Efectos colaterales de la Gran Guerra
La Fundaci¨®n Mir¨® re¨²ne 500 piezas para explicar el arte y la vida en Barcelona entre 1914 y 1918, con in¨¦ditos como ocho dibujos de Josep Clar¨¤ del frente de Verd¨²n
Algunos historiadores sit¨²an el inicio real del siglo XX en 1914, a?o en que comenz¨® la Primera Guerra Mundial; el primer conflicto b¨¦lico industrial y tecnol¨®gico que supuso una profunda transformaci¨®n social, econ¨®mica y cultural. En Barcelona pas¨® lo mismo, a pesar de que la ciudad como el resto de Espa?a, se mantuvo al margen del conflicto que acab¨® con la vida de 16 millones de personas.
Pese a la neutralidad en la guerra que la mantuvo lejos de las bombas, el estrecho contacto con Francia hizo que su eco se dejara sentir en Barcelona en un momento en el que la ciudad estaba dejando atr¨¢s el siglo XIX y todo lo que representaba. El impacto y los cambios de Barcelona durante la Gran Guerra es el objetivo de la ambiciosa exposici¨®n Barcelona, zona neutral (1914-1918) que abre este viernes sus puertas en la Fundaci¨®n Mir¨® de Barcelona tras reunir m¨¢s de 500 piezas de 96 colecciones distintas, tanto obras del propio Joan Mir¨®, como de Picasso, Picabia, Rodin, Gleizes, Otho Lloyd o Artur Cravan, adem¨¢s de objetos de la vida cotidiana, como revistas, fotograf¨ªas en su formato original, carteles y pel¨ªculas, convertidas a partir de ahora en nuevas herramientas de propaganda de guerra. Tambi¨¦n se pueden ver piezas poco habituales en la fundaci¨®n de la monta?a de Montju?c, como es el caso de un reluciente Hispano Suiza color caldera o un ortop¨¦dico tel¨¦fono Ericsson de 1895, que comenzaban a utilizar las clases m¨¢s pudientes de Barcelona. Todo, para analizar la entrada de la ciudad en la modernidad a comienzos del siglo XX y en concreto durante este corto, apenas cuatro o cinco a?os, pero convulso periodo de tiempo que represent¨® la Primera Guerra Mundial.
Parece estar de moda reivindicar que nada es tan sencillo ni lineal como se ha explicado hasta ahora. La nueva presentaci¨®n del arte de los siglos XIX y XX en el vecino Museo Nacional de Arte de Catalu?a, MNAC, pasaba a explicar el arte de este periodo no a trav¨¦s de una serie de obras ic¨®nicas, sino por medio de un relato complejo pero que daba unidad a toda la colecci¨®n. La exposici¨®n de la Mir¨® parece repetir esta idea y deja ver una sociedad compleja y nada lineal en este momento, en el que estaban presentes los dos bandos, partidarios de los aliados o de la potencia alemana. Los comisarios F¨¨lix Fan¨¦s y Joan M. Minguet defienden que la neutralidad de la ciudad supuso una gran riqueza cultural, tras la llegada de creadores que hu¨ªan del conflicto, pero tambi¨¦n agudiz¨® las tensiones art¨ªsticas y sociales existentes.
La muestra explica las influencias y la apertura a los creadores de fuera
La cantidad de objetos, im¨¢genes y obras de arte es ingente. Los comisarios presentan varias obras in¨¦ditas como ocho dibujos que realiz¨® el escultor Josep Clar¨¤ durante su viaje al frente, cerca de Verd¨²n, tras encontrarse con los catalanes que acudieron a la guerra de forma voluntaria. ¡°Estaban en una carpeta del Arxiu Nacional de Catalunya, pero hab¨ªan pasado desapercibidos para los investigadores¡±, explic¨® Fan¨¦s. Los dibujos pueden verse junto a las fotograf¨ªas de algunos de estos voluntarios catalanes, muchos an¨®nimos, otros con nombre conocido como Josep Juli¨¤, convaleciente en el hospital de Brest o Carmelo Velilla, que posa, firme, ante el fot¨®grafo.
En esta complejidad creciente, la exposici¨®n muestra la influencia de Par¨ªs en los pintores catalanes, como Cezanne en las primeras obras de Joaqu¨ªm Sunyer que acab¨® influyendo, a su vez, en Enric Ricart, Josep Togores, Joaqu¨ªn Torres-Garc¨ªa o el propio Joan Mir¨®, en obras como Siurana o Carrer de Pedralbes (ambas de 1917). La contrapartida la da, en otra de las salas, la reuni¨®n que han llevado a cabo los comisarios de algunas de las 1.400 obras de autores como Piasarro o Rodin, que viajaron a Barcelona para la Exposici¨®n de Arte Franc¨¦s de Barcelona de 1917. Algunas de estas obras se quedaron en colecciones privadas, como las obra de Henri Morriset y Adolphe D¨¦chenaud. Otras las compr¨® el Ayuntamiento de la ciudad, como un sisley que ahora conserva el MNAC.
El anfitri¨®n Mir¨® est¨¢ presente a lo largo del recorrido, aunque a veces de forma subliminal: Con algunas de sus obras, en fotograf¨ªas, como en la que aparece vestido de militar en 1917 o en retratos como los que le hizo Enric C. Ricart, su compa?ero de viaje a Par¨ªs. ¡°La exposici¨®n sirve para comprender la obra de Mir¨® y sus influencias¡±, seg¨²n la directora de la fundaci¨®n, Rosa Mar¨ªa Malet.
En Barcelona se vieron 1.400 obras que no pudieron exponerse en Par¨ªs
Obras de Noucentistas como Nogu¨¦s, Obiols y Espinal se exponen junto a im¨¢genes de la intensa vida nocturna de la ciudad de estos a?os, que tan bien reflej¨® la muestra que organiz¨® el CCCB sobre el Paral¡¤lel en 2012, con postales de Raquel Meller, la Bella Chelito o la voluptuosa T¨®rtola Valencia, junto al enorme cuadro La sibila (1913) de Anglada Camarasa que los comisarios sugieren que corresponde m¨¢s que a una pitonisa a una prostituta de la noche barcelonesa en la que empezaba a hacer furor la coca¨ªna.
Las ¨²ltimas salas lo ocupan el arte de los creadores exiliados que vivieron en Barcelona como Gleizes, Picabia, Lloyd y Delaunay, junto a fotograf¨ªas in¨¦ditas de Brangul¨ª del famoso combate de boxeo entre el poeta anarquista Arthur Cravan y Jack Johson en abril de 1916. En otra, la vuelta de Picasso a la ciudad acompa?ando a los ballets rusos para los que realiz¨® figurines y trajes. Termina con 12 minutos de la pel¨ªcula Armas al hombro de Charles Chaplin. Es un gui?o al cine que comenz¨® en 1917 a ser imprescindible en el ocio de la nueva ciudad de Barcelona.
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