C¨®mo vivir¨¢n nuestros nietos
Ahora ya sabemos que cualquier avance social puede anularse a lo largo del tiempo
En estos momentos de crisis generalizada, el ciudadano que desee saber qu¨¦ es lo que ocurre para hacer una reflexi¨®n cr¨ªtica lo tiene dif¨ªcil pese a la abundante, y a menudo, farragosa informaci¨®n que recibe. Pese a ello comentar¨¦ dos casos en que la reflexi¨®n de lo general super¨® lo concreto. Hace varios a?os, un amigo hizo el comentario siguiente: ¡°Supongo que sabr¨¦is que nuestros nietos van a vivir peor de lo que nosotros hemos vivido¡±. He o¨ªdo despu¨¦s muchas veces esta reflexi¨®n y es innegable que son muchos los datos que la avalan. La dificultad de encontrar trabajo, de tener una remuneraci¨®n adecuada, una sanidad y una educaci¨®n p¨²blica envidiables, un sistema de pensiones tranquilizador; la sensaci¨®n de estar sometido a decisiones de organismos supranacionales o de personas sin una cara visible y tantas otras inc¨®gnitas de futuro certifican este temor.
Frente a ello, otro amigo aseguraba muchos a?os antes que el posible triunfo de la derecha en Espa?a no supondr¨ªa una p¨¦rdida de derechos ya adquiridos por los ciudadanos. ?No se atrever¨¢n!, dec¨ªa ingenuamente. Ante esa hip¨®tesis y aun siendo menos ingenuos, los sindicatos cre¨ªan que actuando ¡°con discreci¨®n¡± podr¨ªan conservar lo ganado.
En estos momentos la realidad se ha impuesto. No sabemos a¨²n como vivir¨¢n nuestros nietos, pero ya podemos afirmar que ha habido una p¨¦rdida de derechos, de conquistas sociales, que a mi amigo y a los sindicatos les parec¨ªa posible mantener. En todos aquellos indicadores que suponen calidad de vida, somos de los ¨²ltimos y en los que ponen de manifiesto un mal funcionamiento del sistema, de los primeros.
Todo lo que hemos perdido los ciudadanos a nivel individual, tambi¨¦n se ha perdido a nivel colectivo. Nuestra autonom¨ªa est¨¢ tan debilitada como nuestros derechos sociales. Tampoco aqu¨ª han sido suficientes los esfuerzos para mantener o incrementar nuestro sentimiento auton¨®mico, nuestra organizaci¨®n como comunidad aut¨®noma. Antes bien se han dilapidado los medios que ten¨ªamos, ha aumentado el centralismo y muy pocos son los que se sienten tan entusiastas como lo est¨¢bamos cuando comenzamos a poder organizar con autonom¨ªa parte de nuestra vida.
Ante esta degradaci¨®n provocada por la adopci¨®n de medidas incompatibles con el inter¨¦s general son muchos los que afirman que nuestros dirigentes ¡°son unos burros, no tienen ni idea de lo que hacen y resulta incomprensible que ostenten tanto poder junto a tanta irresponsabilidad¡±. Sin embargo, ser¨ªa oportuno recordar a Andr¨¦ Gide cuando en Los nuevos alimentos dice que ¡°no podr¨ªa ser tan tonto un ni?o que rompa su juguete, ni el animal que destroza los pastos donde encuentra alimento o enturbia el manantial donde bebe, ni el p¨¢jaro que ensucia su nido¡±. Tampoco la derecha lo hace. No son tan tontos como creemos.
Rosell y los suyos (los due?os del nido), como dec¨ªa Javier Mar¨ªas, han dictado sabias medidas que Ba?ez y Rajoy han ejecutado obedientemente. Han adoptado muchas medidas ¡°sanas, saludables y coherentes¡± que han hecho m¨¢s ricos a los ricos y m¨¢s pobres a los pobres (comprobable en cualquier indicador que se analice). L¨¢stima que esa derecha no haya continuado leyendo a Gide cuando dice ¡°no quiero la felicidad a costa de la miseria de otros, no quiero la riqueza que despoja a los dem¨¢s¡±. Eso es lo que han hecho posible los dirigentes que, tontos nosotros, decimos que no tienen ni idea de lo que hacen.
Pese a todo, somos optimistas con el futuro, confiamos en que nuestros nietos, con una formaci¨®n mucho mayor de la que tuvimos nosotros, cambiar¨¢n el ciclo. La humanidad, a largo plazo, siempre mejora.
Ahora ya sabemos que cualquier avance social puede anularse. Tanto a nivel individual, como auton¨®mico, estatal o europeo, tenemos, pues, un gran reto por delante que nuestros nietos, sufriendo y luchando, seguro que sabr¨¢n superar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.