sobre su continuidad como jefe de filas de Uni¨® (y portavoz de la coalici¨®n nacionalista en el Congreso de los Diputados) es porque es altamente probable que quiera saber cu¨¢l ser¨¢ el contenido del primer discurso del entonces Rey de Espa?a. Ese discurso ser¨¢ muy importante, no solo para el l¨ªder nacionalista (en funci¨®n del cual seguramente se inclinar¨¢ por la renuncia o su continuidad) sino para que todos los que todav¨ªa esperamos que el famoso e invalorable choque de trenes no se produzca.
No todos los que quieren que ese choque no se d¨¦ piensan igual. Los hay que ruegan que todo permanezca despu¨¦s de que no haya choque y los hay, como un servidor, que desean que en lugar de ese ominoso accidente se produzca un gran acuerdo entre el PP, PSOE y CiU (adem¨¢s de las fuerzas pol¨ªticas que quieran sumarse en el Parlamento espa?ol) respecto a una nueva estructura de Estado que satisfaga a las dos partes en litigio, Espa?a y Catalu?a.
La pelota del cambio de la Constituci¨®n se encuentra en tres tejados: en el del Gobierno, el de la Generalitat y el de la Corona
Todos sabemos que el per¨ªmetro de acci¨®n del Rey en esta materia es casi inexistente. Todo lo que diga y no diga siempre resultar¨¢ no vinculante. Pero no hay duda de que, como dijo el domingo en el diario Ara el historiador Paul Preston, solo con mostrar alguna sensibilidad hacia las demandas catalanas habr¨¢ dado un gran paso en su flamante reinado. Hablar de unidad y diversidad, como lo hizo el Pr¨ªncipe al d¨ªa siguiente de la abdicaci¨®n de su padre, no invita a presagiar grandes cambios, aunque tambi¨¦n no deja de ser cierto que desde que empez¨® el movimiento independentista a ganar cada d¨ªa m¨¢s adeptos, el Rey cambi¨® la gran¨ªtica formula de la ¡°unidad de Espa?a¡± por la m¨¢s difusa y ambigua ¡°Espa?a unida¡±. As¨ª y todo, la apelaci¨®n a la diversidad no deja de sonar, a estas alturas, a una mera concesi¨®n sem¨¢ntica sin ning¨²n contenido pol¨ªtico que nos haga atisbar un cambio jur¨ªdico.
Ahora se da la circunstancia de que la pelota del cambio de la Constituci¨®n en aras de encajar a los territorios nacionales que conforman Espa?a en una unidad federal de profundo calado, se encuentra en tres tejados: en el del Gobierno central, en el de la Generalitat y en el de la Corona.
El Gobierno central ya tiene suficiente informaci¨®n estad¨ªstica como para calibrar la posibilidad de permitir un refer¨¦ndum en Catalu?a sin que eso signifique tirarse a la piscina de su independencia. Evidentemente Rajoy ya dio sobradas muestras de que el riesgo no va con ¨¦l. (Por no ir, ni siquiera es capaz de proceder como el presidente del BCE, que solo con dos faroles salv¨® la supervivencia del euro). Sin hacer el m¨ªnimo gesto (los gestos en pol¨ªtica son muy importantes) de que alg¨²n d¨ªa lo va a hacer, se hace casi inveros¨ªmil que de ese Gobierno salga una soluci¨®n.
Por lo que respecta a la Generalitat, las cosas cada d¨ªa adquieren visos de irreversibilidad. Es cierto que Artur Mas, en algunos momentos, dio la sensaci¨®n de buscar auxilio en Rajoy, un movimiento que este no entendi¨® o no quiso entender. Cuando el presidente de la Generalitat, por ejemplo, habla de que Rajoy no lo llama tiene algo de raz¨®n, aunque la tiene tambi¨¦n Rajoy cuando se queja de que Mas no lo llam¨® para comunicarle la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum acordado unilateralmente. (El presidente espa?ol dice que se enter¨® por la prensa). Como Mas no ha desmentido esta queja, hay que darla por cierta y por lo tanto muy torpe, y hasta podr¨ªa calificarse de grave dado el alcance pol¨ªtico de su decisi¨®n.
Desde el independentismo, hoy a la soluci¨®n federalista se la mira por encima del hombro sin ning¨²n complejo
Por los lares independentistas, sobre todo en Esquerra Republicana, no se espera ya nada del Gobierno ni de nadie. La munici¨®n f¨¢cil del anticatalanismo que se repartieron entre PP y PSOE cuando hizo falta para engordar sus respectivas arcas electorales, con una falta absoluta de sentido de Estado, ayud¨® mucho a crear las condiciones pol¨ªticas y emocionales para que una extensa capa de catalanes (capas transversales, nos guste o no) se inclinara, como m¨ªnimo, por la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum.
Desde el independentismo, hoy a la soluci¨®n federalista se la mira por encima del hombro sin ning¨²n complejo. Como la de Rajoy, la cerraz¨®n de los independentista y de Converg¨¨ncia i Uni¨® a dialogar y discutir por una estructura federal de Espa?a en profundidad y con un amplio consenso parlamentario y ciudadano, es tambi¨¦n un grave error.
Volvamos a Duran Lleida y al pr¨ªncipe Felipe. Que se diga ahora mismo desde algunas instancias parlamentarias del PP, que la marcha de Duran es una ¡°noticia fatal¡±, resulta cuando menos un acto de hipocres¨ªa pol¨ªtica. Nadie en ese partido le hizo el menor caso en la C¨¢mara baja cuando el pol¨ªtico catal¨¢n les casi implor¨® puentes. Y al Pr¨ªncipe m¨¢s le vale que se ponga a la altura de la crisis territorial, social, pol¨ªtica y econ¨®mica que vive su reino. No sea que el por ahora falso debate entre Monarqu¨ªa o Rep¨²blica, revierta en la solicitud cada vez m¨¢s mayoritaria de otro refer¨¦ndum. Esta vez a escala espa?ola.
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario.
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