Evarist Navarro
Joan Ramon Escriv¨¤, conservador del IVAM, rememora la personalidad del escultor
Debi¨® de ser 2001 el a?o en que viaj¨¦ con el escultor y profesor Evarist Navarro, y un grupo heterog¨¦neo de amigos, a Lisboa. All¨ª, en aquella ciudad, y siguiendo entre sus callejuelas el rastro del autor del Livro do desassossego, nos encontramos s¨²bitamente escarbando entre los trastos de una especie de casa de empe?os del casco antiguo de la ciudad. Recuerdo que el hallazgo de unos viejos azulejos olvidados en un rinc¨®n le hizo cavilar y disertar, en una extra?a y surrealista mezcla de discurso enf¨¢tico, aunque divertidamente delirante, sobre los prodigios de la creaci¨®n art¨ªstica de ra¨ªz popular.
Evarist Navarro compart¨ªa con la cuadrilla de Bret¨®n la necesidad de sentirse rodeado de objetos del pasado para activar sus impulsos de enso?aci¨®n y extra?amiento. Su obsesiva pulsi¨®n recolectora le llev¨® a acumular todo tipo de enseres y cachivaches que gustaba almacenar desordenadamente en su estudio del peque?o pueblo de Rugat, a la espera de hacerles encontrar el momento en el que pudieran recuperar mejor vida. Quiz¨¢s su mejor vida.
Sus inanimados compa?eros de viaje, los objetos, conviv¨ªan con total naturalidad, en una nave que se hizo construir en medio de unos bancales de almendros, con sus inconfundibles figuras y proyectos de construcciones en barro, su material fetiche. Y tambi¨¦n compart¨ªan espacio esos objetos con sus amigos, poetas, artistas, escritores, alumnos e intelectuales que acud¨ªamos hasta all¨ª para disfrutar de sus creaciones, de sus risas y de su sarcasmo.
Evarist Navarro hab¨ªa encontrado su refugio en aquel rinc¨®n perdido de la geograf¨ªa, aunque nunca desconect¨® de la ciudad de Valencia, donde imparti¨® sus clases en la Facultad de Bellas Artes. Lleg¨® un momento, sin embargo, en el que el escultor sinti¨® la necesidad de reforzar su vuelta al origen, a la tierra que le vio nacer. Llam¨® Bancalaria a su particular Parnaso, un taller obrador rodeado de huertas enfangadas y piedra caliza. Desde este lugar, el artista a¨²n pod¨ªa evocar el murmullo de las ruinas de la f¨¢brica de ladrillos familiar que dorm¨ªa su muerte a pocos kil¨®metros de all¨ª.
En esta especie de retorno arc¨¢dico busc¨® el artista, en el manoseo de los materiales primigenios -la tierra, el agua y el fuego-, la materia prima sobre la que elaborar el juego de su relato m¨ªtico, lo que ¨¦l denomin¨® ¡°la Construcci¨®n de la Memoria¡±, un lugar tejido de muros, moradas, sudarios y refugios de barro crudo o cocido donde albergar su reflexi¨®n sobre la vida y el acto de crear.
La historia de esa enso?aci¨®n la materializ¨® en forma de gran exposici¨®n individual en el IVAM en el a?o 2011, museo al que regres¨® este verano para mostrar lo que ha sido el ¨²ltimo cap¨ªtulo de esa narraci¨®n a trav¨¦s de una instalaci¨®n p¨®stuma que puede visitarse a¨²n en el museo valenciano. En el acto de presentaci¨®n de esta obra en el marco del proyecto gastron¨®mico-art¨ªstico Al Vapor, y sinti¨¦ndose ya cercado por la muerte, Evarist Navarro pronunci¨® quiz¨¢s el mejor y m¨¢s sereno discurso sobre la naturaleza de su obra. Puro fango, pura vida.
Joan Ramon Escriv¨¤ es conservador del IVAM
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