La Semana Grande hechizada por Perera
El extreme?o cuaja a 'Hechicero', un excelente toro de Garcigrande para el que se pidi¨® el indulto
Sali¨® Hechicero, con el hierro de Garcigrande en el lomo, y todo el mundo se olvid¨® del poco trap¨ªo que hasta ese momento ten¨ªa la corrida elegida por las figuras. Fue un hechizo, seguro. Tuvo la fortuna de encontrarse con Miguel ?ngel Perera, que aprovech¨® a la perfecci¨®n la m¨¢quina de embestir que fue el tercero de la tarde.
Clase, calidad, humillaci¨®n, ritmo y una transmisi¨®n b¨¢rbara cada vez que tomaba la muleta del extreme?o. Vista Alegre se emocion¨® y surgi¨® la petici¨®n de indulto. La indecisi¨®n del matador propici¨® las discrepancias en los tendidos. El presidente cort¨® por lo sano y le mand¨® tras la espada. Le concedi¨® como premio la vuelta al ruedo en el arrastre, algo que no se ve¨ªa en Bilbao desde hac¨ªa largo tiempo.
Fue Hechicero quien cambi¨® la tarde, pero en las manos de un torero que ahora mismo est¨¢ tocando el cielo. Miguel ?ngel Perera inici¨® la faena con un pase cambiado en los medios y en esa tanda comenz¨® la revoluci¨®n. Fueron diez segundos en los que los tendidos de Vista Alegre estallaron y el p¨²blico se levant¨® para ya no dejar de aplaudir en diez minutos de ensue?o.
Ponce, Juli y Perera
Cuatro toros de Domingo Hern¨¢ndez y dos de Garcigrande (2? y 3?), terciados de presencia los tres primeros, con las fuerzas justas. Excelente el tercero, para el que se pidi¨® el indulto y que fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
Enrique Ponce: estocada y descabello (saludos), pinchazo y cuatro descabellos (silencio).
El Juli: estocada (silencio) y estocada y descabello (oreja).
Miguel ?ngel Perera: estocada haciendo guardia, pinchazo y estocada (vuelta tras aviso) y estocada desprendida (oreja con fuerte petici¨®n de la segunda). Bronca final al presidente por no conceder las dos orejas a Perera.
Plaza de Toros de Vista Alegre. 21 de agosto de 2014. Casi lleno. S¨¦ptimo festejo de las Corridas Generales
El extreme?o lig¨® muletazos por ambos pitones, algunos largu¨ªsimos y otros interminables, siempre aprovechando el motor del garcigrande, que no se hart¨® de embestir, arr¨¢ncandose al toque del matador, sin dudarlo y con una repetici¨®n digna del premio que recibi¨®.
Un cambio de mano para el recuerdo cerr¨® el trasteo y comenzaron las dudas sobre el indulto. L¨¢stima que en el caballo no empujase m¨¢s que un encuentro en el que apenas fue castigado y en el segundo fuera un tr¨¢mite. Por eso no lleg¨® el indulto. Luego, el fallo con el acero le priv¨® de tocar pelo.
Perera dej¨® una lecci¨®n de lo que es la quietud. ?Qu¨¦ forma de clavar los pies en la arena y no reparar en el paso del toro! Adi¨®s al ventajismo y las posturitas.
Despu¨¦s, el p¨²blico ya no acept¨® el pico de Ponce, ya no trag¨® con nada; hab¨ªan abierto los ojos. Y eso que el valenciano tuvo m¨¦rito ante un complicado cuarto. Un poco m¨¢s consintieron al Juli en el quinto cuando lig¨® unas series tan templadas como despegadas.
En el sexto, Perera volvi¨® a poner las zapatillas firmes y acab¨® emocionando al personal y dej¨® claro al resto del escalaf¨®n c¨®mo se marcan las diferencias. Quietud, temple y mando. Mat¨® de forma fulminante, no perfecto pero espectacular y se ca¨ªa la plaza pidiendo la segunda oreja. No la consigui¨®. Fue un clamor, pero Miguel ?ngel Perera mereci¨® salir en hombros despu¨¦s de una tarde apote¨®sica.
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