Brahms sin vanidades
La expresividad y la belleza sonora de Le¨®nidas Kavakos y Yuja Wang crean afici¨®n en el ciclo Palau 100
Ni queriendo consigue Johannes Brahms disimular que es un compositor con alma de pianista: su personalidad le delata en el dibujo de las melod¨ªas, en la intenci¨®n del fraseo, en el sentido cantabile. Por ello en sus tres Sonatas para violin y pianono hay vencedor y vencido en el plano instrumental y se impone la voluntad de di¨¢logo, la b¨²squeda de un espacio com¨²n en el que, por encima de previsibles tentaciones divistas, el lirismo y la l¨®gica musical acaban imponiendo su ley. As¨ª entienden esta maravillosa m¨²sica de c¨¢mara el violinista griego Le¨®nidas Kavakos y la pianista china Yuja Wang, que alcanzaron altas cimas de expresividad y belleza sonora en una velada camer¨ªstica del ciclo Palau 100 de las que crean afici¨®n.
Kavakos es uno de los mejores violinistas del mundo. Tiene un sonido de extraordinaria belleza, la afinaci¨®n es perfecta y su intuici¨®n musical, siempre sutil y coherente, le permite cautivar al oyente sin necesidad de deslumbrarlo con ese tipo de proezas t¨¦cnicas que se gastan algunas estrellas del viol¨ªn. No hubo, pues, confrontaci¨®n ni tensi¨®n m¨¢s all¨¢ de la que impone el propio discurso narrativo de Brahms, cuya efusividad, elocuencia y vuelo l¨ªrico garantizan momentos sublimes.
Tambi¨¦n Wang juega en la primera divisi¨®n del mundo pian¨ªstico, y su destreza t¨¦cnica y precisi¨®n son admirables. No dej¨® escapar esas frases tan personales de Brahms que establecen la atm¨®sfera de melancol¨ªa y nostalgia que caracteriza su m¨²sica. Quiz¨¢ ese esp¨ªritu intimista brill¨® m¨¢s en la Sonata n¨²m. 2, de mayor precisi¨®n, rigor y equilibrio, que en la m¨¢s extrovertida Sonata n¨²m.1.
Pero no cedieron a las tentaciones exhibicionistas ni en la m¨¢s expansiva del ciclo, la Sonata n¨²m. 3, en re menor, op. 108, y eso que en ella Brahms busca el mayor fulgor virtuoso sin disimulos; al escribirla, el compositor alem¨¢n quer¨ªa reconciliarse, tras a?os de distanciamiento, con su amigo, el legendario violinista Joseph Joachim, que estren¨® su ¨²nico y deslumbrante Concierto para viol¨ªn. Kavakos y Wang mantuvieron la vanidad a raya interpretando esta brillante partitura sin divismos ni concesiones.
En el turno de propinas, m¨¢s Brahms, una pieza de Schumann y un electrizante arreglo de una danza de Petrouchka, de Stravinski, que el p¨²blico agradeci¨® con entusiasmo.
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