El arte de la fuga
La West-Eastern Divan Orchestra, que re¨²ne a m¨²sicos jud¨ªos y ¨¢rabes, es uno de los pocos espacios de concordia en ese mundo de odios
Asistimos impert¨¦rritos al drama de las concertinas y de los naufragios y apenas nos preguntamos ?c¨®mo se crean las fronteras? ?C¨®mo se desplazan? Claudio Magris cuenta el encuentro en una estaci¨®n de Europa oriental de un jud¨ªo con otro que va cargado de maletas y le pregunta ad¨®nde se dirige. Cuando le dice que a Am¨¦rica y el otro le comenta que entonces se va muy lejos, el de las maletas le responde asombrado: ?lejos de d¨®nde? El jud¨ªo de las maletas carece de patria hist¨®rico-pol¨ªtica (y por tanto de frontera), pero a la vez tiene una patria en s¨ª mismo de forma que la frontera se convierte en un puente tendido al mundo. En El mundo de ayer Stefan Zweig nos hace un retrato entra?able de Teodor Herzl al que un Zweig jovenc¨ªsimo visita en la redacci¨®n del Neue Freie Presse de la que luego Herzl fue corresponsal en Par¨ªs y cronista del caso Dreyfus. De aquella amarga experiencia surgi¨® El Estado Jud¨ªo, un op¨²sculo que Herzl public¨® en 1896, en el que por primera vez se preconiza un estado en la vieja patria, Palestina. Zweig cuenta la indignaci¨®n con la que fue acogido en los c¨ªrculos burgueses jud¨ªos de Viena porque cre¨ªan que en unos decenios caer¨ªan los prejuicios sobre ellos y Herzl s¨®lo facilitaba argumentos a los enemigos de los jud¨ªos.
En las d¨¦cadas siguientes, los perjuicios, lejos de caer, se convirtieron en odios y en guerras encarnizadas. Zweig se suicid¨® antes de la ca¨ªda del Reich y por tanto no pudo ver c¨®mo la idea del bondadoso Herzl que ¨¦l hab¨ªa conocido, se materializ¨® en el Estado de Israel ?qu¨¦ hubiera dicho de los nuevos muros de Jerusal¨¦n y de Gaza? En Valcellina, una de las historias de su libro Microcosmos, dice Magris: ¡°Toda identidad es tambi¨¦n horrible, porque para existir tiene que trazar una divisoria y rechazar a quien est¨¢ en la otra parte: S¨®lo un odio m¨¢s grande supera a los odios m¨¢s peque?os, que se vuelven a encender cuando deja de existir el enemigo com¨²n¡±.
?Hay espacio para la esperanza, para la utop¨ªa? Hoy, la West-Eastern Divan Orchestra, que re¨²ne a m¨²sicos jud¨ªos y ¨¢rabes es uno de los pocos espacios de concordia en ese mundo de odios. La orquesta la fundaron Edward Said y Daniel Barenboim. Said un palestino que logr¨® el extra?o reto de ser el mismo un jud¨ªo errante (Steiner). Barenboim, el m¨²sico que por primera vez dirigi¨® a Wagner en Israel, de familia jud¨ªa, ciudadano de Israel, pero con ciudadan¨ªa palestina honoraria, a quien tambi¨¦n podr¨ªa aplicarse lo que dijo Tzventan Todorov de Edwuad Said: los hombres desplazados participan de dos culturas sin jam¨¢s identificarse con ninguna; este estar dentro y fuera se convierte en una condici¨®n del humanismo. Barenboim est¨¢ considerado uno de los mejores directores del mundo y posiblemente, el mejor int¨¦rprete de las variaciones Goldberg. Hace a?os, cuando las toc¨® en Valencia, le pregunt¨¦ por qu¨¦ las interpretaba al piano, cuando este instrumento no exist¨ªa en la ¨¦poca de Bach. Me dijo que Bach no hac¨ªa m¨²sica pensando en el instrumento, que esa era la esencia del arte de la fuga, por eso su m¨²sica era pura y que si hubiese existido el piano las hubiera tocado al piano porque re¨²ne casi todos los colores de la orquesta. El arte de la fuga, estar (y ser) dentro y fuera, hacer sonar todos los colores, romper la frontera entre los instrumentos y que suenen arm¨®nicamente, la utop¨ªa con la que nos hace so?ar la m¨²sica.
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