Seductores en acci¨®n
El joven pianista austriaco Ingolf Wunder atrap¨® con Liszt y Chopin en el Festival de Torroella de Montgr¨ª
Existen b¨¢sicamente dos grandes l¨ªneas para la seducci¨®n, a saber: ¡°mira que guapo soy, no encontrar¨¢s nada mejor, qui¨¦reme¡± o bien, ¡°mira como te necesito, no puedo vivir sin ti, qui¨¦reme¡±.
Trasladando esto al piano, encontrar¨ªamos como ejemplo del seductor extrovertido y activo a Franz Liszt, un autor que te viene a buscar. En el otro lado, el del introvertido y pasivo, a Chopin, un autor que te abre sus puertas y espera a que vayas.
Sobre estos dos grandes seductores del teclado que adem¨¢s son fundadores del piano moderno en el sentido de que no componen para el piano sino desde el piano, con un lenguaje que nace de las posibilidades sonoras del instrumento en su versi¨®n moderna, se centr¨® el concierto que el joven pianista austriaco Ingolf Wunder ofreci¨® en el Festival de Torroella de Montgr¨ª.
Wunder tiene un tocar potente y, cuando quiere, fulgurante, un tocar limpio, con una articulaci¨®n f¨¢cil y precisa y no emborrona el sonido ni juega sucio con el pedal.
En Chopin, protagonista exclusivo de la primera parte, representado por el Nocturno n¨²m. 16 en Mi bemol Mayor Op.55/2, el Allegro del concierto Op. 46 y el c¨¦lebre Andante Spianato y Gran polonesa brillante Op. 22, Wunder tendi¨® frases de alcance largo que sobrevolaban f¨¢cilmente la minuciosidad de la articulaci¨®n, quiz¨¢ podr¨ªa haber puesto un plus de vehemencia, de temperatura expresiva y de contraste din¨¢mico y haber jugado un poco m¨¢s a seducirnos con el rubato. Fue un Chopin educado y comedido pero no t¨ªmido.
Con Liszt, protagonista de la segunda parte, representado por el Hexameron S.392, una extravagante y exhibicionista pieza colectiva (Thalberg, Czerny, Herz, Pixis, Chopin y Liszt) con participaci¨®n preeminente del ¨²ltimo, el Soneto 104 de Petrarca de los Ann¨¦es de P¨¨lerinage y el impresionante Vals Mephisto n¨²m.2 hab¨ªa que poner sobre el escenario un tocar m¨¢s agresivo y arrebatado.
Wunder afil¨® la expresi¨®n, ech¨® el cuerpo m¨¢s adelante, se tens¨® y jug¨® brillant¨ªsimamente, a gran nivel, la otra carta de la seducci¨®n. En el Hexameron, una pieza a la que claramente le sobran notas, consigui¨® apabullarnos sin dejar de aburrirnos que es lo que les pasa a los seductores activos cuando no tienen nada interesante que decir, en el Soneto 104 de Petrarca, pieza mayor, enjundiosa, que s¨ª tiene cosas que decir, estuvo soberbio y en el Vals Mephisto hasta consigui¨® que al final flotara en el ambiente un vago tufillo de azufre.
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