Emotiva reaparici¨®n de El Soro en X¨¤tiva
Cort¨® las dos orejas de su segundo toro y siempre dio muestras de gran decisi¨®n

A las 7:34 de la tarde, ante una nube de fot¨®grafos, hizo su aparici¨®n en el port¨®n de cuadrillas El Soro. De ciruela y oro, el vestido. Una ovaci¨®n durante el pase¨ªllo y la plaza a coro: "Soro, Soro, Soro...". Deshecho el desfile de las cuadrillas, la gente oblig¨® a que El Soro saludara desde el tercio.
Ya con el primer toro en el ruedo, El Soro despleg¨® el capote con temple. La pastue?a embestida del toro de Benjumea colabor¨® a esa primera puesta en escena: lances a pies juntos, un racimo de chicuelinas y el remate a una mano. Picado el toro, lleg¨® la primera prueba de fuego para El Soro: las banderillas. Fiel a sus principios, no renunci¨® a la suerte que le dio fama. El primer par se frustr¨®, al caer un palo; pero la segunda intentona, con dos banderillas en una mano y el palo ca¨ªdo antes en la otra, sali¨® bien. Cambiado el tercio, El Soro brind¨® el toro de la reaparici¨®n al p¨²blico, cortes¨ªa obligaba, y luego entreg¨® la montera a su hija mayor Suzette, venida exprofeso desde M¨¦xico para el acontecimiento. El toro qued¨® ideal para la ocasi¨®n y El Soro aprovech¨® el momento. Mucha serenidad, toreo siempre a media altura ¡ªlo que ped¨ªa el d¨®cil y noble astado¡ª y, sobre todo, labor sin agobios. Sin perder la compostura y el sitio, que era el objetivo fundamental. Un espadazo desprendido y tres descabellos enfriaron la petici¨®n de trofeos. Pero la vuelta al ruedo no la perdon¨® El Soro, que la dio entre muestras de cari?o y apoyo. El milagro parec¨ªa posible.
El cuarto, segundo de El Soro, sali¨® con m¨¢s pies que el primero. Tambi¨¦n toro con mayor cuajo. Y otra vez El Soro templado y quieto con la capa. Tres lances, a pies juntos, y una media: ligado todo ello. Las rosas casi se convierten en espinas al llevar el toro al caballo; un apuro y El Soro que tiene que soltar el capote con urgencias. Siendo toro m¨¢s exigente, El Soro tampoco perdon¨® el segundo tercio. En este caso lo quiso compartir con sus compa?eros de terna, Daniel Luque y Rom¨¢n, que no suelen ser habituales en esta suerte. Cumpli¨® Luque, Rom¨¢n sorprendi¨® con un par al viol¨ªn y cerr¨® la cuenta El Soro: tambi¨¦n al viol¨ªn, con un ligero quiebro cuando el toro lleg¨® a su altura. La plaza en pie y los palos en todo lo alto. Empe?ado en despejar cualquier duda, El Soro se mostr¨® decidido. Sobre la derecha se templ¨® m¨¢s, en muletazos largos aunque no muy ajustados. Daba igual, la sensaci¨®n de seguridad estaba por encima de todo. No faltaron los alardes finales, cerca de los pitones, con desprecio al toro, El Soro volvi¨® a levantar a la gente con unas giraldillas mirando al tendido. A esas alturas la faena estaba hecha. Faena corta pero intensa. L¨¢stima que con el estoque la suerte no fuera una aliada con la causa. Dos pinchazos y un certero descabello rubricaron una m¨¢s que digna vuelta a los ruedos. Esta vez s¨ª hubo premio: dos orejas. Premio al reconocimiento, al esfuerzo; a la fe. Atr¨¢s quedaban 20 a?os de sufrimientos. El sue?o se hab¨ªa hecho realidad.
Con El Soro hicieron el pase¨ªllo Daniel Luque y Rom¨¢n. No fueron convidados de piedra; ni comparsas. Cumplieron con su papel de actores secundarios en esta ocasi¨®n. Ante corrida d¨®cil, noble y de fuerzas justas, Luque anduvo sobrado. En exceso a veces. A su primera faena le falt¨® un chispa de emoci¨®n, la que no ten¨ªa el toro. Siempre por encima, la partida estaba ganada casi antes de empezar. El quinto fue muy pastue?o. Se recre¨® Luque. Volvi¨® a mostrar la cara de un torero con oficio, seguro y con pinceladas art¨ªsticas. Hubo muletazos de regusto. Antes, de salida, hab¨ªa recibido Luque a ese toro de rodillas con el capote. Un alarde que reconvirti¨® luego, con la muleta, en toreo reposado y c¨¢lido.
Poca fuerza tuvo el tercero, al que Rom¨¢n templ¨® bien con la capa. En banderillas se llev¨® por delante a Ra¨²l Mart¨ª, sin consecuencias. Vista la flojedad del toro, Rom¨¢n lo trat¨® con mimo. El temple, en ocasiones, fue la mejor virtud. Todo lo puso el torero para que el toro no se viniera abajo. El toreo de cercan¨ªas al final de la faena, fue como obligar al toro a dar un paso al frente. El sexto manse¨®. Atropello con el capote a Rom¨¢n, que se libr¨® del percance. Desde el primer muletazo, el toro descubri¨® sus cartas: mirada a las tablas y viaje hacia ellas sin disimulo. Rom¨¢n lo sujet¨® cuanto pudo, con la muleta siempre muy pegada a la cara. Con el toro arrinconado en terrenos de toriles, Rom¨¢n se arm¨® de recursos para robarle embestidas al manso.
La salida a hombros de El Soro, junto a sus compa?eros Luque y Rom¨¢n, fue de apoteosis final.
Benjumea/ Soro, Luque, Rom¨¢n
BENJUMEA / SORO,LUQUE, ROM?N
Toros de Benjumea. Terciados, con fuerzas justas, nobles y manejables.
El Soro. Casi entera deprendida y tres descabellos (vuelta al ruedo); casi entera y descabello (dos orejas).
Daniel Luque. Estocada (oreja); estocada (dos orejas).
Rom¨¢n. Estocada corta (oreja); pinchazo y entera (oreja).
Plaza de X¨¤tiva, 17 de agosto. Casi tres cuartos.
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