Los motivos de Mariano
La querencia por la elecci¨®n maroitaria casa muy bien con la percepci¨®n que de s¨ª mismos tienen los conservadores
No es novedosa la querencia del partido conservador por los m¨¦todos de elecci¨®n mayoritaria, de hecho es casi una se?a de identidad del sector del PP que trae causa de la vieja AP, muy marcada por la preferencia angl¨®fila de D. Manuel Fraga por la elecci¨®n en distrito uninominal y mayor¨ªa relativa. Dicha preferencia no es casual, casa muy bien con la percepci¨®n que de s¨ª mismos tienen los conservadores y de su particular visi¨®n del sistema de partidos, tanto del preferido como del existente, la percepci¨®n de su electorado como "mayor¨ªa natural", debida a la ausencia de competidores en su dominio, y la fragmentaci¨®n tradicional de la izquierda definen un escenario en el que el PP es el partido mayor, aunque sea minoritario en el conjunto del electorado, en consecuencia la elecci¨®n por mayor¨ªa relativa es la mejor opci¨®n, de un lado porque es la que mejor se ajusta a sus intereses electorales, del otro porque es la t¨¦cnica que m¨¢s f¨¢cilmente puede generar un bipartidismo asim¨¦trico, que hace posible la alternancia , pero si y solo s¨ª, el PSOE logra arrinconar en la insignificancia a IU y dem¨¢s. Si a ello se une que desde siempre ha existido en el PSOE una fuerte tendencia favorable a la elecci¨®n mayoritaria, tanto por motivos similares como por la marca de un anticomunismo profundo, la propuesta de elecci¨®n mayoritaria tiene a priori audiencia favorable en el otro partido turnante. A la postre ?no es la elecci¨®n mayoritaria la m¨¢s adecuada para un bipartidismo alternativo? Sin ese trasfondo de cultura pol¨ªtica la propuesta de elecci¨®n municipal por mayor¨ªa no se puede entender.
Entre nosotros, y desde 1978, la elecci¨®n municipal se hace en convocatoria ¨²nica para una elecci¨®n simult¨¢nea de todos los ayuntamientos. La elecci¨®n municipal esta dise?ada, y se plantea, como una elecci¨®n nacional de segundo orden. De ah¨ª el t¨®pico de las municipales como primarias de las legislativas. Eso es as¨ª porque esa es la t¨¦cnica que mayores ventajas comparativas da a las candidaturas de los partidos nacionales, sobre las de ¨¢mbito territorial o local. No obstante ese dise?o adolece de un problema estructural: casi nadie hace las elecciones municipales as¨ª. En nuestro entorno la norma es la elecci¨®n municipal fragmentada en bloques definidos bien sea por tama?o, por convocatoria o por previa disoluci¨®n. En nuestro entorno tan s¨®lo otro pa¨ªs, Portugal, hace las municipales como nosotros.
La vieja tradici¨®n inglesa de fragmentar en varios bloques las elecciones locales ( por cierto all¨ª se tiende a hacerlas mediante escrutinio proporcional) obedece a una muy poderosa raz¨®n: asegurar la independencia del Parlamento mediante la definici¨®n como rigurosamente aut¨®noma de la elecci¨®n de sus diputados. La elecci¨®n del Parlamento es la ¨²nica elecci¨®n nacional, y no hay otra que se le compare, ni siquiera las europeas, que se hacen de forma muy distinta. De este modo al no haber elecci¨®n simult¨¢nea de todos los ayuntamientos la elecci¨®n local no puede ni anticipar, ni corregir, ni desvirtuar el resultado de la elecci¨®n parlamentaria, que viene a depender de si misma. Naturalmente si hay elecci¨®n conjunta de todos los ayuntamientos la elecci¨®n de estos se plantear¨¢ como una elecci¨®n nacional y, en consecuencia, puede anticipar, corregir o deslegitimar el resultado de la elecci¨®n parlamentaria. No es especulaci¨®n doctrinal: en Portugal la aplastante derrota de PS del se?or Guterres en las municipales deslegitim¨® la mayor¨ªa absoluta socialista en la Asamblea de la Rep¨²blica y forz¨® unas elecciones legislativa anticipadas, en las que venci¨® la oposici¨®n.
Vistas as¨ª las cosas se comprende mejor el repentino empe?o del se?or Rajoy en cambiar el sistema de elecci¨®n municipal. No porque haya serios problemas de gobernaci¨®n municipal, que no los hay como los datos acreditan, y no s¨®lo porque exista una fuerte presi¨®n de los barones locales a favor de la reforma, que ciertamente existe, es que en nuestras municipales del pr¨®ximo a?o se juega algo m¨¢s que ayuntamientos.
La propuesta existente consiste en otorgar a la lista m¨¢s votada la mayor¨ªa de la corporaci¨®n, repartir los puestos de las minor¨ªas de forma proporcional. Se trata de un sistema de decisi¨®n por mayor¨ªa simple si se alcanza un umbral, el 40% al parecer. La propuesta es congruente con el inter¨¦s de partido (y de los barones locales) del PP porque dada la fragmentaci¨®n de la izquierda puede asegurar que el PP conservar¨¢ la mayor¨ªa de sus actuales alcald¨ªas aun cuando pierda casi la mitad de sus apoyos electorales, en especial en casos emblem¨¢ticos como Madrid, Sevilla o Valencia. Esa congruencia se mantiene si la decisi¨®n es por mayor¨ªa relativa, y deja de serlo si hay segunda vuelta por exigirse mayor¨ªa absoluta: la decisi¨®n por mayor¨ªa absoluta es funcional si se tienen socios y el PP no los tiene en la mayor parte del pa¨ªs. Ese es el precio de agrupar en el PP a todo el "no socialismo", por citar a una ilustre periodista. Que la propuesta entra?e el riesgo de polarizaci¨®n pol¨ªtica y contribuya a agravar la crisis de representaci¨®n que padecemos es cuesti¨®n menor, a lo que parece.
Pero la propuesta no procede solo de los barones locales, sino del gobierno y c¨²pula del PP. Y, a la vista de lo dicho, no es dif¨ªcil entender porqu¨¦: si el sistema no cambia y el PP sufre una fuerte derrota en las municipales con p¨¦rdida de alcald¨ªas emblem¨¢ticas, ?alguien cree probable que el PP tenga un buen resultado en unas legislativas a celebrar un verano despu¨¦s? Lo que hay tras la propuesta no es tanto la p¨¦rdida de esta o aquella capital; es el miedo a que el se?or Rajoy sea el primer Presidente electo de una sola legislatura. Convertir la elecci¨®n municipal en una elecci¨®n nacional tiene, entre otros, ese inconveniente. No son motivos los que le faltan al se?or presidente del Gobierno, lo malo es que los motivos no se corresponden con las razones que los pueden sustentar.
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