Delicadeza
La popularidad del cantante franc¨¦s Philippe Jaroussky, contratenor, crece de d¨ªa en d¨ªa
Fue la de Jaroussky, sin duda, una de las sesiones cumbre de este oto?o. El contratenor, cuya popularidad crece d¨ªa a d¨ªa sin renunciar por ello al rigor interpretativo ni a la sinceridad expresiva, puso la sala a reventar. Consigui¨®, adem¨¢s, varios momentos en que la atm¨®sfera, de tan tensa, casi se pod¨ªa cortar, con el p¨²blico emocionado ante el delicado primor del canto.
En este monogr¨¢fico de Vivaldi, las piezas de abundante coloratura gustaron por la impecable agilidad y la capacidad de ornamentaci¨®n. Pero fueron, con todo, aquellas de car¨¢cter m¨¢s reposado las que permitieron disfrutar mejor la capacidad para regular la l¨ªnea vocal, para apianarla a placer y para transmitir, en suma, toda la seducci¨®n de esta m¨²sica. Dos ejemplos inmejorables los tuvimos en los regalos ofrecidos al final. En el primero de ellos ¡ªSento in seno ch¡¯in pioggia di lacrime (de la ¨®pera Giustino)¡ª, la voz se movi¨® dulcemente sobre el suave pizzicato de las cuerdas, recreando una atm¨®sfera de enso?adora serenata. Y en el tercero, Jaroussky hipnotiz¨® a los oyentes con la gr¨¢cil versi¨®n del Cum dederit (salmo Nisi Dominus).
La m¨²sica religiosa de Vivaldi, de una luminosa belleza, se programa poco por lo general, aunque este mes la excepci¨®n confirme la regla: representaci¨®n de Juditha triumphans en el Palau de les Arts y el concierto que se comenta aqu¨ª, donde se oyeron, en la primera parte, el Stabat Mater y el motete Longe mala, umbrae, terrores. Jaroussky exhibi¨® una cuidadosa atenci¨®n a los matices din¨¢micos y ag¨®gicos ¡ªquiz¨¢ un punto exagerados en el RV 621¡ª, una muy buena homogeneidad t¨ªmbrica y una po¨¦tica concepci¨®n del recitativo en el motete, por no hablar del virtuosismo en la ornamentaci¨®n. Todo ello se hizo tambi¨¦n patente en la segunda parte, centrada en fragmentos de ¨®peras (Orlando, Giustino y L¡¯Olimpiade), donde volvimos a ver tanto al artista brillante como al contemplativo. En cualquier caso, al m¨²sico sensible y buen conocedor de su tipolog¨ªa vocal y de las caracter¨ªsticas estrictamente personales de su instrumento.
La voz estuvo acompa?ada por el Ensemble Artaserse, que intercal¨® entre las partituras cantadas otras puramente instrumentales, asimismo de Vivaldi. Lo hicieron luciendo vigor, tensi¨®n y dulzura. Una gran tarde, en definitiva.
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