El vaciamiento de crisol
En esta crisis est¨¢ en juego el proyecto fundacional del PSC como partido transversal capaz de aspirar a la hegemon¨ªa
Por qu¨¦ ha dimitido Pere Navarro como l¨ªder del socialismo catal¨¢n? Seg¨²n sus propias explicaciones, el ex primer secretario del PSC llev¨® a cabo una ronda de consultas con dirigentes destacados del partido y lleg¨® a la conclusi¨®n de que ya no le apoyaban. Por eso dimiti¨®, dijo. Pero, ?por qu¨¦ motivo hab¨ªa perdido la confianza? ?Por las sucesivas derrotas electorales? ?Por no oponerse suficientemente a la consulta prevista por el Gobierno de CiU para el 9 de noviembre? ?Por aceptarla si es legal y pactada con el Gobierno de Espa?a? ?Por haber apoyado al Gobierno de CiU en el proyecto de BCN World, o la entrega a la competencia del ¨¢rea publicitaria de la televisi¨®n p¨²blica catalana? ?Han dejado de apoyarle por haber dado por buena una propuesta federal del PSOE que gusta a los federalistas andaluces pero es rechazada como insuficiente por muchos federalistas del PSC?
No se sabe muy bien, puede haber un poco de todo. Las respuestas a estas preguntas dibujar¨ªan, probablemente, un partido ingobernable, inmerso en contradicciones insolubles. Pocas veces es posible escuchar en el escenario pol¨ªtico confesiones de impotencia tan veraces y claras como la de Pere Navarro el domingo pasado ante el Consejo Nacional de su partido. El debate sobre la independencia de Catalu?a obliga a tomar una posici¨®n, a definirse ante un planteamiento de secesi¨®n, y para los socialistas catalanes esto supone poner punto final a uno de los varios equilibrios internos existentes en el partido desde su fundaci¨®n en 1978. Un universo de matices culturales, ling¨¹¨ªsticos, ideol¨®gicos, nacionales, pol¨ªticos. Esto es lo que reconoci¨®, a su pesar, Pere Navarro. El equilibrio entre la gradualidad de sensibilidades nacionales y entre los sentimientos de pertenencia nacional que coexisten en el PSC se est¨¢ rompiendo sin que el ex primer secretario haya podido evitarlo, pese a sus esfuerzos.
Esta ruptura viene produci¨¦ndose ya, poco a poco, desde hace unos a?os, en forma de bajas individuales, por el abandono de algunos colectivos territoriales, a trav¨¦s de la formaci¨®n de corrientes internas. Las p¨¦rdidas y los abandonos se producen en todas direcciones ideol¨®gicas y nacionales, pero en los ¨²ltimos dos a?os m¨¢s por el lado catalanista que por cualquier otro. Sobre Pere Navarro pesaba la amenaza de una ruptura de todo un sector del partido, el que reclama un cambio de posici¨®n ante la consulta del 9 de noviembre. No en el sentido de apoyar la independencia de Catalu?a, sino en el sentido de ayudar a hacer posible la consulta.
Si esta amenaza de ruptura llega a materializarse, en la prevista asamblea del 4 de julio o en otro momento del proceso abierto por la dimisi¨®n de Navarro, significar¨ªa la muerte del modelo de partido integrador asumido en 1978 por todas las formaciones y colectivos fundadores. El fin del PSC como el gran partido imaginado y pactado. El vaciamiento del crisol humano del que tantas veces se han enorgullecido sus creadores. Cuando Ernest Maragall y su colectivo lo abandonaron, comenz¨® ya a prefigurarse este desenlace. Si a las p¨¦rdidas ya sufridas en esta direcci¨®n se a?aden otras, llegar¨¢ el momento en que el resto ser¨¢ simplemente una m¨¢s de las organizaciones territoriales del PSOE.
El PSC ser¨¢ entonces como el PSE: un partido sin posibilidad ni ambici¨®n para ser suficientemente transversal como para aspirar a ser la primera fuerza del pa¨ªs
El propio Maragall lo explica. El PSC ser¨¢ entonces, m¨¢s o menos como el PSE: un partido sin posibilidad ni ambici¨®n para ser suficientemente transversal como para aspirar a ser la primera fuerza del pa¨ªs. A la izquierda le sucede lo mismo en ambas sociedades binacionales: ser representativo de solo una de las dos partes es una opci¨®n tan leg¨ªtima como cualquier otra, pero no le permite aspirar a la hegemon¨ªa.
Esta crisis del PSC llega no por casualidad cuando la izquierda social y pol¨ªtica vive en Espa?a y en Catalu?a una serie de transformaciones que apuntan a una reconfiguraci¨®n de su representaci¨®n. Se asiste al surgimiento de nuevos sujetos, de nuevos liderazgos y nuevas formas de organizaci¨®n. La socialdemocracia ha vivido pr¨¢cticamente sin competencia real desde su izquierda en las ¨²ltimas d¨¦cadas, primero a causa de la divisi¨®n y ruptura del PCE y el PSUC y despu¨¦s por el hundimiento del sistema sovi¨¦tico y el descr¨¦dito y la confusi¨®n que esto gener¨®.
Entre estos dos factores y la ortopedia electoral que en Espa?a promueve el bipartidismo, han sido 30 a?os de hegemon¨ªa indisputada. Pero de todo esto comienza ya a hacer muchos a?os, la aguda crisis econ¨®mica moviliza nuevos actores y las elecciones del 25 de mayo demostraron que se est¨¢n produciendo nuevas reagrupaciones. Es el caso de Podemos, pero es en parte tambi¨¦n el caso de las CUP, de las iniciativas surgidas del movimiento de los indignados y de otras plataformas sociales.
Este es el contexto en el que la crisis de socialismo toma toda su relevancia, pues apunta a que, en Espa?a por unas razones y en Catalu?a por las mismas y una m¨¢s, si no es acertadamente resuelta puede desembocar en un cambio en la configuraci¨®n general de las izquierdas, a una disputa efectiva por la hegemon¨ªa en este ¨¢mbito, porque en esta ocasi¨®n puede que haya alternativas que durante a?os no contaban.
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