Cuesti¨®n de grados
Entre tarteras, jornada ¨²nica, clases de 45 minutos y biling¨¹ismos, uno no sabe a qu¨¦ carta quedarse
?Llegar¨¢n a solucionarse alg¨²n d¨ªa los problemas de la educaci¨®n, en la Comunidad Valenciana? Tal como est¨¢n las cosas, uno no tiene m¨¢s remedio que mostrarse esc¨¦ptico sobre el futuro de nuestra educaci¨®n. Hace una semana que comenz¨® el curso escolar y, desde entonces, no hemos hecho otra cosa que hablar del tiempo. Los problemas ¡ªlos enormes problemas¡ª que sufre la ense?anza en la Comunidad Valenciana han pasado a un segundo plano ante el protagonismo de los term¨®metros. Todo gira, en estos momentos, en torno a la temperatura y se discute a partir de cu¨¢ntos grados deber¨ªa o no deber¨ªa darse clase. Y as¨ª estamos, ante un falso conflicto provocado por la decisi¨®n de la consejera de ganar unos d¨ªas lectivos. ?Unas cuantas horas m¨¢s de curso escolar lograr¨¢n mejorar la calidad de la ense?anza, como afirma con tanta insistencia Mar¨ªa Jos¨¦ Catal¨¢?
Quienes pensamos que con la marcha de Alejandro Font de Mora empezar¨ªan a solucionarse los problemas de la educaci¨®n en la Comunidad Valenciana, hemos de reconocer nuestro error. Tres a?os despu¨¦s de la llegada de Catal¨¢ a la Consejer¨ªa, la situaci¨®n de la ense?anza valenciana sigue siendo, pr¨¢cticamente, la misma que exist¨ªa con el anterior titular. No hemos avanzado. Es cierto que ha desaparecido aquel histrionismo que tanto parec¨ªa agradar al se?or Font de Mora y que tanta tensi¨®n y tanto conflicto in¨²til produjo. Ahora, las actuaciones tienen, al menos, un punto de seriedad. Pero se trata de una seriedad aparente, formal: la conducta de fondo apenas ha variado en la pr¨¢ctica. Hemos pasado de la arrogancia de Font de Mora al autoritarismo amable de Catal¨¢, pero seguimos sin tener unas l¨ªneas claras, definidas, que marquen el futuro de nuestra educaci¨®n. Y sin una mejora de nuestra educaci¨®n, no s¨¦ como podr¨¢ progresar la Comunidad Valenciana.
Yo retar¨ªa al lector a que me dijera cu¨¢l ha sido la pol¨ªtica educativa de Mar¨ªa Jos¨¦ Catal¨¢ durante estos a?os, al frente de la Consejer¨ªa. A m¨ª, desde luego, me cuesta separar el grano de la paja en ese popurr¨ª de decisiones que la consejera ha tomado durante este tiempo. Entre tarteras, jornada ¨²nica, clases de 45 minutos, pizarras digitales y biling¨¹ismos, uno no sabe finalmente a qu¨¦ carta quedarse. Todo es un revoltijo en el que acabamos confundidos, sin saber si pretendemos potenciar los bous al carrer o aumentar la afici¨®n por la pilota valenciana. Ya s¨¦ que exagero en la exposici¨®n, pero no encuentro mejor manera de mostrar ese desorden en el que Catal¨¢ ha convertido la pol¨ªtica educativa. Una pol¨ªtica, dig¨¢moslo, que no parece obedecer a m¨¢s prop¨®sito que el impuesto por las circunstancias de cada momento.
Se ha dicho, y es verdad, porque los hechos lo demuestran, que Catal¨¢ ha tratado de beneficiar a la ense?anza privada. Esto es innegable y la consejera se ha mantenido firme en esta l¨ªnea. Pero beneficiar a la ense?anza privada no constituye, por s¨ª misma, una pol¨ªtica educativa. Una pol¨ªtica que merezca ese nombre requiere unos objetivos, un fin, unos planes a largo plazo que, por mucho que rebusquemos, no vemos en la actuaci¨®n de Catal¨¢, llena de improvisaciones como la de este inicio de curso. Si nuestra ense?anza funciona mal no es tanto por una cuesti¨®n de ideolog¨ªa como de competencia. Con la misma ideolog¨ªa, Castilla-Le¨®n tiene una Sanidad satisfactoria ¡ªacabamos de leerlo en la prensa¡ª mientras la Comunidad Valenciana se hunde en los ¨²ltimos lugares.
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