Forajidos y aforados
El nuevo blindaje de la Familia Real y, en especial, el aforamiento del Rey Juan Carlos es como ponerle la guinda al pastel del reparto de privilegios entre poderosos
Ajeno por completo al creciente malestar ciudadano que ya se manifiesta abiertamente en la calle, en las urnas y hasta en las mismas instituciones, el gobierno del Partido Popular acaba de anunciar oficialmente que s¨ª, que el Rey Juan Carlos, cuando abandone el trono, tendr¨¢ un aforamiento especial y absoluto que le proteger¨¢ de cualquier tipo de denuncia tanto civil como penal. Hace apenas dos meses, no estando todav¨ªa planteada la abdicaci¨®n del monarca, ya se aprob¨® incluir entre los espa?oles aforados a la Reina Sof¨ªa y a los pr¨ªncipes. Estamos ante la perversi¨®n hasta la caricatura de f¨®rmulas que, hace muchos a?os, nacieron para garantizar el ejercicio democr¨¢tico de la pol¨ªtica a salvo de presiones o amenazas exteriores y que han desembocado en un entramado de leyes de tintes mafiosos donde lo que se pretende es dificultar la tarea de la justicia si esta osa acercarse a los poderosos.
El origen del aforamiento, aunque sea posible encontrar referentes anteriores, hunde sus raices en el parlamentarismo franc¨¦s de hace m¨¢s de dos siglos. Entonces se legisl¨® sobre inmunidad parlamentaria para proteger a las c¨¢maras legislativas, salidas de la voluntad popular, de los organismos judiciales que estaban ligados a la nobleza. De ah¨ª sale la moderna figura del aforado. Se trataba de que los poderes que ven¨ªan del Antiguo R¨¦gimen no pudieran impedir la labor parlamentaria de aquellos a quienes hab¨ªa escogido el pueblo. ?Qui¨¦n pod¨ªa suponer entonces que un avance con pretensiones democratizadoras iba a desembocar en Espa?a en un ej¨¦rcito de miles de aforados o que, en el Pa¨ªs Valenci¨¤ y sin rubor alguno, los gobernantes del PP iban a usar el aforamiento para dilatar y dilatar, cuando no anular, sus procesos por corrupci¨®n? Si alguien hubiera pensado en la posibilidad de unos usos tan torticeros del aforamiento como los de Sonia Castedo o ¡°La Perla¡± (que renuncian a ¨¦l para que sus causas cambien de juzgado y volver a empezar de cero) seguro que se hubieran buscado otras f¨®rmulas. El aforamiento no est¨¢ pensado para huir de la justicia como si de forajidos se tratara.
El nuevo blindaje de la Familia Real y, en especial, el aforamiento del Rey Juan Carlos es como ponerle la guinda al pastel del reparto de privilegios entre poderosos, significa que una f¨®rmula que pretend¨ªa ser una garant¨ªa contra el abuso por parte de la nobleza, acaba en las ant¨ªpodas de la pretensi¨®n inicial. Lo que era una defensa de la ciudadan¨ªa ante la nobleza se utiliza hoy en Espa?a para blindar a la Monarqu¨ªa de la gente normal, de sus leyes y de sus jueces. El mundo al rev¨¦s.
Estos d¨ªas, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana ha puesto el grito en el cielo sobre el abuso que se est¨¢ haciendo del aforamiento. No han descubierto nada que no sepa cualquier ciudadano m¨ªnimamente informado: hay demasiados aforamientos, se est¨¢ convirtiendo en regla general lo que deber¨ªa ser una excepci¨®n y, sobre todo, ¡°se entorpecen y ralentizan los procedimientos¡±. En Espa?a hay 10.000 aforados, de los cuales, unos 2.000 son pol¨ªticos; el resto, b¨¢sicamente, miembros de las altas instituciones del Estado, componentes de la carrera judicial y de las fuerzas de seguridad. El overbooking de aforados en Espa?a no tiene comparaci¨®n con otros pa¨ªses. Por ejemplo, en Alemania, Reino Unido o los Estados Unidos no hay ni un solo aforado. Otro dato interesante es que la Constituci¨®n, contra lo que se pretende dar a entender, solo contempla el aforamiento de los miembros del gobierno, senadores y diputados, poco m¨¢s de 600 personas. Los dem¨¢s, hasta 10.000, se han apuntado al privilegio gracias a leyes posteriores.
El agotamiento de nuestro sistema sociopol¨ªtico en cada d¨ªa menos discutible y la perversi¨®n de las f¨®rmulas ligadas a la inmunidad parlamentaria es muestra evidente de la necesidad de revisarlo todo, y a fondo. Inmunidad no es impunidad; inmunidad equivale a garant¨ªa, impunidad es trampa, una burla continuada del principio de igualdad ante la ley. El aforamiento es una medida pensada para proteger al ciudadano otorg¨¢ndole un trato especial a su representante para que pueda actuar con plena libertad. La figura jur¨ªdica no protege a la persona, al pol¨ªtico, sino la funci¨®n que desempe?a.
El desvar¨ªo es tan grande que, mientras se multiplican los aforados que se sit¨²an al margen de la justicia ordinaria, los mismos pol¨ªticos que abusan de sus privilegios para escapar de los jueces pueden acabar siendo juez y parte para negar a una diputada el ejercicio de su cargo. Acaba de pasar en Les Corts Valencianes con M¨®nica Oltra. Resulta que disponemos de f¨®rmulas para procurar que la justicia no impida la labor legislativa pero, en cambio, no hay forma de evitar que una mayor¨ªa parlamentaria, sin m¨¢s, le niegue a una diputada de la oposici¨®n el ejercicio de su tarea, al expediente, la sancione, la suspenda, y finalmente la expulse. Seguro que si la Mafia pudiera hacer lo propio con los polic¨ªas que les investigan y persiguen, tambi¨¦n les suspender¨ªan. Sin polic¨ªa se roba mejor, y sin oposici¨®n, tambi¨¦n.
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