¡°Somos gente normal con errores¡±
M¨¢s de 600 penados prestan servicios a la comunidad en la ciudad de Valencia


¡°Somos gente normal con errores que se cometen en la vida¡±, afirma I.H, de 30 a?os, que conmut¨® su condena en la c¨¢rcel de Picassent por a?o y medio de Trabajos en Beneficio de la Comunidad (TBC) en Valencia. De lunes a viernes y durante cuatro horas evita que los gorrillascobren a los particulares por estacionar en los alrededores del centro comercial pr¨®ximo al campo de f¨²tbol del Levante. No quiere hablar de su condena para no exponer m¨¢s a su familia pero a los que le miran mal, les recuerda que podr¨ªan estar en su lugar por conducir con una copa de m¨¢s.
No es el ¨²nico caso. El a?o pasado 661 personas, condenadas por delitos menores y faltas, prestaron este servicio en diferentes departamentos del Consistorio. Valencia es uno m¨¢s de los 800 ayuntamientos espa?oles que colaboran con Instituciones Penitenciarias con este tipo de convenios. Y hasta el pasado mes de abril otras 175 cambiaron su condena por un trabajo social en la ciudad. ¡°Desde 1981 se han hecho 16.500 jornadas de TBC. Los penados, en lugar de estar encerrados, colaboran con la ciudadan¨ªa¡±, explic¨® hace poco el concejal de Seguridad Ciudadana de Valencia, Miguel Dom¨ªnguez. Son trabajos alternativos a las penas de prisi¨®n de adultos por delitos o faltas que no son graves. Es un trabajo no retribuido y consentido por el afectado.
El Consistorio los asigna a la Polic¨ªa Local, a la Escuela de Jardiner¨ªa, al Centro de adopci¨®n de animales, a servicios sociales, playas o museos. Es f¨¢cil verlos, ataviados con petos verdes y su condici¨®n de colaborador estampada en la espalda, por los alrededores del hospital La Fe, en las playas de la ciudad, en el aparcamiento cercano al Mestalla o en los accesos a los monumentos o museos. Muchos de ellos han sido condenados por delitos de tr¨¢fico, de orden p¨²blico e incluso de malos tratos.
¡°En lugar de estar encerrados, colaboran con la ciudadan¨ªa¡±
Sobre las diez de la ma?ana L.R., de 28 a?os, e I.M., de 30, se ocupan de facilitar el aparcamiento en torno al centro comercial Arena de Valencia. ¡°Evito que se pongan los gorrillas a cobrar a los que aparcan en la zona, vigilamos que los perros vayan atados con la correa e informamos sobre las campa?as, ahora sobre bicis. Cosas as¨ª¡¡±, se explica el joven. Cada d¨ªa fichan en la comisar¨ªa de Polic¨ªa que tienen en la esquina y cuando acaban repiten la rutina. ¡°Es la forma de tenernos controlados¡±, a?ade L. R., que acaba en julio los 180 d¨ªas de trabajos en beneficio de la comunidad que afronta en sustituci¨®n de una condena de la que no quiere hablar. ¡°No hay examen, solo una entrevista donde te dicen lo que vas a hacer, que no des problemas y las obligaciones que tienes¡±, comenta I. M.
Antes de llegar campaban a sus anchas unos 14 o 15 gorrillas, que con la crisis se han multiplicado y avasallan en ocasiones a los conductores. En esa compleja convivencia entre colaboradores y gorrillas hay de todo, incluso amenazas. ¡°Uno de ellos me atropell¨® con una bicicleta y me sac¨® una cadena¡±. Otro trat¨® de quitarse de encima a su compa?ero a empujones. ¡°Al final los quitamos con un par de ¡¡±, resume el compa?ero. Pero, si les preguntas, preferir¨ªan otro trabajo m¨¢s productivo, por ejemplo, pintar la valla de un colegio u otras tareas de mantenimiento o jardiner¨ªa. ¡°?De qu¨¦ sirve echar a los gorrillas de aqu¨ª si en cuanto nos vamos vuelven?¡±, plantean temerosos de que en alg¨²n altercado fortuito se metan en un marr¨®n.
La judicatura defiende este tipo de trabajos, que el nuevo C¨®digo Penal de Alberto Ruiz Gallard¨®n reduce bastante. Como dicen ellos, un amplio n¨²mero de TBC son personas que han cometido alg¨²n error y tienen que pagarlo: ¡°Todo el mundo tiene fallos¡±, dicen en su defensa.
Los afectados querr¨ªan hacer otros trabajos ¡°m¨¢s productivos¡±
La concejal socialista de Valencia Ana?s Menguzzato pregunto al Gobierno local sobre algunas incidencias que acabaron con la devoluci¨®n de varios casos al juzgado. La responsable de Servicios Sociales de Valencia, Ana Albert, explic¨® que en 2013 se analiz¨® la problem¨¢tica de las devoluciones y de los 661 expedientes se devolvieron un 19% (unas 154 personas). Una cuarta parte de los rechazos se debi¨® al cambio de domicilio del condenado, a contratos de trabajo, enfermedad o ingreso en prisi¨®n.
El n¨²mero m¨¢s importante, el 76% de los expedientes devueltos, fue por absentismo o mal comportamiento. El abanico de an¨¦cdotas es largo. Desde alguno que se present¨® en el monumento o museo con una silla o tumbona de playa hasta los que van a medias con los gorrillas por hacer la vista gorda, o los que pasan el tiempo de la prestaci¨®n li¨¢ndose porros. La mayor¨ªa cumple con los trabajos y sigue con su vida.
Los dos se duelen de malas experiencias, sobre todo con la gente que piensa mal de ellos. Alguno les ha acusado de aceptar monedas de los gorrillas, ¡°pero el inspector nos conoce y sabe que somos chavales normales, no delincuentes ni nada raro¡±, subrayan. ¡°La gente nos mira por arriba y eso me jode. A cualquier persona que se beba una copita de m¨¢s, coja el coche y lo paren, lo pueden poner aqu¨ª. El delincuente es el que roba millones, pero a esos no les pasa nada¡±.
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