Le ley de la oscuridad
Como Canad¨¢, pero al rev¨¦s. Sin claridad en el derecho a decidir, las mayor¨ªas, las preguntas y la convocatoria a votar
Llegamos a los d¨ªas decisivos entre setiembre y noviembre en mitad de la m¨¢s espesa niebla pol¨ªtica que se haya visto jam¨¢s. Tres son las espesas cortinas que ensombrecen el proceso de la consulta del 9 de noviembre y que han ido cayendo uno detr¨¢s de otro hasta dejarnos con la habitaci¨®n en la penumbra m¨¢s absoluta, sin que podamos ver a un palmo de nuestras narices ni saber qu¨¦ diablos estamos haciendo.
La primera en el tiempo y en la construcci¨®n l¨®gica, es la espesa cortina de la oscuridad en los prop¨®sitos. La formaci¨®n que dirige el proceso se present¨® ante los electores y obtuvo su exigua e incompleta mayor¨ªa de 50 diputados en las elecciones de noviembre de 2012 sin explicar muy bien qu¨¦ quer¨ªa ni qu¨¦ propon¨ªa. Una parte, la dem¨®crata cristiana, no estaba ni est¨¢ hoy por la independencia, sino por algo as¨ª como la confederaci¨®n. La otra parte, descubri¨® s¨²bitamente su vocaci¨®n independentista poco antes de las elecciones pero prefiri¨® ocultarla en su programa o dejarla en la ambig¨¹edad para no perjudicarse electoralmente: los votos que obtuvo fueron estrictamente en favor del Estado propio dentro de Europa, sin saber muy bien qu¨¦ ser¨ªa eso, si como Baviera o como Eslovenia.
Con estos bueyes hay que arar y as¨ª es como se conform¨® la actual mayor¨ªa y el pacto de estabilidad con Esquerra, que llev¨® a Artur Mas a adoptar el calendario y la posici¨®n de Esquerra --s¨ª al Estado catal¨¢n y s¨ª a la independencia--, sin haberla de ning¨²n modo llevado en su programa ni haber obtenido el aval de su electorado, por mucho que ahora se quiera maquillar retrospectivamente. Los nacionalistas quebequeses la han revindicado siempre y Alex Salmond la llev¨® en el programa con el que gan¨® las elecciones, antes incluso de que Cameron aceptara el envite. Nadie pod¨ªa llamarse a enga?o: la claridad empieza por uno mismo.
La segunda cortina, doble adem¨¢s, es la forma de la pregunta, confusa donde las haya. Dos preguntas a falta de una. Y sin manual de interpretaci¨®n, para dejar m¨¢s espacio a la discusi¨®n y a la incertidumbre. Sobre la primera --?quiere que Catalu?a sea un Estado?-- ya se ha hecho toda clase de bromas respecto a los estados de la f¨ªsica y las met¨¢foras que ocultan. Todos queremos una Catalu?a bien s¨®lida. Aceptamos gracias al fil¨®sofo Zygmund Bauman que estamos en una Catalu?a l¨ªquida. Y nos repugna abiertamente la Catalu?a gaseosa, porque ni siquiera la podemos ver, aunque en cierta forma es la que m¨¢s se asemeja a la Catalu?a en penumbra que tenemos. Y en todo caso, poca broma: ?Qu¨¦ tipo de Estado? ?Massachusetts o Baviera, Andorra o Ciudad del Vaticano, Quebec o Singapur? La primera pregunta no sirve para nada, salvo para confundir y aliviar malas consciencias: la buena, directa y clara es la segunda, por supuesto.
Llegamos a la tercera cortina, gruesa tambi¨¦n, que es la ley catalana de consultas no referendarias. Lo dir¨¢ mejor que yo un profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Pompeu como Jaume L¨®pez: ¡°Podemos decirlo clar i catal¨¤: una consulta pol¨ªtica efectuada al conjunto de los catalanes es un refer¨¦ndum que, por razones jur¨ªdicas y pol¨ªticas, no puede denominarse como tal¡± (Ara, 28 de agosto). Esta es una cortina m¨¢gica, con trampa por tanto, de las que utilizan los prestidigitadores para hacer desaparecer y reaparecer cosas. Aqu¨ª tienen ustedes una consulta no vinculante, un pa?uelo, que cuando conviene se convierte en un refer¨¦ndum con efectos pol¨ªticos ineludibles, ?y aqu¨ª est¨¢ una paloma!
Adem¨¢s de las cortinas hay un aditamento previo, que rebaj¨® la luz y la difumin¨®, creando as¨ª un estupendo efecto visual para acostumbrar nuestros ojos a la oscuridad actual. Es el velo o gasa del derecho a decidir, ese inaprensible e incons¨²til tejido que sustituye al imposible e innombrable derecho de autodeterminaci¨®n. ?Derecho de qui¨¦n a decidir qu¨¦ y con qu¨¦ motivo? ?A decidir la integraci¨®n en el euro o la participaci¨®n en la OTAN, la aceptaci¨®n de las pol¨ªticas de austeridad o la sustituci¨®n de la monarqu¨ªa por una rep¨²blica? Busquemos el auxilio del mismo Jaume L¨®pez en su art¨ªculo Consulta o refer¨¦ndum las cosas por su nombre: ¡°Los juristas dicen que no existe. Que solo existe el derecho de autodeterminaci¨®n, Tienen raz¨®n. No existe formalmente: no hay ninguna norma que lo recoja¡±.
Conclusi¨®n: el Gobierno catal¨¢n pretende convocarnos a votar el d¨ªa 9 de noviembre en ejercicio de un derecho inexistente, en aplicaci¨®n del compromiso de una mayor¨ªa parlamentaria que tampoco existe, respondiendo a unas preguntas confusas cuyas respuestas ser¨¢n de dif¨ªcil interpretaci¨®n y aplicando una legislaci¨®n catalana que confunde adrede las consultas no referendarias y no vinculantes con los referendos consultivos de efectos pol¨ªticos. Esta es la pol¨ªtica de la claridad catalana. Que venga el Tribunal Supremo de Canad¨¢ y nos eche una mano, por favor.
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