La autodestrucci¨®n de Pujol
?C¨®mo pueden tenerse en cuenta las lecciones de quien ocultaba capitales mientras presum¨ªa de honradez y la exig¨ªa a los dem¨¢s?
Un capital de una todav¨ªa no precisada cantidad de millones refugiado por Jordi Pujol en bancos extranjeros y ocultado al fisco durante 34 a?os ha provocado lo que durante pr¨¢cticamente este mismo periodo han venido persiguiendo los adversarios y enemigos declarados, que no han sido pocos: destruir su inmenso capital pol¨ªtico personal. El recreador del nacionalismo catal¨¢n contempor¨¢neo, el fundador de Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya (CDC), ha sido durante toda su trayectoria una personalidad controvertida, admirada por unos y odiada por otros. Pero ninguno pudo hacerle tanto da?o como a la postre result¨® que pod¨ªa hacerse ¨¦l mismo, hasta el extremo de arruinar su imagen.
?Cu¨¢ntos pol¨ªticos dem¨®cratas y de derechas hab¨ªa en Espa?a en 1975 cuando muere el dictador? Pueden contarse con los dedos de las manos. ?Cuantos hab¨ªa que hubieran sido suficientemente consecuentes con sus convicciones en las duras d¨¦cadas anteriores como para hacer frente a la tortura y la c¨¢rcel? La respuesta es, de derechas, solo uno: Jordi Pujol.
Estos datos eran un capital pol¨ªtico personal inmenso en la etapa posdictatorial. Pujol lo ten¨ªa. Lo puso en juego y consigui¨® acrecentarlo extraordinariamente en 1980, erigi¨¦ndose contra pron¨®stico en vencedor en las urnas de la rotunda mayor¨ªa socialcomunista que en 1977 hab¨ªa surgido en Catalu?a en las primeras elecciones democr¨¢ticas. Un pol¨ªtico de derechas y dem¨®crata capaz de cerrar el paso a la izquierda. ?Cu¨¢ntos hab¨ªa en 1980? Aquella victoria le permiti¨® engrandecer su capital pol¨ªtico personal con una aportaci¨®n pocas veces concedida a un l¨ªder: construir pr¨¢cticamente desde cero una nueva administraci¨®n, la de la Generalitat. La que en la pr¨¢ctica iba a convertirse en modelo para las dem¨¢s comunidades aut¨®nomas. Una oportunidad de oro.
Para un pol¨ªtico cuyo objetivo declarado era reconstruir una naci¨®n, era un privilegio. No lo hab¨ªan tenido en la misma magnitud Francesc Maci¨¤, ni Llu¨ªs Companys ni Josep Tarradellas, sus antecesores en la presidencia de la Generalitat durante el siglo XX. Ni Prat de la Riba, que ha pasado a la historia por haber sabido crear para Catalu?a algunas eficaces instituciones p¨²blicas a partir de posibilidades legales y econ¨®micas much¨ªsimo m¨¢s reducidas.
Pujol explot¨® su capital pol¨ªtico inicial con habilidad suficiente como para que nadie le derrotara nunca en las urnas. Se retir¨® en 2003 tras 23 a?os de ejercicio ininterrumpido de la presidencia de la Generalitat y la direcci¨®n de su partido. Pretender la reconstrucci¨®n nacional de Catalu?a, y hacerlo en la pr¨¢ctica, no solo en la ret¨®rica, ha sido un objetivo que garantizaba no pocas resistencias, no pocas enemistades. Pujol las tuvo, pero demostr¨® una extraordinaria habilidad para sortear embestidas, neutralizar adversarios, derrotar competidores, resistir presiones. Pact¨® con unos y con otros. Esquiv¨®, se puso de perfil. Plantaba cara. Y con todo ello mostraba siempre que era un pol¨ªtico de primera fila. Como pocos.
Pujol explot¨® su capital pol¨ªtico inicial con habilidad suficiente como para que nadie le derrotara nunca en las urnas
Y si el capital pol¨ªtico acumulado paso a paso desde la d¨¦cada de 1950 ha sido grande lo ha sido no solo por sus aciertos y sus ¨¦xitos en cada una de las variadas coyunturas que ha vivido. En su quehacer pol¨ªtico Pujol reserv¨® siempre, desde el principio, un espacio para la reflexi¨®n moral. Present¨® siempre su obra como fruto de exigencias pol¨ªticas pero tambi¨¦n ideol¨®gicas en el m¨¢s elevado sentido de la palabra. Incluso ha presumido un poco, con una cierta discreci¨®n, de la vinculaci¨®n religiosa de su vocaci¨®n pol¨ªtica. De su catolicismo. De su comunitarismo.
Todo esto es lo que hace todav¨ªa m¨¢s devastador lo que ahora ha saltado a la luz. Resulta que la doble moral consistente en disponer de las instituciones p¨²blicas para crear impuestos, establecer multas y recargos para los morosos y embargos para los impagados, al mismo tiempo que en familia se practica la evasi¨®n de la riqueza propia a un para¨ªso fiscal, desmiente y destruye todo lo que se haya podido decir y predicar durante a?os. ?C¨®mo pueden tenerse en cuenta las lecciones de quien se sabe que ocultaba capitales mientras presum¨ªa de honradez y la exig¨ªa a los dem¨¢s? ?De que modelo de pa¨ªs hablaba, del real o el que solo ¨¦l y su familia conoc¨ªan, con sus rutas y mecanismos para la evasi¨®n de dinero?
Para quienes le creyeron, es horroroso. Una situaci¨®n desesperante. Tanto m¨¢s cuanto que su obra pol¨ªtica tuvo una fuerte impronta personal. ?C¨®mo no pensar que deb¨ªa de compadrear con Millet para la financiaci¨®n de su partido si para su fortuna personal utilizaba criterios tan laxos? En t¨¦rminos pol¨ªticos cabe especular con que si aquellos que ayer consideraban positiva la obra pol¨ªtica de Pujol, su actuaci¨®n como presidente de la Generalitat, van a modificar a partir de ahora esta apreciaci¨®n. Puede que los hechos del ayer sean analizados a partir de ahora con otra luz y apreciados de otra forma. Si as¨ª fuera, cabe pensar tambi¨¦n que lo destruido por Pujol ser¨ªa no solamente su imagen pol¨ªtica sino tambi¨¦n el futuro de su partido. No solo el pasado, tambi¨¦n el proyecto. Resultar¨ªa que el peor enemigo del pujolismo no era exterior a ¨¦l. Anidaba en lo m¨¢s ¨ªntimo, nada menos que desde 1980. En esa doble moral, que destruye toda credibilidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.